La industria ladrillera mexicana utiliza tecnologías poco eficientes, siendo los combustibles que se utilizan muy diversos y de baja calidad, como neumáticos, aserrín, cenizas, aceite, plásticos, basura electrónica, entre otros. La principal ruta de exposición a contaminantes es el aire, y ocurren, además, procesos de deposición atmosférica en suelo, sedimentos y cuerpos de agua.