El porqué de un merecido doctorado honoris causa — ecologica
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El porqué de un merecido doctorado honoris causa

Benjamín Mayer Foulkes

El 23 de enero pasado, entregamos a Lilia América Albert nuestro doctorado honoris causa, la más alta distinción otorgada por 17, Instituto de Estudios Críticos. Dada la pandemia en curso, la ocasión tuvo lugar en formato virtual, en el marco del XXX coloquio internacional “El sistema de salud, la salud del sistema”. El encuentro marcó el inicio del vigésimo año de labores del Instituto (2001-2021).

En la emotiva ceremonia, ante una nutrida audiencia transcontinental, la investigadora mexicana, cuyos trabajos han resonado desde hace varias décadas, recibió su grado honorífico a la par de la doctora Susan Reynolds Whyte, pionera danesa de la antropología médica, y la doctora Johanna María Richters, antropóloga holandesa especialista en respuestas psicosociales a los traumas causados por guerras y genocidios, como los perpetrados en Bosnia y Ruanda.

Desde 2010, 17, Instituto de Estudios Críticos ha premiado a figuras nacionales e internacionales cuyas contribuciones ensanchan los horizontes públicos que considera prioritarios y ponen en juego sus principios. Salta a la vista la generosidad de las ventanas abiertas al pensamiento, la creación y la praxis crítica por los galardonados. Hasta ahora son 12, y vale la pena reseñarlos para dar más elementos de contexto a la distinción aceptada por Lilia América Albert.

El primero, en 2010, fue Evgen Bavčar, pionero de la fotografía de ciegos y escritor esloveno, considerado por el crítico berlinés Walter Aue como “el cuarto inventor de la fotografía”. La de Bavčar fue una referencia fundacional para el propio instituto.

El segundo, en 2015, fue el mexicano Ariel Guzik. Practicante de la herbolaria tradicional de nuestro país, investigador de renacentista amplitud y artista representante de México en la 55 Bienal de Venecia, la de Guzik es una voz muy valorada en todos los campos que le conciernen.

El tercero, en 2016, el músico y compositor lituano Vyacheslav Ganelin, una suerte de Mozart de la improvisación. En cierta ocasión, al término de un concierto, un espectador lo acechó y siguió hasta su camerino para espetarle que era un embustero, ya que en realidad era Dios quien le susurraba qué tocar.

En 2017 correspondió el turno a Pat Mooney, investigador y activista canadiense en materia ambiental, económica y social. Cofundador del Grupo ETC, artífice de no menos de cuatro moratorias internacionales de tecnologías nocivas para la vida, Mooney (quien ha recibido el Right Livelihood Award, considerado el premio Nobel alternativo) es uno de los observadores más agudos de nuestra actualidad planetaria.

Ese mismo año, 2017, el grado fue entregado a la artista brasileña Edith Derdyk, cuya reconocida obra expande los horizontes gráficos y plásticos de la escritura, una referencia fundamental para la orientación de nuestro instituto, donde hemos cultivado una pedagogía escritural durante los últimos 15 años.

En 2018, la escocesa Evelyn Glennie, compositora, ejecutante y principal percusionista de música de concierto del orbe, nos honró al aceptar el nombramiento. Puesto que su sordera profunda le obligó a una depuración extraordinaria de su relación con el mundo sonoro, nuestro gesto la puso en relación con Bavčar, y permitió destacar el profundo interés que reviste para el instituto la lógica que los vincula.

Es el motivo por el cual fuimos adelante con su premiación a pesar de que ella contaba ya con veinticinco doctorados honoríficos anteriores; por lo general preferimos ser los primeros en entregar dicho grado a nuestros seleccionados.

En 2019, entregamos tres honoris causa

Al canadiense Ajay Heble, músico e investigador de las letras inglesas, impulsor del estudio de la improvisación, allende sus manifestaciones artísticas. En alianza con el Instituto Internacional de Estudios Críticos de la Improvisación fundado por él, actualmente promovemos la indagación de la improvisación en ámbitos como las organizaciones, la política, la ciencia y el psicoanálisis.

Al literato y creador mexicano Mario Bellatin, por la importancia de su obra para la sensibilidad teórica, crítica, analítica y artística contemporánea, en Hispanoamérica y más allá.

Y a Rafael Kohanoff, ingeniero, empresario, funcionario público y activista argentino, quien recibió el grado honorífico a los 93 años. Así destacamos su proposición de que los adultos mayores deberían ocuparse de asignaturas sociales fundamentales de las que no logran hacerse cargo el Estado y el mercado. “Tuta”, como era conocido cariñosamente, falleció en Buenos Aires el 15 de agosto pasado, a causa de Covid-19.

Cabe señalar que la elección de Albert, Reynolds Whyte y Richters en 2021 no ha sido casual. Tratándose de un trío de insignes guerreras, aludimos a la importancia contemporánea de los movimientos de las mujeres en el mundo. Sus aportes, que ilustran la importancia del trabajo de campo en materia de salud pública, psique y ecología para responder a la precariedad de la oferta médica, la violencia social y la contaminación ambiental, son tristemente pertinentes hoy para México y América Latina.

Agradecemos la posibilidad de colaborar con esta edición de La Jornada Ecológica con el fin de prolongar la celebración de esta toxicóloga imprescindible, y redoblar la difusión de sus aportaciones, que los poderes fácticos siempre han querido acallar.

Las advertencias de la doctora Lilia Albert sobre los riesgos transgeneracionales de la contaminación química en nuestro país son urgentes e ineludibles. Su enorme estatura como científica y ciudadana comprometida nos inspira profundamente. Invitamos a los lectores a conocer sus investigaciones y compartirlas por todos los medios.

Benjamín Mayer Foulkes
Psicoanalista
Director fundador de 17, Instituto de Estudios Críticos
Correo.e: [email protected]