Informe Nacional de México al Convenio sobre Diversidad Biológica — ecologica
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Informe Nacional de México al Convenio sobre Diversidad Biológica

Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, mejor conocida como Conabio, es un ente intersecretarial, creado en 1992 con carácter de permanente. De la Conabio hacen parte 10 secretarías: la de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), las de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Bienestar, Economía (SE), Educación Pública (SEP), Energía (Sener), Hacienda y Crédito Público (SHCP), Relaciones Exteriores (SRE), Salud y Turismo (Sectur). El presidente de la comisión es el titular del Ejecutivo federal.

La Conabio desempeña sus funciones mediante un grupo operativo y desde su creación lo encabeza como coordinador nacional el Dr. José Sarukhán Kermez.

La misión de la Conabio es la de promover, coordinar, apoyar y realizar actividades dirigidas al conocimiento de la diversidad biológica, así como a su conservación y uso sustentable para beneficio de la sociedad.

Realiza investigación aplicada y promueve la investigación básica, que compila y genera información sobre biodiversidad. Desarrolla capacidades humanas en el área de informática de la biodiversidad y es fuente pública de información y conocimiento accesible para toda la sociedad.

Además, genera conocimiento sobre el capital natural del país; sirve de puente entre la academia, el gobierno y la sociedad; promueve que la conservación y manejo de la biodiversidad se base en acciones realizadas por la población local. Sobre este último aspecto, considera que la población es y debe ser un actor central en ese proceso.

Entre las funciones principales de la Conabio están instrumentar y operar el Sistema Nacional de Información sobre Biodiversidad (SNIB), para brindar datos, información y asesoría a diversos usuarios, así como instrumentar las redes de datos nacionales y mundiales sobre biodiversidad; dar cumplimiento a aquellos compromisos internacionales en materia de biodiversidad adquiridos por México, y realizar acciones orientadas a la conservación y uso sustentable de la biodiversidad de nuestro país.

En 2014 ofreció su quinto informe. Un documento fundamental no solamente en el campo del conocimiento científico sino por lo que se refiere al futuro de México como un todo. Por ello ofrecemos un resumen del mismo en este número de La Jornada Ecológica.

Nuestra riqueza natural

México alberga una de las biotas más diversas del planeta. Por ello se ubica en el grupo de países llamados “megadiversos”, que en conjunto aglutinan entre 60 y 70 por ciento de la diversidad biológica conocida en el mundo (Mittermeier et al., 1997).

En México, la cifra de especies se estima entre 180 mil y 216 mil, es decir, entre 10 y 12 por ciento de las especies descritas en el mundo.

Sin embargo, estas estimaciones varían entre grupos, dado que, por ejemplo, los vertebrados se conocen relativamente bien.

Con base en esa acotación, se calcula que México posee alrededor de 23 mil 424 especies de plantas vasculares, 535 especies de mamíferos, 804 especies de reptiles, 361 de anfibios y mil 107 especies de aves (Llorente y Ocegueda, 2008).

Este conocimiento de la diversidad contrasta para los invertebrados. Si tomamos a los artrópodos como ejemplo representativo, se han descrito alrededor de 60 mil especies y potencialmente podrían existir cerca de 118 mil, esto implica un déficit de conocimiento de alrededor de 49 por ciento de especies por descubrir.

Este desconocimiento de ciertos grupos específicos es por la carencia de taxónomos en México para cubrir el estudio de los grupos de invertebrados, a pesar de la amplia diversidad asociada a estos grupos.

Además de la alta diversidad de especies, muchos de los grupos taxonómicos se distribuyen exclusivamente en México. Ejemplo de ello es que entre 50 y 60 por ciento de las especies conocidas de plantas en México son endémicas, entre ellas 21 especies de pinos, 146 especies de agaves y 715 de cactáceas.

Además, encontramos 163 especies endémicas de peces de agua dulce (42 por ciento del total), 174 anfibios (48 por ciento del total), 368 reptiles (45 por ciento del total), 125 aves (11 por ciento del total) y 169 mamíferos (31 por ciento del total) exclusivos (Semarnat, 2008). Una de las herramientas comúnmente usadas para valorar el estado actual de las especies es su representatividad en las listas internacionales de especies con prioridad en conservación.

