El blanqueamiento coralino en el Pacífico central mexicano
Amílcar Leví Cupul Magaña, Enrique Godínez Domínguez y Alma Paola Rodríguez Troncoso
El Pacífico central mexicano es una región con una presencia importante de arrecifes y comunidades coralinas, distribuidas en su mayoría en islas que cuentan con un estatus de protección especial como la reserva de la biosfera Archipiélago Islas Marías, el parque nacional Isla Isabel y el parque nacional Islas Marietas frente a las costas del estado de Nayarit, así como el santuario de las islas de la Bahía de Chamela, al sur de Jalisco.
Asimismo, podemos destacar sitios costeros con importante cobertura de coral con son playa Mora en bahía Tenacatita y bahía de Cuastecomates a punta Melaque en la costa sur de Jalisco, así como Carrizales y bahía de Santiago, en Colima.
La importancia de los arrecifes de coral radica en que son zonas de reproducción, crianza y alimentación para muchas especies de invertebrados y vertebrados marinos los cuales dependen de manera directa o indirecta de la presencia de corales sanos.
Estos ecosistemas también proveen servicios ambientales a las poblaciones cercanas, un claro ejemplo es la actividad de pesca ribereña en el parque nacional Isla Isabel, así como las visitas turísticas en el parque nacional Islas Marietas, la bahía Cuastecomates y Carrizales, generando una derrama económica de millones de pesos al año.
Los arrecifes de coral son relevantes desde el punto de vista científico, porque son considerados un excelente indicador del impacto del cambio climático.
Los corales se han denominado como el termómetro del planeta, ya que cambios o eventos anómalos asociados principalmente a la temperatura superficial del mar provoca los eventos conocidos como blanqueamiento.
Se tiene un amplio conocimiento de que eventos como El Niño, el cual provoca condiciones de altas temperaturas por arriba de los rangos normales y La Niña, la cual disminuye drásticamente la temperatura del mar.
Ambos pueden fluctuar en su intensidad y frecuencia, pero además influyen en las zonas afectadas por periodos desde días hasta semanas. Su efecto se refleja en los eventos de blanqueamiento, los cuales pueden derivarse a mortandades locales o masivas llevando a una pérdida no solo de los corales, sino de todos sus organismos asociados.
Si bien el reciente evento de blanqueamiento y pérdida de arrecifes durante 2023 provocó una alarma a nivel mundial, a lo largo del Pacífico central mexicano se han registrado previamente eventos de blanqueamiento, los cuales han afectado con diferente severidad distintas localidades en la región.
Los primeros registros de mortandad masiva en la historia reciente, se asocian al evento de El Niño de 1982-83, el cual provocó una mortandad importante de corales, pero no se cuentan con datos que permitan cuantificar su intensidad. Posteriormente, los arrecifes de coral sufrieron el efecto del evento El Niño 1997-98, durante el cual se registraron incrementos en la temperatura superficial del mar ≈1.5 °C por arriba del promedio, causando a lo largo de casi 200 kilómetros de costa desde Carelleros-Punta de Mita, Islas Marietas hasta Cabo Corrientes, Jalisco un blanqueamiento masivo de cerca del 95 por ciento de la cobertura de coral en la bahía y, dado el tiempo prolongado (semanas) que duró dicho evento, causó una mortandad masiva de casi la totalidad de los arrecifes.
Seis años más tarde, en 2004, se registró un evento de estrés térmico el cual no afectó equitativamente a toda la región, ya que los efectos fueron un bajo blanqueamiento y mortandad parcial principalmente en los arrecifes someros del parque nacional Isla Isabel.
Posteriormente, durante 2010-2011 se registró el primer evento de blanqueamiento por frío, asociado a un evento La Niña, el cual, contrario a El Niño, llevó a una drástica disminución en la temperatura del agua hasta ≈3 °C, causando un evento de blanqueamiento coralino en la región, pero con una mortandad de menos del 1 por ciento de los corales en Islas Marietas, pero una mayor afectación de ≈15 por ciento de los corales en Isla Isabel.
Solamente tres años más adelante, desde el verano del 2014 hasta el 2016, se presentó otro evento El Niño, el cual debido no solo a su intensidad, sino al prolongado tiempo que afectó se le denominó El Niño “Godzila”.
Los efectos de este evento fueron progresivos, teniendo el primer impacto en los arrecifes de Isla Isabel, a finales del 2014, y llevando a una mortandad de casi el 85 por ciento de su cobertura coralina en menos de dos meses.
