Lilia América Albert, una vida de lucha científica por la verdad y la vida — ecologica
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Lilia América Albert, una vida de lucha científica por la verdad y la vida

Andrés Barreda

La doctora Lilia América Albert Palacios se forma como química farmacobióloga en la Facultad de Química de la UNAM entre 1956 y 1960. Pertenece a la primera generación graduada en Ciudad Universitaria, cuando todavía no se acostumbraba inscribir mujeres en esa carrera.

Entre 1965 y 1969 cursa su maestría en química farmacéutica y su doctorado en ciencias en química en el Cinvestav-IPN, bajo la dirección del doctor Joseph E. Herz, lo que le permite profundizar en sus conocimientos sobre esteroides.

El apoyo del doctor Herz –refiere la doctora Albert– fue fundamental para que pudiera especializarse en Canadá en análisis de residuos de contaminantes, así como para establecer el Departamento de Química del Cinvestav-IPN, el primer centro de investigacion sobre la presencia de plaguicidas en el ambiente, los alimentos y las personas en México y sobre otros tipos de contaminantes.

Cuando entre 1973-75 elige como primer tema de investigación la contaminación que generan en alimentos lácteos, leche materna y en la salud humana y el medio ambiente, plaguicidas como el DDT, la doctora Albert posiblemente pensó que solo estaba dando un paso más dentro de su sólida formación profesional, sin caer en la cuenta que ello la colocaría no solo como una investigadora de frontera en temas interdisciplinarios cada vez mas problemáticos.

Conjeturo que nuestra investigadora, por la modestia que le caracteriza, tampoco se percató que con el paso del tiempo este nuevo trabajo la llevaría involuntariamente a convertirse en una líder científica incómoda, por la inesperada responsabilidad crítica que adquiriría el tener que hablar el resto de su vida con honestidad sobre los crecientes problemas de la salud de la población y el medio ambiente.

Conforme la trayectoria de Lilia Albert se decanta pioneramente como toxicóloga, ofrece sus conocimientos científicos al país sin meter dentro de su balanza de riesgos y beneficios personales el posible desarreglo que la divulgación de sus hallazgos podría ocasionar a su carrera profesional. Más allá de su formación, la estructura psicológica y ética de su carácter le permite hablar claramente sobre lo que ocurre ambiental y sanitariamente en cada vez más regiones de México.

Comportamiento que en no pocas ocasiones despertará la animadversión de altos grupos del poder económico y político comprometidos en procesos cada vez más contaminantes.

Bajo tales circunstancias, la doctora Albert perdió a fines de los años setenta su lugar estratégico en el Cinvestav, y tuvo que emigrar con su laboratorio hasta la ciudad de Xalapa, dentro del Instituto de Investigaciones sobre Recursos Bióticos (Inireb), que le acoge gracias al doctor Arturo Gómez Pompa.

Si bien este mismo laboratorio, por un mandato superior, termina por cerrarse en 1988, viéndose obligada a trabajar por su propia cuenta como editora, pero también como una investigadora socioambiental y como una capacitadora popular que, al interactuar con afectados ambientales y sin formación profesional, la obliga a explorar lo podría ser una toxicología comunitaria.

“Hasta 1995 –explica Fadia Moreno–, la doctora Albert fue la primera científica mexicana en realizar estudios sobre los eventuales efectos de los residuos de plaguicidas (…) Gracias a la elaboración de su artículo Persistent Pesticides in México se logró que Estados Unidos y Canadá indujeran al país a dejar de utilizar el DDT”.1

Con la experiencia que le brinda haber construido los laboratorios sobre contaminación del Cinvestav y el Inireb, haber asesorado en problemas toxicológicos a empresas e instituciones y haber tenido que lidiar con funcionarios, instituciones y empresas causantes de la contaminación, durante los siguientes 30 años de su vida alerta al país y a los afectados sobre los crecientes riesgos ambientales y sanitarios que se padecen, entre otras causas, por las políticas económicas y por el consiguiente doloso retraso que padecen el marco jurídico e institucional del país.

La energía con que la doctora Albert afronta todo tipo de adversidades sobresale si se recuerda cómo, a partir del periodo en que se cancela definitivamente su laboratorio, entre 1992 y 1995 se convierte en vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Toxicología (Alatox); periodo en el cual, acompañada de las doctoras Edna Rico, Margarita Castillejos, Luz María Cueto Sánchez, René Núñez, Mercedes Meza, Concepción Gutiérrez, etc., emprende en 1994 la fundación de la Sociedad Mexicana de Toxicología (Som tox), de la cual fue su primera presidenta.

Entre 1997-2000 vuelve a ser vicepresidenta de la Alatox. Durante ese mismo periodo, en reconocimiento a la alta calidad de su trabajo, entre 1996 y 2009, forma parte del consejo de Reviews of Environmental Contamination and Toxicology entre los números 146 y 201. Ni más ni menos que en la que era considerada como la revista de toxicología más importante del mundo.

A lo largo de su vida ha publicado más de 20 libros, 175 artículos de investigación en revistas científicas arbitradas, 75 informes técnicos, y varios capítulos de libros y numerosos artículos de divulgación científica.

Conocedora de la importancia de la difusión popular, colaboró en la revista El Jarocho Verde o en suplementos de divulgación importantes como La Jornada Ecológica y El Jarocho Quántico.

A pesar de la marginación institucional con la que se la quiso someter, recibe la Medalla al Mérito Académico “30 años de la Alatox”, que se entrega en 1988 a los treinta toxicólogos más destacados de América Latina, la Medalla al Mérito “Universidad Veracruzana, 2014” y el Premio “Juchimán de Plata 2015”, en ecología y medio ambiente, otorgado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.

Ha realizado un trabajo incansable en la educación de diversos tipos de profesionistas, de afectados ambientales y de ciudadanos sensibles en los temas básicos de la toxicología.

Desde 2018, en el nuevo Conacyt ha aportado de forma decisiva para la construcción del Proyecto Nacional Estratégico (Pronaces) “Agentes tóxicos y procesos contaminantes” y en el Programa Nacional de Investigación e Incidencia de “Salud ambiental”.

En enero de 2021 recibió un doctorado honoris causa por cuenta de 17, Instituto de Estudios Críticos.

Hoy trabaja en la actualización de sus dos obras más recientes sobre plaguicidas y sobre accidentes industriales en México.

Lilia Albert es una voz honda y de largo alcance en contra del mayor despojo posible: el robo del futuro que han impuesto a las nuevas generaciones de México y el mundo las seductoras e intimidantes industrias químicas y las instituciones políticas que les sirven, al dedicarse a traficar y acumular poder.

En suma, Lilia Albert es una voz ética y crítica de referencia en contra de las presentes formas visibles e invisibles de destrozar a la humanidad. Su postura ha asomado con valentía cada que vez que lo ha requerido la defensa de la vida de los agraviados ambientales, de los bienes comunes, del cuidado mutuo, así como del principio de esperanza que alimenta a la colectividad humana.

Sin una brújula así, habría resultado imposible orientar en circunstancias históricas y personales generalmente adversas un recorrido biográfico tan admirable.

1 Moreno, Fadia, “Premian trayectoria de Lilia Albert, pionera de la toxicología en México”, La Jornada. 2015
https://www.uv.mx/cienciauv/notas/premiandeliliaalbert/

Andrés Barreda
Profesor de la Facultad de Economía, UNAM
Coordinador del proyecto nacional estratégico Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes del CONACyT
Correo-e: [email protected]