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Murciélagos en México: ayer dioses, hoy animales incomprendidos

Alejandro Antonio Castro Luna y Jorge Galindo González

La palabra murciélago deriva del latín mus, muris (ratón), caecus (ciego) y alatus (alado), esto es mus caecus alatus, o ratón ciego alado. Este nombre nace de la creencia popular de que a los ratones, al envejecer, les salían alas y echaban a volar, volviéndose así murciélagos. Sin embargo, la única verdad de lo anterior es que los murciélagos pueden volar.

Estos animalitos, nocturnos por cierto, no son ciegos y tienen poco en común con los ratones; eso sí, al igual que los ratones, son mamíferos, esto es, tienen pelo y amamantan a sus crías, de la misma forma en que lo hacen las vacas, los caballos y los seres humanos.

Los murciélagos, como grupo, aparecieron en la Tierra mucho antes que el hombre y han estado vinculados con éste ya sea como enemigos o bien beneficiándose mutuamente. A continuación describimos algunos aspectos relevantes de la relación que los murciélagos han tenido con los habitantes de México desde la época prehispánica hasta la actualidad.

Los murciélagos en el México antiguo

Los murciélagos han formado parte de la mitología de las culturas del México prehispánico como una de las deidades más notables; hay pruebas de que tenían gran importancia debido a que abundan las representaciones de estos animales en urnas de cerámica, esculturas, pinturas, estelas y códices antiguos.

Reciben diferentes nombres según las distintas lenguas: tzinacan en náhuatl, zotz en maya, bigidiri beela, bigidiri zinia (mariposa de carne) en zapoteco, ticuchi léhle en mixteco y thut en huasteco, por citar solo algunos ejemplos.

También sirvieron como emblema de ciudades y dieron origen al nombre de varias localidades, como es el caso de Zinacantán (“lugar de murciélagos”), población localizada en los Altos de Chiapas, y Zinacantepec (“cerro de los murciélagos”) en el estado de México.

La imagen del murciélago simbolizaba muy diversos aspectos en cada cultura. Para los aztecas representaba la oscuridad, la tierra y la muerte, aunque en los códices también está asociado con el culto del maíz y la fertilidad.

En la cultura maya, los murciélagos están vinculados a las tinieblas y la muerte, lo mismo que con los dioses de la lluvia, de la luz y de los cuatro puntos cardinales. Los códices mayas también muestran a Camazotz, una deidad asociada a los murciélagos, sosteniendo en una mano el cuchillo de los sacrificios, mientras que en la otra sujeta a la víctima.

El murciélago era considerado como un ser del inframundo entre los mayas quichés y se le asociaba a la decapitación. En contraste, para los zapotecas eran los dioses de la fertilidad y la agricultura.

Al llegar los españoles a Mesoamérica y consolidarse la Conquista, se impusieron nuevas costumbres y, con ello, la figura del murciélago dejó de ser venerada y respetada. En su lugar, adquirió fama de siniestra y repugnante. En este cambio influyó mucho el mito de los vampiros, seres que por las noches salían de sus tumbas y se alimentaban con la sangre de los vivos.

En el folclore de la Europa medieval, el murciélago fue usualmente relacionado con las acciones de los genios nocturnos del mal, y el arte de la época, plagada de supersticiones, se había encargado de mitificar la imagen del murciélago. No es difícil imaginar que en 1527, cuando los primeros conquistadores españoles llegaron a las costas de Yucatán y se evidenciaron los ataques de los murciélagos vampiros a hombres y caballos, el mito del vampiro encontrara su contraparte real, aumentando el temor y recelo hacia estos simpáticos animales.

Con los españoles también llegó la ganadería, práctica desconocida en el continente americano y que demandaba la tala de grandes extensiones de selvas y bosques para el establecimiento de pastizales forrajeros.

Este cambio en el paisaje que tenía como principal objetivo beneficiar al hombre, también favoreció al murciélago vampiro común (Desmodus rotundus), que originalmente se alimentaba de la sangre de animales silvestres como venados, jabalíes, tapires, y que con la introducción del ganado bovino vio aumentada la cantidad de presas de las cuales se alimentaba, y así aumentó el tamaño de sus poblaciones hasta convertirse en una verdadera plaga para los ganaderos.

Los murciélagos dejaron de ser parte de mitos y leyendas y se convirtieron en un problema real, en una amenaza para la economía pues con su mordedura pueden transmitir la rabia paralítica o derriengue, enfermedad causante de pérdidas millonarias a la ganadería en los trópicos.

Se conoce muy poco de la relación entre hombres y murciélagos durante la época posterior a la Guerra de Independencia y la Revolución Mexicana. Esto fue debido probablemente a que durante ese tiempo otros asuntos de mayor trascendencia ocupaban la atención de la sociedad.

No obstante, se conoce que durante las luchas de independencia en las comunidades rurales de fuerte influencia náhuatl, a algunos guerrilleros insurgentes del sur de la República se les conoció como “chinacos” nombre de clara raíz náhuatl derivado de tzinacan (“murciélago”). Estos hombres de ascendencia afromestiza y reconocidos por su valor en el combate recibían este nombre debido a que al igual que, los murciélagos, durante el día se ocultaban en cuevas y grutas, y salían a luchar solo por la noche.

Los murciélagos en la actualidad

Los murciélagos han sido durante siglos animales incomprendidos y objeto de leyendas terroríficas, inspiradores de una literatura negativa y protagonistas de un cine que ha explotado al máximo el temor hacia estos mamíferos distorsionando siempre negativamente su imagen.

Hoy, estos mamíferos necesitan que dejemos a un lado la ficción para comprender su realidad, una realidad generosa con el medio ambiente, con el ser humano y, sobre todo, una realidad que de no entenderse a tiempo representaría la extinción para varias especies, por cierto benéficas para el ser humano.