Tal es el caso de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) que evalúa el estado de conservación de las especies alrededor del mundo, o los Apéndices de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que establece las reglas para el comercio internacional de dichas especies y sus restricciones particulares.

En el plano nacional, existe un marco legal para la protección de las especies, la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2001, que especifica la categoría de riesgo de grandes grupos taxonómicos.

Hasta la fecha se han determinado 3 mil 563 especies en alguna categoría de riesgo, ya sea en listas de la NOM-059- SEMARNAT-2001, la CITES o las listas rojas de la UICN (Llorente y Ocegueda, 2008). Para la NOM-059-SEMARNAT-2001 hay un total de 2 mil 583 especies en diferentes categorías, donde sobresalen los grupos de plantas de gimnospermas y angiospermas y los vertebrados terrestres como reptiles, aves y mamíferos, entre los más representados, lo cual refleja un potencial sesgo asociado al mayor conocimiento taxonómico de estos grupos de organismos, lo cual hace indispensable realizar evaluaciones sistemáticas de otros grupos.

En cuanto a las especies incluidas en la lista roja de la UICN (UICN, 2008) hay 3 mil 524 especies de plantas y animales que se encuentran enlistadas en alguna de sus categorías. No obstante, si se omite la categoría de “preocupación menor”, la lista se reduce a mil 438 especies, de las cuales mil 124 son especies animales y 314 corresponden a especies de plantas.

En una revisión reciente sobre el tema de extinciones en México, Baena y Halffter (2008) señalan que se han reportados 127 especies como desaparecidas en el país. Los anfibios, peces y plantas son los grupos donde se han registrado más extinciones contemporáneas.

Entre las principales causas de extinción de las especies citan: a) cambios introducidos por la actividad humana como la sobreexplotación, destrucción del hábitat, introducción de especies exóticas invasoras, contaminación y abatimiento del nivel del agua (principalmente para los peces). b) características biológicas relacionadas con la extinción, tales como el tamaño de la población, el tamaño corporal de los organismos, la distribución geográfica y las relaciones con otras especies. Si bien resulta difícil definir inequívocamente las tasas de extinción de especies de México, esta evaluación reporta la desaparición de varios vertebrados, principalmente de peces dulceacuícolas.

Sin embargo, las agudas tasas de deforestación y fragmentación reportadas advierten una faceta de extinción que lamentablemente no se ha analizado ni de manera incipiente: la tasa de extinción de poblaciones. Se ha argumentado que la pérdida de poblaciones representa el pulso de extinción biológica de mayor envergadura en el plano global (Dirzo y Raven, 2003; Dirzo et al., 2008).

1) Aquellas nativas o restringidas a México, cuya desaparición se ha confirmado; 2) especies extintas en México, pero sobreviven en otros países como parte de su área de distribución; 3) aquellas desaparecidas de la naturaleza, pero sobreviven en condiciones de cautiverio o cría, sin posibilidades actuales de ser reintroducidas en su hábitat natural.

Sobrexplotación de especies

La extracción ilegal de organismos de su medio natural, sea por cacería furtiva, captura, colecta, transporte y comercio no autorizado de ejemplares, representa un factor negativo que afecta directamente a las poblaciones silvestres de flora y fauna en México, lo que lo ubica entre los tres principales factores responsables de la extinción local (Dirzo y Raven, 2003; Baena y Halffter, 2008).

No obstante, el conocimiento cualitativo del número de ejemplares extraídos ha sido poco documentado. Datos sobre los especímenes, productos y subproductos asegurados por la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) muestran un incremento en los aseguramientos de especies silvestres y sus derivados, sobre todo a partir del año 2000.

