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La importancia de los bosques comunitarios ante la Covid-19

Marisol Ruiz Cortés

Ante la pandemia de Covid-19, el mundo entero está conmocionado en materia económica, política, social y ambiental. Mientras los científicos buscan armar las piezas de este rompecabezas, el planeta Tierra no volverá a ser el mismo y mucho menos en las grandes ciudades. Sin embargo, esta situación nos pone a reflexionar sobre aspectos fundamentales que tienen que ver con la manera en que nos hemos desarrollado y los cambios que tendríamos que realizar.

Estamos ante una nueva etapa geológica, el Antropoceno, como Paul Crutzen la nombró en el año 2000. Un periodo en que las actividades humanas han tenido un impacto profundo en el ambiente. Sobre todo, las actividades económicas globales destructivas como la minería, infraestructura, agricultura a gran escala, así como los incendios, que han acelerado procesos de deforestación provocando la pérdida de biodiversidad que se continuará profundizando con el cambio climático.

Ante este contexto de la pandemia, debemos volver la mirada a los bosques y por ende a la biodiversidad. Es lamentable ver por imágenes transmitidas en la televisión o por las redes sociales cómo continúa la destrucción del Amazonas, uno de los grandes reservorios de ecosistemas en el mundo, así como de poblaciones no contactadas. Otras imágenes que nos hacen reflexionar son los animales caminando por las calles de las ciudades. Se destruyeron sus hábitats para que nosotros pudiéramos vivir donde antes fueron sus lugares de vida.

Los bosques nos brindan diversos beneficios: ayudan a filtrar agua a los mantos freáticos, protegen el suelo de la erosión, convierten el dióxido de carbono en oxígeno; regulan la temperatura de las ciudades; nos brindan alimentos y plantas medicinales, combustibles. Son gran reservorio de flora y fauna, y también factor de salud pública.

La FAO reconoció en 2018 la importancia que tienen los pueblos indígenas, ya que un rasgo importante es que están regulados por derechos colectivos y en sus territorios concentran el 80 por ciento de la biodiversidad en el mundo.

En México, existen 5 millones de personas indígenas habitando en bosques y selvas (Semarnat). Nuestro país tiene una gran experiencia en el manejo forestal comunitario y es ejemplo a seguir a nivel internacional debido a que se han conservado los bosques y se ha realizado producción comercial de productos forestales maderables creando un desarrollo local y regional.

Tal es el caso de uno de los pueblos de la sierra de Juárez en Oaxaca: Calpulálpam de Méndez. Desde 1970 y hasta hoy, ha logrado defender su territorio. Dieron lucha política y legal consiguiendo quitar la concesión forestal a la empresa Fábricas de Papel Tuxtepec (Fapatux), que pagaba al gobierno derecho de monte y sus habitantes no podían hacer aprovechamiento de éste.

En 1985 se modificó la Ley Forestal y las comunidades pudieron hacer aprovechamiento de tan invaluable recurso. Se organizaron años más tarde con otras comunidades y fundaron la Unión de Comunidades Forestales Zapotecas Chinantecas (Uzachi) y continuamente se capacitan en las nuevas técnicas. Esto ha repercutido en la propia cultura ambiental del pueblo, pues sus habitantes dejaron de utilizar bolsas de plástico.

Este pueblo también se enfrentó contra la minería logrando que en octubre del año 2019 se cancelaran las concesiones tras un litigio de cinco años.

Como mencionábamos líneas arriba, las ciudades ya no serán las mismas durante y después de la pandemia. El urbanismo mexicano tendrá que volver a mirar la ciudad con sus reservas forestales, como nos lo había indicado con su visión de largo plazo Miguel Ángel de Quevedo (1910). Él consideró necesario preservar las reservas forestales para las grandes ciudades dado que brindaban aire puro, regulaban la temperatura y la provisión de aguas.

Revisemos ahora la alcaldía de Milpa Alta, en la Ciudad de México, que cuenta con 28 mil 464 hectáreas de suelo de conservación; respecto a las particularidades del territorio, éste cuenta con propiedad social, dividida en 26 mil 913 hectáreas de propiedad comunal y mil 892 de ejidal. El área urbanizada asciende a mil 670 hectáreas, ocupada por los 12 pueblos que integran dicha alcaldía.

Los habitantes de Milpa Alta tienen una larga historia de lucha por la defensa de sus bosques. En 1911 se integraron a las filas revolucionarias en el ala zapatista contra el Reglamento de Bosques de la Ley sobre Ocupación y Enajenación de Terrenos Baldíos de los Estados Unidos Mexicanos de 1894 que no les permitía extraer recursos del bosque pero sí se permitía la explotación a las empresas extranjeras.

En el pueblo de San Pablo Oztotepec se ratificó el Plan de Ayala y hasta hoy se sigue conmemorando esta fecha muy especial como un recordatorio para no olvidar a aquellos que dieron su vida por conseguir “tierra y libertad”. En los años setenta del siglo XX, tuvieron también que dar una lucha muy importante ante diversos frentes: quitar la concesión de su bosque a la empresa Loreto y Peña Pobre y detener algunos proyectos de infraestructura.

Ya en este siglo volvieron a la lucha política frenando dos proyectos de infraestructura: el Arco Sur y la construcción de oficinas de resguardo de material naval de la Secretaría de Marina.

Existe también un interés de las instituciones del gobierno de la Ciudad de México, así como de la Representación General de Bienes Comunales (máximo órgano que representa a los pueblos de Milpa Alta) por preservar el suelo de conservación. Para ello se establecieron brigadas comunitarias de cuidado del bosque. Hombres y mujeres milpaltenses salen muy temprano de sus hogares para comenzar su trabajo en el bosque. Lo inician a las 8 am y, si es temporada de incendios, no se sabe cuándo regresarán.

Durante años de trabajo han adquirido aprendizajes y conocimiento del bosque: desde hacer trabajo de poda, reforestación, hacer brechas cortafuego, combate a incendios, monitoreo de flora y fauna.

Las mujeres de la brigada Comunal San Pablo ganaron el Premio al Mérito Forestal en 2014 y se reconoció su trabajo ya que hicieron crecer en 65 por ciento la masa forestal (Conafor, 2016). Otras brigadas son: Monitoreo Biológico de San Pablo Oztotepec, Brigada Comunal Tlalcoyotes, Tecuanis, Comunal Villa y Mixtiani. Las brigadas son vitales para el cuidado del suelo de conservación de nuestra ciudad. Trabajan en espacios que son vitales para recuperar calidad de vida en la metrópoli.

Marisol Ruiz Cortés
Profesora de la Facultad de Economía, UNAM
Correo-e: [email protected]