Plaguicidas e insectos benéficos, y el caso del gusano cogollero
Fernando Bejarano G.
Los plaguicidas de síntesis química son una mercancía peculiar en el capitalismo. Su valor de uso está dado por su capacidad tóxica destructiva, por la posibilidad de alterar procesos biológicos y fisiológicos fundamentales que pueden llegar a provocar la muerte a los organismos vivos que se consideran plagas. Sin embargo, como estos procesos biológicos son comunes a una amplia variedad de organismos –incluidos plantas, insectos, animales y al ser humano– los plaguicidas son en realidad biocidas.
El uso continuo de estos biocidas químicos y en particular de los insecticidas, puede afectar no solo a los insectos considerados plaga sino a otros organismos benéficos, entre ellos a insectos benéficos tanto predadores como parasitoides e insectos polinizadores como las abejas.
Por décadas se habló equivocadamente de la idea de “exterminar a las plagas”, usando derivados de las nuevas armas químicas introducidas al mercado como plaguicidas después de la Segunda Guerra Mundial por empresas trasnacionales que prometían ser la solución al problema. Ahora se reconoce que el problema de las plagas no es el problema de la existencia de individuos a los que aniquilar, sino del crecimiento de una población de insectos que ya no es controlada por otros insectos benéficos, predadores o parasitoides. Es un problema de la ecología de las poblaciones causado por la simplificación de la biodiversidad en un sistema agrícola; que se agrava cuando se impulsa una estrategia de especialización productiva basada en monocultivos, donde los criterios de rentabilidad capitalista y de productividad hacen caso omiso de los costos ocultos a la biodiversidad y a la salud de las personas, por no hablar de la equidad y de la justicia social.
La alta toxicidad de algunos plaguicidas puede causar la muerte a las abejas y es uno de los criterios que incluye la Red de Acción en Plaguicidas (PAN: Pesticide Action Network) en su lista de plaguicidas altamente peligrosos –junto con otros criterios de toxicidad aguda y crónica en la salud humana y el medio ambiente.
En México se encuentran autorizados 83 ingredientes activos de insecticidas que pueden causar la muerte a las abejas en cientos de formulaciones comerciales; éstos son autorizados por la Comisión Federal de Protección de Riesgos Sanitarios (Cofepris) de la Secretaría de Salud, con el aval de Sagarpa y Semarnat. Entre ellos se encuentran los insecticidas neonicotonoides imidacloroprid y fipronil prohibidos temporalmente en la Unión Europea y comercializados en México por empresas como Bayer o BASF, entre otras.
Sabemos además que hay otros efectos no letales causados por plaguicidas. Como el paratión metílico, un insecticida organofosforado que afecta el sistema nervioso, que pueden causar que las abejas no puedan comunicar a otras la dirección de la fuente del alimento; o de insecticidas neonicotinoides a los que se ha asociado con alteraciones en la navegación de las abejas y desorientación, lo que les dificulta encontrar su alimento y volver a sus colonias.
Además la abeja europea (Apis mellifera) no es el único insecto polinizador, sino que hay muchos abejorros y abejas nativas más, sobre los cuales hay muy poca investigación de los efectos causados por los plaguicidas. Esto lo explica con mayor detalle Remy Vandame en un capítulo dedicado a los insecticidas y las abejas, en una publicación de próxima aparición dedicada a elaborar un informe sobre la situación de los plaguicidas altamente peligrosos en México, que coordinó la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (RAPAM).
La afectación de las abejas por los plaguicidas y la contaminación de la miel por soya transgénica son motivo de protesta por comunidades mayas de la península de Yucatán. Los problemas causados a los apicultores aumentan en otras partes del país, sin que haya una política de protección a las abejas y otros polinizadores que promueva su conocimiento y la reducción del uso de plaguicidas de síntesis química mediante alternativas agroecológicas.
El uso intensivo de plaguicidas de síntesis química centrado se basa en la ignorancia de las posibilidades de otros controles agroecológicos y del desconocimiento del impacto sobre las poblaciones de insectos benéficos. Tan solo para el maíz, especialistas en control biológico han identificado que en México están presentes 87 especies parasitoides del gusano cogollero Spodoptera frugiperda de las 263 que se han identificado en el mundo y que se detallan en el cuadro anexo, elaborado por el Dr. Fernando Bahena del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
Es decir, insectos parasitoides específicos que controlan de manera natural al gusano cogollero, que están presentes en las parcelas campesinas, no hay que introducirlos como insumo externo, y cuya población aumenta en la medida que se reduce el uso de plaguicidas químicos si se crean las condiciones propicias para su reproducción. Dos de los insectos benéficos parasitoides del gusano cogollero que han demostrado ser más efectivos son Chelonus insularis Cresson y Campoletis sonorensis (Ver fotos anexas y cuadro).
En la investigación a la que hace referencia el cuadro anterior se puede consultar la lista completa de los parasitoides del gusano cogollero, además de la información completa de depredadores y entomopatógenos para la misma plaga.
Se requieren programas nacionales que apoyen las estrategias de control biológico por conservación para aumentar las poblaciones naturales de los insectos benéficos y esto aplica no solo al maíz sino a otros cultivos. Estos programas deben realizarse con la participación de las organizaciones de productores y comunidades indígenas. Y en investigaciones participativas pues no se trata de repetir esquemas de un viejo extensionismo vertical sino de un diálogo de saberes donde salga fortalecida la organización y el conocimiento local con una nueva valorización y conocimiento de su biodiversidad y del control sobre los procesos productivos.
Fernando Bejarano G.
Director de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México (RAPAM)
Correo-e: coordinació[email protected]
Sitio: www.rapam.org