Relatos de Malinalco desde la óptica de un becario muy comprometido — ecologica
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Relatos de Malinalco desde la óptica de un becario muy comprometido

Adrián Brito Gachuz

Estudié la carrera de biología porque en Malinalco, mi pueblo natal, estuve rodeado desde pequeño de una exuberante naturaleza. Mis actividades eran a campo abierto, tenía mucha curiosidad por lo que encontraba debajo de las rocas y me preguntaba ¿qué son y por qué están ahí?

La gente le teme a los insectos cuando la mayoría son solo seres inofensivos; quería descubrir si hacían daño o no, para qué existían y por qué causaban tanto desagrado si solo eran parte de la naturaleza.

En la preparatoria descubrí que existía la biología como ciencia, lo que me motivó a dejar a un lado la idea de ser agrónomo, mi primera vocación. Desde entonces soñaba que Malinalco tuviera asegurada su biodiversidad. Ahora sé que no la tiene y que lo que toca es solucionar los problemas originados en el pasado, entendiendo la necesidad de observar para saber y poder modificar.

Mi atención pasa de los insectos a su hábitat, porque ellos todavía están, pero a lo que se enfrentan al igual que los demás animales, incluyendo al hombre, es al deterioro del entorno.

En cualquier proyecto ambiental lo primero es establecer las condiciones adecuadas para su recuperación.

Los espacios naturales deben ser conservados y los espacios perturbados deben ser restaurados.

Esta es mi línea de acción y debería ser la de todos, porque si no la mantenemos como eje transversal, ningún proyecto va a ser sustentable y ninguna acción sostenible.

Aunque no me considero ecólogo todavía, llegaré a serlo conociendo los procesos de distribución y de abundancia de las especies en el espacio, pues es ahí en donde están las claves para lograr la restauración definitiva y es la ruta de mi desarrollo científico como biólogo.

 

Salvar al planeta

Para que podamos salvar al planeta tenemos que cambiar de paradigmas. Lo principal es priorizar el recurso, lo que nos sustenta y dejar de lado cuestiones materialistas que siempre han ido primero. Hay que revertir la pirámide de necesidades o por lo menos bajar un peldaño.

Debemos llegar a ser sustentables, y no solo asegurar los recursos para nuestra generación, sino para las siguientes. Además, el tema de la conciencia ambiental no es solo saber que hay que detener la extracción de fauna y flora silvestres o frenar el calentamiento global.

De alguna manera ya nos hemos dado cuenta, los medios nos hablan de esto. En la preparatoria se nos advertía sobre las calamidades que podían ocurrir en un futuro, pero ya estamos en el futuro.

Hemos dejado a un lado la idea de ser conscientes, ahora la preocupación es qué tipo de planeta le vamos a dejar a nuestros hijos, aunque debiésemos preocuparnos más por saber qué tipo de hijos le vamos a dejar al planeta y así, entre todos, podremos frenar el deterioro que hemos causado.

Desafortunadamente, la conciencia de la gente es gracias al acceso a la información y no por un acercamiento con la naturaleza. Los niños tendrían que estar más en espacios al aire libre para aprender a ver, valorar y así poder identificar lo que tenemos que conservar.

En este afán de explotar al máximo los recursos naturales, estamos interfiriendo cada vez más en zonas vírgenes que debiésemos proteger, pues en ellas se hacen las mediciones y su existencia ha permitido al planeta un cierto equilibrio.

En donde sí hay que intervenir es en aquellos espacios con grados elevados de perturbación ambiental, ahí es donde debemos trabajar. Los espacios naturales no son simplemente recreativos, son lugares para admirar, aprender y disfrutar, pero desde el respeto.

Los mayores poseedores de espacios naturales son los pueblos originarios y son ellos los únicos que ejercen este respeto por la Tierra. Los que no lo hacemos, tendríamos que aprender de ellos, observar qué y cómo lo hacen.

 

La fuerza de la naturaleza

A lo largo de la historia hemos sabido que la naturaleza es más poderosa que nosotros, pero en nuestro afán de controlarla luchamos contra ella en vez de aprender de ella y mientras no aprendamos de la Tierra, no vamos a mejorar nuestra forma de coexistir.