Un grupo especialmente afectado por la extracción ilegal de especies es el de las cícadas. Las tasas de recolección de estas plantas en el medio silvestre representan un riesgo casi comparable a la destrucción del hábitat, ya que se ha documentado que 45 por ciento de las especies en México tienen como principal factor de disminución de sus poblaciones naturales la extracción del medio natural. Destacan los casos de Dioon sonorense, D. merolae, D. spinulosum, Ceratozamia norstogii, C. miqueliana y Zamia furfuracea, especies en que la recolecta para satisfacer el mercado de plantas ornamentales en México ha mermado considerablemente las poblaciones silvestres (Donaldson, 2003; Stevenson et al., 2003), mientras que la extracción de varias especies como Dioon holm­grenii, Zamia lacondona, Z. purpurea y Z. vasquezi constituye una amenaza para sus poblaciones debido a la demanda para su comercio internacional (Naranjo y Dirzo, 2008). Las orquídeas son otro grupo gravemente amenazado.

A pesar de que en México la recolecta y venta de orquídeas silvestres está prohibida, su extracción para venta local e internacional es uno de los mayores problemas. Los datos más recientes estiman que el tráfico ilegal de orquídeas entre 1993 y 1996 fue de 9 a 12 millones de plantas, mientras que solo se comercializaron legalmente 152 mil ejemplares (Flores y Brewster, 2002).

Otro ejemplo local de la magnitud de la extracción ilegal de orquídeas (Flores-Palacios y Valencia-Díaz, 2007), plantea que durante 85 semanas se censó un punto de venta ilegal de plantas silvestres en Xalapa, Veracruz. Con ello se evidenció que las orquídeas fueron el grupo más comercializado, 81 por ciento del total, con una oferta de 7 mil 100 ejemplares de 167 especies, dos de ellas endémicas del estado de Veracruz. De las más de 715 especies de cactos en México, alrededor de 74 por ciento son endémicas (Hernández, 2006).

Entre 1996 y 2000 las autoridades de México y Holanda, país con una elevada demanda, incautaron más de 8 mil especímenes (Robbins, 2003). Una importante porción de esas extracciones se realizó directamente de poblaciones silvestres en su medio natural.

Para las especies animales, la caza y la captura para su comercialización (mucha de ella ilegal) es el principal motor de extracción. Las especies sujetas a mayor presión por caza y captura son los herbívoros y omnívoros de mayor talla dentro de cada clase de vertebrados, tales como los venados (Odocoileus virginianus y Mazama spp.), pecaríes (Tayassu spp.), tapires (Tapirus bairdii), tepezcuin­tles (Agouti paca) y armadillos (Dasypus novemcinctus) entre los mamíferos. Destacan los pavos (Meleagris spp.), cojolitas (Penelope purpurascens), hocofaisanes (Crax rubra), patos (Anatidae) y tinamúes (Tinamidae) entre las aves y las iguanas (Iguana iguana y Ctenosaura spp.) y tortugas de agua dulce (Chelonia) entre los reptiles.

Un subgrupo de avifauna especialmente asediado por la captura para su comercio ilegal es el de los pericos y guacamayas (psitácidos). Se cuenta con informes que se capturan entre 65 mil y 78 mil 500 pericos cada año, y que la mortalidad general de pericos capturados del medio silvestre excede 75 por ciento antes de llegar al comprador final, lo que significa la muerte de entre 50 mil y 60 mil pericos anualmente por esta actividad ilícita (Cantú Guzmán et al., 2007).

En general, aunque escasa y fragmentada, la información sobre extracción ilegal de especies silvestres señala un alto impacto sobre las poblaciones de flora y fauna del país. Esta tendencia negativa reclama mayores esfuerzos y atención para detener y revertirla mediante los esquemas legales existentes, con sus requisitos de planificación, manejo, aprovechamiento sostenible para la conservación de los hábitats y de las poblaciones de las especies involucradas. En la región del alto golfo de California existe, desde finales de la década de los años 30, una pesquería enfocada a la captura de camarón.

Aunque genera elevados beneficios socioeconómicos, ocasiona importantes impactos negativos sobre otras especies y sobre los ecosistemas. Las redes de arrastre utilizadas en estas pesquerías no son selectivas, por lo que además de capturar camarón, atrapan una gran cantidad de otros organismos de la comunidad béntico-demersal.

Típicamente, se captura solo un kilogramo de camarón por cada diez kilogramos de fauna de acompañamiento, que incluye varias especies de peces algunas de ellas de importancia comercial, moluscos y crustáceos (Alverson et al., 1994).

