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El paisaje: componente crucial de la biodiversidad

José Luis Rangel Salazar

El paisaje es un concepto fundamental y componente crucial de la diversidad biológica o biodiversidad. La variación dentro y entre los paisajes está altamente relacionada con la variación de la elevada diversidad biológica que contienen, de tal forma que el país es considerado como megadiverso, tanto por las especies de plantas y animales, como los paisajes que los contienen. Sin embargo, la designación de megadiversidad le confiere a la nación una responsabilidad jurídica mundial extraordinaria a través de la ley general de la biodiversidad. Esta ley debe de contener y expresar los conceptos relativos a la biodiversidad con claridad, actualidad, aprecio y responsabilidad.

Por aire o por tierra es muy notoria la elevada variación de paisajes terrestres del país, desde los ambientes montanos a los paisajes en tierras medias y paisajes en tierras bajas y costeñas. Aun más, existe una gran variabilidad dentro y entre los paisajes marinos en regiones tan contrastantes como son los mares del Caribe y de Cortés.

En el concepto actual de paisaje convergen componentes tanto abióticos: suelo, agua y aire, y bióticos como diversos organismos interactuantes en redes bióticas. También, el paisaje lo conforman los mecanismos que limitan a los distintos niveles de la dimensión biológica, como son los genes, individuos, poblaciones y comunidades. Es en este sentido que, para comprender su relevancia en la propuesta de ley general de la biodiversidad, es imperativo describir cómo se conformó este concepto y cuáles son sus principales derivaciones e implicaciones para la conservación de la biodiversidad. Aquí describimos el posible origen del término, su maduración a concepto crucial en ecología, sus derivaciones y, sobre todo, sus implicaciones en la conservación de la biodiversidad.

El origen del término paisaje, como el de muchos otros términos, es incierto, ya que está en el cruce de caminos entre la cultura y la ciencia. Como término cultural puede encontrarse en relatos de naturalistas exploradores como Alexander von Humboldt y Charles Darwin. También lo hay en expresiones de arte pictóricas como Giotto di Bondone, y Vincent van Gogh o de escritores como Julio Verne. En si, el término paisaje se implantó en la sociedad educada ya en el siglo XIX, y quizás mucho antes, con sus pormenores, sobre todo de aprecio y subjetividad individual, tanto de expresión y apreciación. En el pasado, los lectores esperaban ávidamente los relatos de los exploradores y aventureros que recorrían el planeta quienes describían en sus relatos los componentes de aquellas regiones aún inexploradas. En algunos casos, los relatos eran acompañados de imágenes pictóricas que describían las palabras. Por ejemplo, Charles Darwin en su famoso recorrido por Sudamérica en The Beagle (que se traduce como El sabueso), era acompañado por un marinero que dibujaba lo que Darwin le encargaba.

En otros casos, los propios exploradores dibujaban lo que veían. Claramente, tanto los relatos como las expresiones pictóricas variaban en nitidez y apreciación. Fue en estos momentos en que los ecólogos del paisaje le dieron al término paisaje el vuelco para derivarlo y desarrollarlo como concepto.

En ecología de la conservación, paisaje se define como una unidad espacial arbitrariamente delimitada en función del interés cultural o biológico y sus interrelaciones. En este sentido se desarrollaron dos vertientes conocidas como escuelas de la ecología del paisaje: la europea y la americana. Mientras la primera priorizaba los componentes culturales y humanos del paisaje, la segunda priorizaba los componentes naturales y ecológicos. En ambos casos, el paisaje es explícitamente dependiente de la dimensión.

A mitad del siglo XX fue cuando los ecólogos empíricos y teóricos notaron que los procesos ecológicos que evaluaban generaban patrones diferentes si consideraban distintas dimensiones, como el espacio, el tiempo y la organización biológica. Se dieron cuenta de que la riqueza de especies, descrita como diversidad, cambiaba a través de las unidades ambientales que estudiaban como parcelas y transectos, que conformaban sus unidades de análisis. También se dieron cuenta que hay condiciones ambientales que abarcan regiones enteras, y por ende a los paisajes y sus elementos internos, pero que se expresaban de forma variante a través de los diferentes paisajes de las regiones, como las condiciones climáticas en los polos de la Tierra y sus áreas de influencia.

Estos ecólogos resaltaron que los movimientos masivos de organismos, o migraciones, alteraban estos patrones. Por ejemplo, en el continente americano sucede el mayor movimiento de organismos en masa del planeta. México es un paso crucial para muchos organismos como aves, mamíferos e insectos. En las aves se ha estimado que más de 5 mil millones de individuos pertenecientes a más de 400 especies transitan de sus ambientes tropicales a ambientes reproductivos en Norteamérica. Este movimiento masivo sucede en dos épocas del año. Durante la primavera boreal, las especies de aves se desplazan a Norteamérica para reproducirse, mientras que durante el otoño boreal las aves retornan a sus hogares tropicales para refugiarse y cumplir con sus obligaciones funcionales en los ambientes tropicales, como lo demuestran Pineda-Diez de Bonilla y sus colaboradores. De esta manera fue que los ecólogos del paisaje notaron que los paisajes son unidades multidimensionales que varían tanto internamente como por influencias externas.

Internamente, los paisajes pueden ser descritos por sus elementos como unidades ambientales claramente definidas, medibles y analizables como zonas de bosque, bordes y matriz. Los elementos del paisaje se encuentran inmersos en la matriz y varían en composición y configuración espacial dentro de la matriz. Por lo cual la variación interna de los componentes ambientales del paisaje le confieren heterogeneidad, la cual es mayor entre componentes que dentro de los componentes. Esta forma de medir y considerar el paisaje ha motivado su variabilidad conceptual.

Paisaje sonoro, paisaje marino y metapaisaje son composiciones derivadas de paisaje. A finales del siglo pasado, Pijanowski y colaboradores, presentaron el concepto de paisaje sonoro para referirse a la variación de la colección de sonidos presentes en el paisaje. De esta manera, estos autores proponen la identidad sonora de los paisajes. Sobre todo, la agrupación de sonidos de acuerdo a su origen: biológico, geofísico y humano; correspondientemente, biofonía, geofonía y antropofonía. Paisaje marino es la conceptualización de los principios de ecología del paisaje en ambientes marinos, aunque con las implicaciones del medio acuático. Mientras que metapaisaje hace referencia a la conectividad funcional de paisajes interconectados por la funcionalidad que les confieren organismos que los habitan. Por ejemplo, organismos migratorios llevan a cabo esta conectividad.

El paisaje es componente fundamental de la gran biodiversidad nacional y ha sido fundamental para entender procesos que la determinan y limitan. De haber sido un término cultural, paisaje se ha transformado para llegar a ser un concepto fundamental en ecología de la conservación que nos ha permitido entender cómo se estructuran y funcionan los paisajes, lo que a su vez es fundamental para la propuesta de ley general de biodiversidad.

José Luis Rangel Salazar
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Miguel Angel Martínez Morales
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Jorge Leonel León Cortés
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Departamento de Conservación de la Biodiversidad,
El Colegio de la Frontera Sur, Unidad San Cristóbal de Las Casas, Chiapas