Más que una competencia de fuerzas, estamos sometidos a su poder. Cuando ocurren desequilibrios climáticos, por ejemplo, nos damos cuenta que algo estamos haciendo mal.

En la naturaleza no todo ha sido fácil y armónico, pues la evolución es un proceso cambiante, pero los cambios no han sido tan rápidos como ahora, tenemos que bajarle a la velocidad.

Hay muchas formas de contagiar el amor por nuestro entorno, lo primero es la correcta información que nos dé la pauta para aprender, de lo contrario estaríamos viviendo en paradigmas sin sustento real.

Algunos estudiosos presentan una realidad que muchos aseguran que no tiene retorno. Esta idea debería ser suficiente para motivarnos a cuidar la naturaleza, y son los medios, los libros y las personas los que pueden ayudar a revertirlo.

Por ejemplo, en Malinalco hay mucha gente llevando a cabo actividades de conservación. La idea es sumarlos y hacer sinergias. En un pequeño municipio todo esfuerzo cuenta; desde la chica que lleva al mercado su bolsa de mezclilla, hasta el comerciante de Chalma que ya no usa recipientes de unicel. Esas acciones me llenan de esperanza.

 

El mariposario

La idea del mariposario surge en la universidad estudiando la carrera de Biología. Al descubrir lo abundante que es el grupo de los insectos acoté este universo de especies.

Primero me enfoqué en los escarabajos que me interesaban por su ciclo de vida, pero a dos años de terminar la licenciatura leo un artículo que se publica en el 2008 de una bióloga que analizó la diversidad local y descubro que en el municipio poseemos el 60 por ciento de la diversidad del estado de México y cerca del 50 por ciento de la de Morelos, y lo sé gracias a la investigación de una persona.

Ese primer acercamiento me permitió ver que no solo contamos con una amplia diversidad de vegetación, sino también con una gran variedad de animales.

Conforme voy profundizando en las mariposas, me doy cuenta que son un grupo fascinante que además refleja el estado de conservación de los ecosistemas por lo que se les identifica como insectos bandera.

Un mariposario podría, además de proporcionar un escenario para su estudio, permitir que la gente conozca estos lepidópteros y desarrollar la conciencia de que es responsabilidad de todos conservar los espacios naturales.

Un mariposario podrá cuidar, reproducir y exhibir nuestras mariposas e incluso las de otras partes del país, y focalizar los esfuerzos de conservación de sus hábitats.

Nuestra riqueza botánica favorece el florecimiento de este proyecto ofreciendo las condiciones idóneas para lograrlo. Crear un mariposario permitiría mostrar a mi gente que además de bellos paisajes, tenemos insectos que ayudan a determinar nuestro ecosistema. Y al conocer lo complejo de su ciclo de vida descubran, al verlas volar, que se trata de pequeños milagros de la evolución. Es esto lo que me mantiene convencido de lograrlo.

Empecé estudiando las plantas hospederas que son en las que la mariposa adulta deposita los huevos y descubro que éstas tienen propiedades alimenticias y medicinales. Es de ellas que se alimenta la oruga, que posteriormente será la crisálida de la que emergerá la mariposa.

Hay que aprender sobre la crianza en cautiverio de diferentes especies, estudiar las zonas naturales en que su vida es viable, los diferentes tipos de suelos, su diversidad y procurar que el proyecto sea adoptado por la comunidad.

Es una ruta más larga, pero va a detonar en un proyecto mucho más sólido. Los viejos campesinos aseguran que en Malinalco había muchas más mariposas y de muchas especies, pero entonces se vivía en un ambiente de huertas y grandes zonas de cultivo que no usaban insecticidas. La mancha urbana no estaba tan expandida como ahora, lo que favorecía la permeabilidad del agua y por lo tanto una recarga mayor de los mantos acuíferos.