Además de los impactos sobre otras especies que comparten el hábitat, las redes de arrastre provocan cambios masivos en la estructura de las comunidades bentónicas (Pauly y Chriestensen, 1995), así como el riesgo de extinción de especies de ciclo de vida largo como la totoaba (Totoaba macdonaldi), pez endémico del Golfo de California que años atrás sostuvo una importante pesquería comercial (Cisneros-Mata et al., 1995), y la vaquita marina (Phocoena sinus), para la cual se reportan, aunque con poca frecuencia, ejemplares ahogados en redes de arrastre desde 1961.

La importancia económica y social de la pesca de camarón, y por otra parte los impactos negativos que genera esta pesquería en el Golfo de California y su biodiversidad, son factores determinantes para buscar y promover alternativas que minimicen estos impactos, y cuya aplicación sea técnica y económicamente factible.

¿Qué son las especies?

Las especies, como el quetzal, el ahuehuete, el jaguar, la dalia, el cocodrilo y la mariposa monarca son las unidades en que categorizamos a todos los seres vivientes, incluido el ser humano. La especie es el grupo de organismos que pueden reproducirse y producir descendencia fértil.

En general, los individuos de una especie se reconocen porque son similares en su forma y función. Sin embargo, muchas veces los individuos de una especie son muy diferentes. Por ejemplo, los machos y las hembras en las aves son muy diferentes, los renacuajos son muy diferentes de las ranas, las orugas son muy distintas a las mariposas. También sucede lo contrario, algunas especies distintas son muy similares y a veces difíciles de distinguir aun para los ojos más expertos.

Antiguamente, las especies se clasificaban de acuerdo a su forma. Carolus Linneo (1707-1778), botánico, naturalista y explorador sueco propuso un sistema de clasificación que se conoce como el sistema binomial, ya que asigna a cada especie un par de nombres. El nombre del género, con el cual se relaciona a otras especies, y el nombre de la especie, que es único. Por ejemplo, el lobo (Canis lupus) y el coyote (Canis latrans), comparten el nombre genérico Canis ya que son parientes cercanos, pero cada uno tiene su nombre específico único.

En la actualidad, las innovadoras técnicas de análisis de ADN nos permiten conocer la identidad y la relación de parentesco entre las especies. La medida de similitud o diferencia entre el ADN de diferentes especies se conoce como distancia genética y nos permite conocer el grado de relación entre las especies.

Las reglas de nomenclatura científica se especifican en cinco códigos:

Animales (Código Internacional de Nomenclatura Zoológica),

Plantas (Código Internacional de Nomenclatura Botánica),

Plantas cultivadas (Código Internacional de Nomenclatura para Plantas Cultivadas),

Bacterias (Código Internacional de Nomenclatura de Bacterias)

Virus (Comité Internacional sobre la Taxonomía de los Virus).

Subespecies. Las subespecies, variedades, o razas geográficas son especies incipientes, es decir especies en formación. Tienen características particulares de anatomía, fisiología o conducta, generalmente adecuados a su ambiente pero que las distinguen de las características promedio de la especie a la que pertenecen. Por ejemplo, el lobo mexicano (Canis lupus baileyi) es la subespecie más pequeña de lobo gris (Canis lupus). En la nomenclatura científica se distinguen por un tercer nombre que designa la subespecie.

¿Cuántas especies hay?

Actualmente la ciencia ha descrito aproximadamente entre 1.5 y 2 millones de especies. La Enciclopedia de la Vida (EOL por sus siglas en inglés) calcula que se han descubierto 1.9 millones. Aunque se cree que podrían existir tantas como 8.7 millones de especies vivas o más. También se sabe que el 99 por ciento de todas las especies que han existido alguna vez en toda la historia de la Tierra están extintas.

¿Cómo se forman las especies?

Charles Darwin (1809-1882) y Alfred Russell Wallace (1823-1913), naturalistas ingleses propusieron que todas las especies evolucionan a partir de ancestros comunes a través del proceso conocido como “selección natural”. Darwin publicó el libro Sobre el origen de las especies en 1859 en donde se describe el proceso de selección natural como análogo a la selección artificial con la cual los humanos han ido seleccionando las variedades de animales y plantas domesticadas.