Aún falta mucho por hacer y difundir a la sociedad, ya que en fechas recientes existen lamentables experiencias que dan cuenta de la necesidad de un adecuado conocimiento de lo que son los murciélagos.

Por dar un ejemplo, entre 1995 y 1996 se desató una ola de pánico debido al mito del “chupacabras”, una criatura que mató numerosas aves y ganado menor en algunas localidades rurales del país y que entre otras características la imaginación popular le atribuyó “alas de murciélago”.

Estos ataques al parecer fueron causados por cánidos (coyotes o perros) o felinos. No obstante, el mito alcanzó el carácter de leyenda y ocasionó que en muchas localidades la gente, motivada por el temor, incendiara el interior de las cuevas donde se refugiaban los murciélagos.

Al ser nocturnos y no verlos en nuestra vida diaria, los murciélagos son poco conocidos y han motivado muy poco a la sociedad. Se observan desde el misterio y con cierto recelo, volando en la oscuridad y cuya única fuente de alimentación atribuida es la sangre.

Hoy, la imagen negativa parece perder fuerza a partir de estudios científicos, los cuales han comprobado que de las mil 120 especies de murciélagos que se conocen en el mundo, solo tres se alimentan de sangre: el ya mencionado murciélago vampiro común, que se alimenta de la sangre de mamíferos, y otras dos especies que basan su dieta en la sangre de aves: Diaemus youngi y Diphylla ecaudata, ambas muy raras y poco abundantes.

Aunque la mayoría de las especies de murciélago son insectívoras, también encontramos especies vegetarianas, que basan su dieta en frutas y néctar. También hay especies carnívoras que se alimentan de pequeños ratones, aves, ranas y lagartijas. En los ríos y estuarios del sur de México, podemos encontrar al murciélago pescador (Noctilio leporinus), que se alimenta de pececitos a los que captura con sus largas patas mientras vuela al ras del agua.

Los murciélagos viven en todo el país, pero son más abundantes en los trópicos, principalmente en los estados de Oaxaca y Chiapas. Durante el día descansan entre el follaje, en troncos huecos de árboles, grietas, cuevas, minas abandonadas e incluso entre las tejas de casas y construcciones antiguas, aunque en general podemos hallarlos en cualquier sitio que esté bien protegido y tranquilo. En algunas cuevas se hallan en cantidades enormes, desde algunos miles hasta millones de individuos.

México cuenta con 137 especies de un total de 927 en el mundo, el 18 por ciento del total de especies. De todas las presentes en el país, quince son endémicas, es decir, que solo se encuentran en nuestro territorio.

Desafortunadamente, la situación de los murciélagos, como la de muchos otros organismos de la flora y fauna de México, se ha complicado por las actividades humanas. Los murciélagos son muy vulnerables, ya que por ignorancia, mala fe o simplemente por accidente, sus refugios –y especialmente las cuevas– son destruidos, ocasionando la muerte de millones de estos animales.

En el sureste del país hay especies que están fuertemente amenazadas por la deforestación de las selvas, eliminadas para establecer potreros y cultivos. Un ejemplo es el murciélago lanudo orejón (Chrotopterus auritus), que se alimenta de pequeños animalitos (lagartijas, murciélagos e insectos) y se refugia en pequeños grupos familiares en los troncos huecos de los árboles de la selva. Este murciélago es afectado por la destrucción de sus refugios pues un árbol necesita de muchos años para engrosar su tronco, envejecer y formar oquedades que necesita una familia lanudo orejón.

Los beneficios que ofrecen

La mayoría de las especies de murciélagos son benéficas para el hombre. Por ejemplo, las que comen insectos mantienen en un nivel adecuado las poblaciones de éstos. De otra manera se convertirían en plagas para la agricultura. Un solo murciélago insectívoro puede comerse hasta mil 200 mosquitos o insectos de tamaño similar en una sola noche. Y una colonia de un millón de murciélagos de cola libre (Tadarida brasiliensis) consume ¡hasta diez toneladas de insectos por noche!

Las especies que se alimentan de néctar, de rostro alargado y larga lengua, polinizan plantas como los agaves, de donde se extrae el tequila y el mezcal, dos de los productos más emblemáticos de nuestro país. Estas plantas producen flores que se abren únicamente en la noche y producen abundante néctar que encanta a los murciélagos.

Por su parte, los murciélagos que consumen frutos son asiduos consumidores de muchas especies de árboles tropicales, como los amates, el ciruelo cimarrón y el ramón. Esta acción es muy importante en la regeneración de las selvas, ya que mientras vuelan de un sitio a otro, llevan en su boca los frutos o en el estómago las semillas que han consumido y posteriormente las defecan. Este proceso se conoce como dispersión de semillas y con esta acción contribuyen a que los bosques y selvas tengan garantizada su supervivencia.

La importancia de los murciélagos es incuestionable en la naturaleza y para el hombre. Sin embargo, nuestro desconocimiento de los murciélagos y la destrucción de selvas y bosques representan un riesgo para la supervivencia de estos animales extraordinarios. Aunque el gobierno mexicano ha declarado a cuatro especies como amenazadas y otras 28 como raras, hace falta un esfuerzo mayor para protegerlos, un esfuerzo que debe estar enfocado a mantener sus refugios y la vegetación en la cual viven y se alimentan, a difundir la verdadera historia de lo mucho que significan para el ambiente y los seres humanos.

Con ello, los mitos pasarán a ocupar su sitio como parte del folclore y la fantasía, dando lugar a una convivencia armoniosa con estos vecinos nocturnos. Solo así estaremos seguros de verlos volar, como cada noche, por los cielos de México.

Alejandro Antonio Castro Luna y Jorge Galindo González