Las mariposas no necesitan ser salvadas, solo requieren de sus plantas y de su espacio, nada más. Tristemente, las plantas que requieren no son valoradas y ni siquiera son identificadas por lo que son, se les llama maleza, hierbas; entonces lo primero es darlas a conocer.

Un mariposario en Malinalco sería la cereza del pastel. El de Chapultepec en la Ciudad de México, por ejemplo, es de exhibición, cría especies comunes como la mariposa blanca, además de un amplio abanico de especies que proviene de diferentes lugares.

Mi propuesta para el pueblo es establecer zonas de crianza como núcleos de conocimiento, estudiar los recursos botánicos y el estado de éstos, así como los ciclos de vida y crianza de las mariposas.

Estos núcleos tendrán diferentes condiciones ya que al norte tenemos bosques de pino-encino; en la zona centro se tiene un tipo de vegetación de transición con bosques de cedros, pinos y encinos, además de selva baja; pero al sur y gracias a los ríos hay bosques de galería y selvas bajas caducifolias, donde hay mayor diversidad de mariposas.

La idea es crear diferentes criaderos y convertirlos en centros de exhibición de mariposas.

 

Prevención de incendios

Mi principal preocupación eran los incendios forestales que han ido en aumento, pues es justo en los bosques en donde se estudian los procesos biológicos y son los bosques los que se están quemando.

Entré a trabajar en la Comisión Nacional Forestal de Morelos donde aprendo técnicas para el combate de incendios y a capacitar a los brigadistas rurales que son en su mayoría los propietarios de las tierras forestales. Al conocer los sistemas de información geográfica aplicada en los incendios, entiendo que lo irregular del terreno es lo que dificulta apagarlos y que la verdadera tarea es prevenirlos.

Regreso a mi pueblo y me ofrecen trabajar en la Fundación Comunitaria Malinalco en el programa de Cultura Forestal, donde pongo en práctica los conocimientos aprendidos, enfocándome principalmente en la prevención y equipamiento de las brigadas que combaten los incendios.

En ese entonces conozco al grupo “Amigos del Jardín Botánico”, cuya finalidad es establecer uno en el pueblo. Como la diversidad vegetal es reflejo de la diversidad de mariposas, empiezo a trabajar con ellos y me doy cuenta que los espacios naturales en Malinalco están amenazados por dos factores.

El crecimiento urbano, la expansión urbanística que se está extendiendo hacia las cañadas amenazándolas, y los incendios.

Había que hacer algo al respecto y por eso continúo desarrollando actividades de prevención de incendios, que incluyen tareas de combate y equipamiento, reforestaciones y concientización.

Un incendio que aparentemente quema solo la vegetación seca de los pastizales, en realidad consume una amplia diversidad de especies vegetales que son importantes para las mariposas, sin contar con la infinidad de otros animales que mueren.

 

La sabiduría popular

De pequeño y gracias a los campesinos, tuve mucha información sobre la naturaleza. Ellos formaban parte de mi entorno inmediato y me mostraban a su entender, el ciclo natural de las especies. Sin duda ellos me motivaron a estudiar; me enseñaron a conocer y a observar la vida, pero tristemente ese conocimiento se está perdiendo.

Cada vez hay menos gente trabajando la tierra y más albañiles. Los que antes cultivaban hectáreas completas, hoy cuidan una casa. Pero sin duda el conocimiento semilla en mí, proviene de ellos.

En Malinalco, la principal actividad es la producción de frutales en huertos que cosechan más de cien especies de frutos que se comercializan en la región. Hablamos de un pueblo que depende totalmente de sus recursos botánicos y forestales.

Pero Malinalco es un lugar maravilloso por muchas otras razones. Culturalmente es importantísimo, contamos con un espacio arqueológico, un lugar sagrado en el que se investía al caballero águila y al caballero jaguar. Conocido como la pirámide, en realidad es un sitio arqueológico muy tardío, que cuando llegaron los españoles estaba habitado y vivo.

