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Problemática agraria, ambiental y social de Holbox

Didier Ku

En 1938, por decreto presidencial se conforma el ejido Holbox con una superficie de 8 mil 864 hectáreas conferidas bajo título comunal. En 2005, los ejidatarios decidieron cambiar el destino de una porción de tierras de uso común a parceladas (privadas) en ambas islas. Con respecto a la parte virgen, decidieron que solo la parte del frente de playa se fraccionaría y que el resto quedaría como tierras de uso común. Distintos empresarios llegaron para ofrecer el trabajo de parcelación.

Sobre la parte virgen, el 11 de diciembre del 2005 se realizó una asamblea para decidir el parcelamiento de 928 mil hectáreas divididas entre los 116 ejidatarios. Mientras finalizaba este proceso (2004-2005), dos de los empresarios fueron ganándose adeptos en la comunidad y entre los miembros del ejido, incluidos directivos de la asamblea ejidal. Al mismo tiempo que en una primera partida adquieren la cesión de dos derechos agrarios (se convierten en ejidatarios-inversionistas) y 50 hectáreas de la parte de cabo Catoche.

El 23 de abril del 2005 se conforma el Fideicomiso para la Promoción y el Desarrollo Sustentable de la Isla Holbox, en el cual los dos inversionistas quedaron como fideicomitentes originales y se eligió al banco J. P. Morgan como fiduciario. El precio de cada parcela sería de 2.5 millones de pesos y a cambio los ejidatarios recibieron un anticipo de doscientos cincuenta mil pesos.

Mientras los inversionistas fungían como asesores del ejido, estos conformaron la empresa Peninsula Maya Developments SA de CV, con el fin de obtener las parcelas; es decir, representaban al ejido como vendedores siendo ellos mismos el cliente.

Al fideicomiso lo único que se aportaba eran las tierras parceladas. Sin embargo, los empresarios a través de distintos prestanombres también adquirieron un aproximado de 72 cesiones de derechos agrarios. Para esto se valieron del uso de intermediarios, pagos de comisiones, otorgamiento de préstamos bajo otros actores y con la tierra como garantía de pago, regalo de dinero, electrodomésticos o productos perecederos, organización de reuniones, colocación a modo de directivos en la asamblea ejidal y autoridades estatales. Para cerrar la compraventa, a algunos los trasladaban en helicópteros, los hospedaban en hoteles de lujo y les regalaron a sus esposas joyas muy valiosas; todo esto, con el objetivo de mantenerlos a favor de la venta y contar con el aval legal en sus actos.

Las autoridades agrarias jugaron un papel principal al dar reconocimiento y certeza legal a actas de asamblea y a un proceso de compraventa incompleto con respecto a lo marcado por la Ley Agraria como el avalúo de las tierras que nunca se realizó, la cesión de derechos agrarios a personas que en ningún momento fueron avecindados de Holbox; el gravamen de los títulos de las parcelas realizado a favor del banco fiducidiario estando en posesión del Registro Agrario Nacional, RAN. Tanto ejidatarios como ex ejidatarios han señalado que la mayoría de las asambleas fueron de escritorio con el apoyo de los directivos de la asamblea ejidal y autoridades del RAN.

Treinta ejidatarios se retiraron del fideicomiso y para recuperar sus tierras optaron por una demanda del derecho del tanto, argumentando que dicho instrumento solo era una simulación de actos administrativos y jurídicos y que en realidad los inversionistas pretendían la obtención de las parcelas a través de la empresa Peninsula Maya Development.

Las autoridades municipales, pasadas y actuales, han jugado un papel muy importante a favor de los inversionistas, al prestarse a reconocer actos contrarios a la ley, así como a desinformar a ejidatarios para que actúen a favor del desarrollo turístico de la isla virgen.

Tal ha sido la situación de Holbox y las tierras que desde el Senado de la República en cuatro ocasiones se han emitido puntos de acuerdo en los que se insta a las autoridades correspondientes para que garanticen el cumplimento de las leyes y se dé una solución a este conflicto. Incluso en parte de estos documentos se señala que los ejidatarios cedieron sus derechos a través de actos ventajosos y con el apoyo de funcionarios públicos.

Respecto al impacto negativo en el plano social, éste se encuentra en la ruptura de la comunidad de Holbox, pues los miembros originales del ejido en su mayoría compartían lazos familiares que con la venta de las tierras se han roto o fragmentado. A pesar de la historia de despojo, paradójicamente hoy estos desarrolladores cuentan con el respaldo de aquellos ejidatarios que se desistieron del fideicomiso.

Aunque los empresarios han dicho en numerosas ocasiones que pretenden un desarrollo sustentable para la isla virgen, el megaproyecto turístico que plantean dista mucho de considerar los principios rectores de este tipo de desarrollo. Su intención de hacer lo mismo en la isla grande sigue generando especulación.

En términos generales, Holbox es el claro ejemplo de lo que ocurre cuando la tierra se ve solo desde una mirada económica y se promueve ocuparla bajo un discurso de sustentabilidad. Cuando en realidad lo único que se busca es seguir replicando el modelo turístico que depreda los sitios en lo ambiental y lo social.

Didier Ku