El Caribe pierde sus playas y arrecifes por el calentamiento global
Vanessa Francisco y Horacio de la Cueva
Los corales son animales marinos constituidos por tejido vivo y una parte dura de carbonato de calcio secretada en un proceso similar al de las conchas de los moluscos. Las secreciones de algunas especies de coral se transforman en la estructura de los arrecifes. No todas las especies de coral contribuyen de igual manera a formar arrecifes, a las especies que más contribuyen se les denomina constructoras.
Los corales viven en una asociación interdependiente con microalgas a las que brindan protección y elementos que éstas usan, interviniendo en reacciones metabólicas vitales para el coral. Son estas microalgas las que dan color al tejido coralino. Sin ellas, el tejido del coral es transparente y es posible ver la parte dura de color blanco de carbonato de calcio donde se asienta el tejido vivo; cuando los corales pierden estas microalgas se dice que se “blanquean”. Este blanqueamiento de coral no es una enfermedad, ocurre cuando los corales son sometidos a condiciones de estrés que perduran, por ejemplo, cambios de temperatura del agua fuera del intervalo óptimo por periodos de semanas o incremento en la exposición a la radiación solar, o en la concentración de nutrientes en el agua.
Se desconoce con exactitud por qué se da el blanqueamiento. Si las condiciones ambientales mejoran, las microalgas se reincorporan al tejido y el coral se recupera lentamente. En cambio, si cualquiera de estas condiciones de estrés persiste, los corales no son capaces de sobrevivir sin las microalgas durante periodos largos (semanas) y eventualmente, mueren.
En 2023, las temperaturas altas del agua de mar en gran parte del planeta superaron niveles históricos. En el arrecife que forma la gran barrera australiana –el arrecife más largo del mundo– grandes extensiones de corales sufrieron blanqueamiento y no se recuperaron. En México, diferentes investigadores reportaron mortalidades del 80 por ciento de coral en el Pacífico (p. ej. Huatulco) así como en algunos sitios del Caribe.
El aumento de la temperatura del agua se relaciona en gran medida con el fenómeno de calentamiento global, que muchas personas confunden con cambio climático. En el imaginario popular cuando se menciona el cambio climático a muchos le viene a la mente la imagen del oso polar flotando en un trocito de hielo y que el planeta se está calentando. Vale la pena aprovechar estas líneas para distinguir entre estos dos fenómenos planetarios que están estrechamente relacionados. La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), define el cambio climático como “cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables”. La CMNUCC diferencia, pues, entre el cambio climático atribuible a las actividades humanas que alteran la composición atmosférica y la variabilidad climática atribuible a causas naturales. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) define el calentamiento global como el aumento estimado de la temperatura media global en superficie durante un periodo de 30 años, en relación con los niveles preindustriales. Este aumento de temperatura es causado por la actividad humana debido al rápido incremento de gases de efecto invernadero (GEI) como el dióxido de carbono (CO2) producto de la quema de combustibles fósiles, carbón, petróleo y gas. Estos GEI comenzaron a incrementar en la atmósfera de forma exponencial desde que comenzamos a usar máquinas en la era industrial hace menos de 200 años. Entre estos gases se encuentran algunos de los que se habla mucho, como el dióxido de carbono (CO2) y el metano (CH4) asociado a la ganadería con 80 veces mayor potencial de efecto invernadero que el CO2. Hay otros GEI de los que no se habla tanto, como el hexafloruro de azufre (SF6) que tiene un potencial de efecto invernadero 22 mil 800 veces mayor que el CO2. Este gas se sintetiza a muy bajo costo y se emplea como aislante por su bajo poder de conductividad. Paradójicamente se utiliza en instalaciones eléctricas de alto voltaje en redes eléctricas que pueden o no estar asociadas a complejos de generación de energía “verde” donde no se emplean combustibles fósiles. El aumento en el uso de este gas está asociado al incremento del uso de energías renovables. El SF6 puede permanecer en la atmósfera por al menos mil años, y pueden pasar más de 3 mil años antes de ser descompuesto por los rayos UV. Esto no quiere decir que las energías renovables no sean el camino correcto, lo que hay que recalcar es que el uso del SF6 debería estar prohibido a nivel planetario, de manera similar a como se prohibieron en la década de 1990 los clorofluorocarbonos (CFC) que se usaba en contenedores de aerosol y que dañaron la capa de ozono. Gracias a su prohibición, hay evidencia que la capa se está recuperando.
Tenemos que actuar ya, no se puede esperar a que no queden corales para tomar acciones en cuanto a las emisiones de GEI. La pérdida de los arrecifes además de afectar negativamente la biodiversidad tiene consecuencias graves para la población humana en: 1) seguridad alimentaria, 2) fuentes de empleo en turismo y pesca y 3) protecciónn costera; esta última cada vez más importante en escenarios de cambio climático global con tormentas y huracanes de mayor frecuencia e intensidad. La capacidad de protección de la costa de los arrecifes no se pierde de un día para otro, las estructuras de origen biológico que tardaron siglos en crearse se irán erosionando poco a poco. Ya se ha reportado que estas estructuras no están “creciendo” a la misma tasa que lo hacían hace algunos años, debido a las altas temperaturas y que la erosión es cada vez más importante.