De hecho se acababa de terminar el centro ceremonial y es probable que hubiese gente que de joven trabajó en la construcción del sitio y ya mayores trabajaran en edificar la parroquia. Además Malinalco es un santuario del agua que cuenta con apantles prehispánicos que siguen en uso y a pesar de ser un pueblo pequeño contamos con un magnífico museo en el que trabajaba una mujer fantástica a la cual conocí y que desafortunadamente ya murió.

Lidia Ceballos era una mujer del pueblo que se encargaba de las plantas medicinales. Yo era muy joven cuando ella trabajaba el primer acervo botánico junto con investigadores y biólogos de la Universidad Autónoma del estado de México.

A ella se le consultaba sobre las propiedades medicinales de las plantas y cómo debían ser usadas. Pero volviendo al convento, es una parroquia agustina del siglo xvi, en cuyo claustro, decorado por artistas locales, aparece una amplia colección botánica que sorprendería a cualquier experto en el mundo.

Es tan precisa y detallada que se pueden incluso observar diferentes ecosistemas. Este acervo plasmado en los muros del claustro, nos indica el notable conocimiento botánico que nuestros antepasados tenían.

Pareciera que estos murales son más artísticos que científicos, pero la claridad del trazo permite fácilmente identificar a las diferentes especies y refleja el profundo conocimiento que tenían del tema.

Es tan importante nuestra historia botánica, que incluso desde el siglo xvi venían investigadores de la Nueva España a aprender sobre este conocimiento y lo encuentran aquí en Malinalco.

Francisco Hernández en su Historia de las plantas de la Nueva España hace todo un tratado acerca de la botánica de México, con un sistema de clasificación muy bien elaborado, anterior incluso al de Lineo, Malinalco tiene ahí presencia con una amplio abanico de especies importantes.

Esfuerzos como este han servido para rescatar lo que somos, y así como hijos del maíz, durante mucho tiempo se nos curaba gracias a las plantas medicinales.

Me gusta citar al doctor Jersy Rendozky, porque estudió a México desde la botánica y en sus innumerables artículos insiste en que nuestra importancia es botánica y no se habla de esto en las sobremesas o en reuniones.

Y siendo algo tan inestable en cualquier comunidad, no se habla de botánica cuando se va a construir y tendríamos que defenderla, porque si no ¿qué somos, concreto o diversidad? Lo que somos es ese abanico botánico que es Malinalco.

Tenemos que incursionar en la botánica y entonces, tocar temas de fauna, porque la fauna está ligada absolutamente a las plantas y las mariposas ni se diga, dependen cien por ciento de las plantas, al igual que nosotros.

 

Hacer conciencia

Actualmente trabajo en Malinalco en proyectos que mejoran el entorno ecológico inmediato, destacando la importancia de separar las aguas grises en nuestros hogares para su tratamiento y aprovechamiento, además de hacer hincapié en la captación de agua de lluvia y la separación de los residuos orgánicos reciclables para preparar composta.

Estas actividades son cruciales pues atienden agresiones prioritarias, como la contaminación del suelo y del agua en nuestra comunidad.

Si vives en una ciudad, en departamento y no tienes espacio para hacer una composta, de todas maneras separa la basura en orgánica e inorgánica, pues cada vez hay más técnicas de reciclado y es una forma de contribuir con el medio ambiente.

También es importante saber que durante los viajes, no debemos comprar especies nativas de flora y fauna, ya que esto además de fomenta su extracción, las pone en riesgo de perderse.

Comercializarlas, ni siquiera permite el mejoramiento de la calidad de vida de quienes las venden, porque la mayoría de las veces estas especies son subestimadas y se venden por unos cuantos pesos.

Además, al desconocer las condiciones que estos ejemplares necesitan, terminan por enfermar e incluso morir.

Muchas veces creemos que la calidad de vida se refleja en cuestiones económicas, pero en realidad ¿existe algo mejor que un amanecer limpio y soleado en el campo, con el cantar de las aves y el revoloteo de las mariposas?

Si todos realizáramos pequeñas acciones diarias en nuestro hogar, en el ámbito laboral o incluso durante los viajes, apostaríamos a una calidad de vida mejor para las futuras generaciones y con suerte hasta para la nuestra.