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Valoración económica en sistemas costeros de México

Guadalupe de la Lanza Espino y Arturo Ruiz-Luna

La ausencia de políticas e instrumentos para evaluar la pérdida o transformación de los bienes y servicios que ofrecen los ecosistemas en México (particularmente la zona costera) ha generado situaciones conflictivas ante eventos provocados por actividades económicas que impactan al ambiente. Dicha omisión limita la asignación de responsabilidades y, por lo tanto, la formulación de mecanismos de recuperación o compensación del daño.

Así, el deterioro de los sistemas costeros del mundo no solo es lamentable por la pérdida de hábitats esenciales para numerosas especies de flora y fauna (incluyendo especies de importancia comercial) sino también por la disminución de funciones y procesos que ocurren en ellos y que son generadores de bienestar para la sociedad.

Estos beneficios, denominados servicios ecosistémicos, se materializan como alimentos, suministro de agua y materiales, mantenimiento de la biodiversidad y la regulación del clima, entre otros.

También pueden ser intangibles, como la producción de oxígeno y el secuestro de carbono, el reciclado de nutrientes; inclusive por la relevancia estética o cultural de estos ambientes.

Sin embargo, la creciente población humana también demanda recursos y servicios provenientes de la naturaleza, generando mayor presión ambiental, con efectos económicos y sociales.

La naturaleza gratuita de muchos de esos servicios ecosistémicos limita su control, por lo que se han propuesto distintas alternativas para remediarlo. Incluye la restricción de uso y la valoración económica con propósitos de conservación y manejo.

Considerando que los instrumentos legales que actualmente existen (creación y vigilancia de áreas naturales, programas de ordenamiento ecológico y evaluación de impacto ambiental) requieren altos costos para su implementación, se asume que la valoración económica de los servicios ecosistémicos contribuiría a reducir la depreciación del llamado capital natural.

Pese a que existen diversos métodos de evaluación, ninguno se ha aplicado de manera sistemática en ambientes costeros en México.

Al reconocer la ausencia de instrumentos oficiales para evaluar el impacto económico provocado por la transformación y pérdida (deliberada o accidental) de hábitats costeros y, en consecuencia, de los beneficios que ofrecen, se propuso la elaboración de una metodología, con carácter transdisciplinario, para estimar el valor económico (VE) por unidad de superficie por servicio ecosistémico y el valor económico total (VET) por ecosistema.

Para ello se adoptó el sistema de clasificación de los servicios ecosistémicos propuesto por el grupo de Evaluación de los Ecosistemas del Milenio, aún sujeto a discusión pese a su amplio reconocimiento y uso.

Dicho sistema contempla la existencia de servicios de soporte (productividad primaria, formación de suelos), de provisión (pesca, agricultura, leña, fibras), de regulación (control de clima, inundaciones, depuración de agua) y culturales (sitios espirituales y religiosos, recreación, educacionales).

Con base en la propuesta desarrollada se realizó una experiencia piloto para identificar los ecosistemas (arrecifes, franja litoral, marismas, esteros, manglares, entre otros), que concurren en cinco sistemas representativos de la zona costera en México. Y para posteriormente evaluarlos.

Los sistemas seleccionados fueron: laguna de Términos (Campeche), bahía Magdalena (BCS), sistema lagunar Huizache-Caimanero (Sinaloa), Marismas Nacionales (Nayarit) y el sistema arrecifal de Huatulco (Oaxaca).

Después de identificar los ecosistemas presentes en cada uno de ellos, los especialistas involucrados en la evaluación ponderaron la importancia relativa de cada componente de manera independiente para cada región. Y es que si bien puede existir conexión o relación entre dos o más sistemas, no necesariamente tienen la misma importancia a nivel local, ya sea por su extensión, condición o usos.

Una vez establecida su importancia relativa se determinó el valor económico (VE) como el producto del valor de importancia asignado, multiplicado por el valor monetario que corresponde a una unidad de superficie por unidad de tiempo.

Dicho valor, expresado en dólares americanos normalizados a la economía de 2003, es el promedio de diversas evaluaciones realizadas con distintos métodos de valoración: precio de mercado, costo de reemplazo, valoración contingente, costo de viaje, entre otros.

De acuerdo con ese procedimiento, el valor económico mínimo se ubicó en nueve dólares por hectárea por año y correspondió al servicio “pesca recreativa” en el ecosistema “lagunas”.

En contraparte, el máximo valor (35 mil 034 dólares por hectárea y año) se asignó al servicio “protección contra inundaciones y tormentas”, ofrecido por el ecosistema “río”. Considerando todos los servicios que ofrece un ecosistema dado y el valor que estos representan, se calculó el valor económico total (VET) como la suma de los valores individuales de los servicios por sistema.

Los resultados de este proceso se asumen como preliminares o demostrativos, pues es necesario contar con especialistas de diversas disciplinas que tengan un adecuado conocimiento del área a valorar. Para el estudio piloto, aunque se contó con representantes de diversas especialidades, no todos conocían a fondo los sistemas costeros involucrados.

Debe resaltarse que, aunque hay carencias de información sobre el valor económico de cada ambiente y servicio, este vacío deberá irse llenando con futuros estudios a nivel local. También podrá hacerse con los resultados de evaluaciones realizadas en ecosistemas similares, pero ubicados en distintas latitudes, contando con las adecuadas técnicas de transferencia del valor estimado.

Es claro que el modelo propuesto requiere de ajustes, pero se considera necesario. Inclusive para evaluar daños debidos a eventos climáticos extremos y las consecuencias que de ellos se derivan sobre los ambientes costeros.

También es de utilidad para propósitos de conservación, ordenamiento territorial y con el fin de generar estimaciones sobre posibles impactos negativos causados por actividades humanas, que deban ser reparados y/o sancionados severamente conforme a las leyes existentes sobre la materia.

Guadalupe de la Lanza Espino
Instituto de Biología, UNAM
Correo-e: [email protected]

Arturo Ruiz-Luna