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En qué se diferencian los murciélagos de los vampiros

Jhon Barros

De las más de mil 400 especies de murciélagos registradas en el mundo, tan solo tres se alimentan de la sangre de animales: el común, el de patas peludas y el de alas blancas. Según el Instituto Humboldt, en Colombia hay múltiples registros de estos vampiros y, al parecer, tienen una proteína que podría ayudar a tratar enfermedades vasculares.

Desde 1897, cuando salió a la luz la novela Drácula del escritor irlandés Bram Stoker, el mundo conoce Transilvania, una región europea que hoy hace parte de Rumanía, como la cuna de los vampiros, hombres amantes de la oscuridad que se alimentan de sangre para sobrevivir y tienen la capacidad de transformarse en pequeños animales peludos y voladores que revolotean por las noches en busca de sus víctimas.

Este mito, inspirado en la historia del conde rumano Vlad, el Empalador, ha sobrevivido al paso del tiempo debido a las múltiples adaptaciones del libro para cine y televisión, lo que convirtió al personaje de Drácula en un disfraz casi que obligatorio en Halloween y sembró un rechazo y miedo rotundo por parte de la humanidad hacia los murciélagos, mamíferos que en su mayoría se alimentan de insectos y frutas y no de sangre humana.

La ciencia ha logrado identificar más de mil 400 especies de murciélagos en todo mundo, cifra que representa aproximadamente una cuarta parte de todos los mamíferos del planeta. Sin embargo, ni siquiera cinco de estas especies beben sangre de animales y ellas habitan a más de 10 mil kilómetros de Rumanía, en sitios tropicales de América.

Según el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, Colombia es uno de los países con presencia de murciélagos vampiros o chupasangre, los cuales han sido registrados desde la Alta Guajira hasta las selvas húmedas de la Amazonía, pasando por las extensas sabanas y la Orinoquia, las altas montañas andinas y el espesor verde del Pacífico.

Son solo tres y no habitan en Transilvania

El vampiro común (Desmodus rotundus), el vampiro de patas peludas (Diphylla ecaudata) y el vampiro de alas blancas (Diaemus youngi) son las únicas tres especies de murciélagos que necesitan de la sangre para sobrevivir.

Ninguna de las tres existe en Transilvania, Rumanía o Europa, lo cual tumba de tajo el mito de que esas tierras cercanas a la frontera con el mar Negro son el imperio de los verdaderos chupasangre. Tienen un rango de distribución por varias partes de Latinoamérica, desde México hasta Argentina, tanto en zonas húmedas, tropicales y subtropicales como en regiones más áridas y frías.

Estos tres murciélagos son vectores de la rabia. Cuando le chupan la sangre a algún animal doméstico o ganando contagiado, pueden propagar la enfermedad en el resto de sus presas. La rabia genera conflictos con el hombre. Los ganaderos les aplican veneno o ponen trampas para capturarlos.

No están amenazados

Según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), las tres especies de vampiros están en la categoría de preocupación menor. Sin embargo, muchos son envenenados por los campesinos cuando hay un caso de rabia en una zona determinada.

Aunque aún no está totalmente confirmado, los murciélagos vampiros podrían jugar un rol fundamental en la cura de varias enfermedades vasculares. Cuentan con una proteína anticoagulante en la saliva que actualmente está siendo estudiada por los científicos, ya que podría contar con características para el tratamiento de varias enfermedades en el hombre como los padecimientos circulatorios.

Jhon Barros
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