Cuando las olas rompen en la cresta de los arrecifes, se disipa la energía del oleaje, por ello los arrecifes constituyen una de las principales barreras protectoras contra la erosión de la costa. El transporte de sedimentos en la playa depende de la fuerza y ángulo con los que llegan las olas; ambos son modificados por la cresta arrecifal. El oleaje cuando es perpendicular a la costa tiene una capacidad limitada de transporte de sedimentos. En otras palabras, los arrecifes sanos protegen la costa, la playa y a la infraestructura asociada.
En el Caribe mexicano se midió la atenuación del oleaje en Puerto Morelos durante el huracán Wilma –de categoría cinco– en el 2005, Blanchon y su equipo de colaboradores, investigadores de la UNAM, determinaron que el arrecife disipó el 90 por ciento de la energía del oleaje. Los arrecifes brindan protección en caso de tormentas y huracanes, pero también en condiciones normales. Una parte de la disipación de energía se da gracias a las formas de los corales que se encuentran en la cresta. Si estos corales mueren el arrecife pierde rugosidad y pierde altura, lo que se traduce es una reducción de su poder de disipación de energía y por ende en mayor erosión de la costa.
Con la mayoría de los corales afectados por enfermedades y por el blanqueamiento masivo, el deterioro se ha acelerado. Si a esto le sumamos el desarrollo costero mal planeado, los resultados de la ecuación empeoran. Las Naciones Unidas estima que alrededor de 500 millones de personas en todo el mundo dependen alimentariamente de los arrecifes de coral como sustento, incluso personas que viven lejos de la costa.
La superficie que los arrecifes de coral ocupan en todo el mundo es similar a la suma de los estados mexicanos de Sonora y Sinaloa, aun así, contienen el 25 por ciento de todos los organismos marinos del planeta.
En lugares como Cancún, según cifras de INEGI, llegan alrededor de 19 millones de turistas al año. Se ha calculado que la derrama económica anual de Quintana Roo, producto del turismo, supera los 9 mil 500 millones de USD, siendo la principal actividad económica del estado. Estos turistas son atraídos por las playas blancas de origen coralino y al color turquesa de las aguas que también se relaciona al color de la arena. La pérdida actual de corales es muy rápida y podemos esperar consecuencias negativas en el número de visitantes en un futuro no muy lejano. En la Riviera Maya muchos hoteles se están quedando sin playa, las palmeras de coco con raíces expuestas, sacos de arena y geotubos lamentablemente ya forman parte del paisaje. Muchos hoteles se encuentran en una búsqueda desesperada de soluciones verdes, grises y mixtas. No siempre estas soluciones están en el marco de la ley y en muchos casos es peor el “remedio que la enfermedad”. A la ecuación de pérdida de playa hay que agregar el componente del sargazo, su arribo también está relacionado en cierta medida con el calentamiento global y los aportes de nutrientes. Las malas prácticas al colectar el sargazo aceleran la pérdida de playa. El tránsito permanente de maquinaria pesada compacta la arena y gran parte de esta se va adherida al sargazo hasta los sitios de disposición final.
Las Naciones Unidas decretó el periodo 2021-2030 como la década de la restauración de los ecosistemas. Sin embargo, ecosistemas como las dunas costeras o los arrecifes de coral es una empresa realmente costosa y lenta. En caso de los arrecifes, con tasas de crecimiento de pocos milímetros por año en la mayoría de las especies de coral, deben pasar muchas décadas para recuperar y brindar algunos de los servicios de un arrecife saludable. Restaurar es mejor que quedarse de brazos cruzados presenciando la extinción local de especies de coral, sin embargo, es importante no crear falsas esperanzas. Es clave continuar con el desarrollo de metodologías que mejoren el éxito de los procesos de restauración manteniendo en mente que es mucho más económico conservar un ecosistema que restaurarlo.
Necesitamos cambiar nuestros hábitos sociales de consumo. Limitar los plásticos de un solo uso, innovar en tecnologías que permitan reutilizar plásticos ya generados, eliminar la producción y uso de gases como e SF6, son algunos ejemplos de lo que podemos cambiar. Los países deben tomar medidas radicales en muy corto plazo para controlar las emisiones de GEI, también deben mejorar localmente el tratamiento de las aguas residuales. A pesar de las advertencias, los objetivos de reducción de emisiones siguen siendo insuficientes. Los plásticos comunes siguen emitiendo gases de efecto invernadero cuando son expuestos a la luz solar. El ejemplo los CFC que se usaba en los aerosoles y la posterior recuperación de la capa de ozono demuestra que sí es posible tomar medidas planetarias, pero hay que actuar ya; los arrecifes y los millones de personas que dependemos de ellos no podemos esperar más.
Vanessa Francisco1 y Horacio de la Cueva2
1Laboratorio de Investigación Integral para la Conservación de Arrecifes.
Unidad Académica de Sistemas Arrecifales. ICML-UNAM, Puerto Morelos, Quintana Roo, México.
2Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Baja California, México.
Correos-e: [email protected] y [email protected]