No fue sino hasta los primeros meses del 2015, que este evento fue oficialmente reconocido, provocando blanqueamiento de coral desde la reserva de la biosfera Islas Marías hasta bahía Carrizales en Colima. El sitio más afectado por este fenómeno se encuentra dentro de la reserva de la biosfera Islas Marías, la isla María Cleofas, en la cual se perdió cerca del 91 por ciento de su cobertura de coral.
Durante este mismo periodo, en el parque nacional Islas Marietas se registraba un blanqueamiento de alrededor del 70 por ciento el cual para el 2016 resultó solo en una pérdida del 2 por ciento de su coberutra.
A pesar del devastador impacto que tuvieron estos eventos durante casi cuatro décadas, los datos muestran que posterior a un evento de blanqueamiento y mortandad, la mayoría de los sitios ha tenido la capacidad de recuperarse de manera natural, y en algunos, se han implementado medidas de restauración asistida, con el fin de incentivar este proceso de recuperación del sistema.
Sin embargo, esto no es una generalidad, ya que sitios en los que, además de los eventos de anomalías térmicas, estuvieron sujetos a un alto impacto de actividad humana como fue arrecife de Carrelleros que nunca se logró recuperar.
La cronología de los eventos de blanqueamiento nos lleva a 2023, durante el cual desde los primeros meses diversas agencias internacionales anunciaban la alta probabilidad de la ocurrencia de un nuevo evento de El Niño, el cual se desarrolló rápidamente, cambiando las condiciones térmicas de toda la región del Océano Pacífico tropical oriental.
Este fue un año extraordinario en los valores de temperatura de la superficie del mar, con incrementos de la temperatura desde 1-2.5 °C por arriba del promedio, por lo que se le ha considerado como el evento más intenso de las últimas décadas.
Conforme avanzaba el año y se desarrollaba El Niño, también iniciaron los reportes de blanqueamiento en varias localidades del sur del país, así como a lo largo del Pacífico tropical oriental con sus primeros reportes desde el mes de mayo, el cual alcanzó al Pacífico central mexicano en el mes de julio con registros de blanqueamiento en el parque nacional Isla Isabel y hasta la última semana de agosto y principios de septiembre que se observó este efecto en el parque nacional Islas Marietas, así como a lo largo de la costa de sur de Jalisco como en bahía de Chamela y Cuastecomates y Carrizales, en Colima.
La intensidad del evento, así como su duración de más de 19 semanas, llevó a que en octubre se registrara una mortandad masiva de corales en toda la región, particularmente en el parque nacional Islas Marietas. Para el mes de noviembre, la temperatura superficial del mar comenzó a descender y la mortandad aparentemente había cesado.
Para finales de año se determinó que el parque nacional Islas Marietas había tenido una pérdida total del 83 por ciento de su cobertura de coral y Cuastecomates del 53 por ciento.
Los datos muestran que los corales más afectados y que presentaron las primeras evidencias tanto de blanqueamiento como mortandad, fueron los conocidos como submasivos o incrustantes como el género Porites el cual tuvo una supervivencia de menos del 1 por ciento y Pavona con una presencia actual del 3 por ciento, siendo el coral ramificado del género Pocillopora el que no solo resitió durante más tiempo el blanqueamiento, sino además, sobrevivió.
Este patrón fue similar a lo largo de la región, sin embargo se cuenta con evidencia de algunos sitios con la presencia de las mismas especies de coral que aunque se blanquearon, tuvieron una pérdida solamente del 3 por ciento en su cobertura. A estos sitios se les ha denominado actualmente como los arrecifes de esperanza.
El pronóstico indica que, por efecto del cambio climático, los eventos tanto de El Niño como La Niña continuarán incrementando su intensidad y su frecuencia. Los pronósticos de hace 20 años indicaban que en las condiciones actuales, habríamos perdido en su total los arrecifes de coral.
Sin embargo, ellos están luchando y buscando la manera de sobrevivir, a pesar de las condiciones no favorables, muchas de ellas, asociadas a la actividad humana. Pero el poco tiempo que tienen estos organismos tan complejos para recuperarse de un evento a otro, genera un escenario preocupante y de incertidumbre por su permanencia futura.
Amílcar Leví Cupul Magaña, Enrique Godínez Domínguez y Alma Paola Rodríguez Troncoso
Centro Universitario de la Costa, Universidad de Guadalajara
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