La selección natural es el proceso mediante el cual los rasgos heredables favorables se vuelven más comunes en sucesivas generaciones en las poblaciones, mientras que los rasgos heredables desfavorables se vuelven menos comunes, debido a la reproducción diferencial en las poblaciones.

Distribución de las especies

Dependiendo de su historia y de sus capacidades de dispersión, las especies pueden ocupar grandes extensiones de territorio o estar restringidas a pequeñas regiones. Las actividades humanas constantemente modifican las áreas de distribución de las especies, creando y destruyendo hábitats, estableciendo barreras y corredores y transportando accidental o voluntariamente a las especies a nuevos lugares. Es importante conocer algunos términos relacionados al origen y distribución de las especies.

Especie nativa. Especie que se encuentra dentro de su área de distribución natural u original (histórica o actual) de acuerdo con su potencial de dispersión natural. La especie forma parte de las comunidades bióticas naturales del área. Por ejemplo, los ahuehuetes (Taxodium mucronatum) son nativos de México. Las especies nativas tienen relaciones evolutivas y ecológicas con otras especies con las que han compartido su historia. Están bien adaptadas a las condiciones locales.

Especie endémica. Especie que se encuentra restringida a una región. El término endémico es relativo y siempre se usa con referencia a la región. Por ejemplo, la rana fisgona de labios blancos (Eleutherodactylus grandis) es endémica del pedregal de San Angel en la Ciudad de México; el conejo de los volcanes (Romerolagus diazi) es endémico de las montañas de la Ciudad de México, estado de México y Morelos.

Los grupos de especies con menor capacidad de dispersión, como algunos insectos, anfibios y reptiles, tienen más especies con distribución restringida.

Las especies endémicas son frágiles ante las perturbaciones ya que su área entera de distribución puede ser alterada.

Especie exótica. Especie introducida fuera de su área de distribución original. Muchas de las especies de plantas ornamentales y de animales domésticos son especies exóticas provenientes de otros continentes. La jacaranda (Jacaranda mimosifolia) y la bugambilia (Bougainvillea spp.) son originarias de Sudamérica, los perros (Canis lupus familiaris) y los gatos (Felis catus), originarios de Asia, son ejemplos de especies exóticas.

Las especies exóticas no tienen relaciones evolutivas con las especies con las que se encuentran en su nuevo territorio y pueden ocasionar fuertes problemas transmitiendo enfermedades desconocidas, compitiendo o depredando a las especies nativas.

Especie invasora. Especie que por nuevas condiciones creadas en su ambiente aumenta su población y distribución geográfica. Son especies con gran capacidad de dispersión y colonización. Pueden ser especies nativas o exóticas. En general, causan daños al ambiente, a la economía y a la salud humana. De hecho, se consideran la segunda causa de extinción de especies, después de la pérdida de hábitat.

Extinción

La extinción es la desaparición total de una especie en el planeta. Durante la larga historia del planeta ha habido muchas extinciones causadas por cambios climáticos, vulcanismo, inundaciones, sequías. Sin embargo, en los últimos años la gran mayoría de las extinciones de flora y fauna se deben al impacto directo o indirecto de las actividades humanas (crisis de la biodiversidad).

Las perturbaciones causadas por nuestras actividades disminuyen el área de distribución de las especies y reducen a las poblaciones poco a poco. Cuando las poblaciones son pequeñas, su riesgo a la extinción aumenta debido a diversos factores. Las poblaciones pequeñas son más susceptibles a desaparecer por fenómenos naturales como incendios, ciclones, sequías, etc.; son más susceptibles a la pérdida de variabilidad genética, ya que cada vez están más emparentados.

Al ir perdiendo poblaciones de una especie, el tamaño de la población disminuye y se va perdiendo su variabilidad genética.

 

Los lectores interesados en obtener mayor información sobre un tema
trascendental para el país pueden obtenerla en:
www.cbd.int/doc/world/mx/mx-nr-05-es.pdf

Obtenga más información sobre el tema en
https://www.biodiversidad.gob.mx/especies/extincion.html