Las naranjas de la ira: relato de un campesino costarricense — ecologica
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Las naranjas de la ira: relato de un campesino costarricense

Rodrigo

Algunas personas comparan esta compañía con la Chiquita Brand, le dicen Tico Fruit. Tico Fruit no es el nombre de esa transnacional, el verdadero que aparece en el registro es Rivara Holding, SA (Pelmont Investments, SA, afiliada de Grupo Pellas en Nicaragua y Motta de Panamá, compró en el 2014 la mayoría de acciones de la Rivara Holding, SA), pero todo el mundo lo conoce como Tico Fruit. Tico Fruit es un administrador; Rivara Holding, SA es una transnacional que se ubica en la zona norte de Costa Rica. Se instaló para invertir en la producción de cítricos, de naranja, y no solo produce, también industrializa los derivados de ese fruto.

Lo que me llama más la atención es que antes de hacer la inversión en el país, los representantes de una empresa vinieron y hablaron con el gobierno de ese entonces y le dijeron: Vea, señor, lo siguiente: nosotros vamos a invertir en su país, ¿qué nos ofrece su gobierno? Y entonces ellos, ni lerdos ni perezosos, le respondieron: Tierra en abundancia y mano de obra barata.

¿Cuál era la mano de obra barata de ese entonces? Era la de nicaragüenses, que es lo que más abundaba en el país.

Y entonces fue cuando los inversionistas se dedicaron a la compra de tierras por medio de un intermediario. El intermediario de esa gente es un costarricense, el papá de un diputado.

Ese señor hizo el trato con ellos y los inversionistas de una empresa le ofrecieron un 5 por ciento por la compra de tierra. Pero él la compraba a un precio al campesino y luego se la vendía a la empresa en otro precio, entonces tenía una doble ganancia. Ganancia comprándola barata y vendiéndola cara, más el 5 por ciento que le daban los empresarios.

De ahí que los inversionistas se instalan en Costa Rica y comienzan a desarrollar sus cultivos. Para ello, ocupaban mano de obra y a una la llamaban mano de obra calificada, que eran los chapulinistas, los mandadores, los administradores, capataces, todos esos. Y la otra era mano de obra rural, la campesina, a la que siempre se le pagó mal y todavía se le sigue pagando muy mal.

Y el Ministerio de Trabajo hace caso omiso de esto, porque ellos han llegado ahí varias veces. La gente cuando ve al Ministerio de Trabajo dice: “Ahora sí, esto ya se compuso”, pero el mandador, el administrador hablan primero con ellos y después ya salen adelante el carro del administrador y del mandador, y mandan a traer el carro del Ministerio de Trabajo. Se van a los baches (oficinas), a cómo los whiskies, a cómo los chicharrones, la yuca, y aquí no ha pasado nada.

Entonces así fue como, ya, ese señor tico, llegó a ofrecerle el mundo, cielo y tierra a la gente para que vendieran la tierra y ofrecía un poquito de plata. Como la cosa era fea, crítica en ese entonces, ya ver 30 mil pesos por una manzana de tierra, la gente decía: Yo sí vendo mi finca.

Y así fue como la gente anduvo vendiendo su finca, y ahora son peones y les toca estar viviendo en un rinconcito de tierra. Y otros andamos de precaristas, porque no tenemos nada.

Y así fue como se dio esa maniobra, triste, realidades del campesinado y de los habitantes de la zona norte de Costa Rica.

Rodrigo
Campesino de la zona norte
Relato recuperado de un taller de narrativas comunitarias en la Escuela Campesina SACO, en colaboración con el Programa Kioscos Socioambientales