El principio de precaución debe imponerse en el caso del glifosato — ecologica
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El principio de precaución debe imponerse en el caso del glifosato

Lilia América Albert

Como fruto de la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo, conocida como Cumbre de Río, celebrada en esa ciudad en 1992, los gobiernos participantes firmaron la Declaración de Río, también llamada Agenda XXI.

En su Principio 15, esta declaración incluye el principio de precaución que da orientaciones fundamentales para los gobiernos sobre sus acciones para proteger el ambiente. Conforme a él, “cuando exista la amenaza de daño grave o irreversible, la falta de pruebas científicas definitivas no debe usarse como justificación para posponer las medidas encaminadas a evitar la degradación ambiental y a proteger los ecosistemas”.

Dicho principio también establece que: “las acciones deben anticiparse a las causas de degradación ambiental, evitarlas y atacarlas” y que, en la medida de sus posibilidades, los gobiernos deberán poner en práctica medidas eficaces para evitar el deterioro ambiental.

Esto viene a cuento porque, en medio de las opiniones divergentes sobre la necesidad de usar el glifosato en México y la prematura propuesta –después retirada– de las autoridades agrícolas para debatir sobre dicho uso, al parecer a esas y otras autoridades se les ha olvidado que existe este principio, que es diáfano en lo que establece y que debe ser la base del control de las sustancias peligrosas, la contaminación y la protección del ambiente no solo en México, sino en el mundo.

Como es común en nuestro país cuando las ganancias de alguien están en riesgo, ha surgido todo tipo de amenazas casi apocalípticas sobre lo que le va a pasar a nuestra producción agrícola si no hay glifosato para proteger a los cultivos de las “malas yerbas”. O sea que, como hubieran dicho las abuelas y es frecuente en estos casos, nos están tratando de asustar con el petate del muerto.

A las autoridades de agricultura y a los promotores del glifosato se les ha olvidado, muy convenientemente, que es innecesario debatir al respecto puesto que:

Hay abundantísima información científica nacional e internacional del mejor nivel sobre los riesgos de glifosato para la salud humana y el ambiente,

Esta información no está limitada a un país, un grupo humano o una enfermedad o problema específicos y,

El gobierno puede elegir la que convenga más para respaldar su decisión y prohibir su uso.

Las autoridades mexicanas pueden y deben aplicar el principio de precaución para dicha decisión, puesto que no solo sobra información sobre los muchos y graves riesgos del glifosato, sino que existen estudios nacionales que demuestran que este tóxico ya se encuentra en el agua de consumo de varias comunidades rurales y en la orina de los niños y adultos que viven en ellas.

Lo anterior públicamente prefieren no mencionarlo los mismos que nos amenazan con hambrunas históricas. Tampoco hacen referencia a los millones de dólares que Monsanto, la fabricante de glifosato, ha tenido que pagar en Estados Unidos a quienes la demandaron por el cáncer que éste les causó.

Otro punto crucial que omiten sus vociferantes promotores, y no porque lo ignoren, es que los únicos cultivos para los que el glifosato es realmente esencial en México son los 150 de tipo transgénico autorizados en fase piloto y los 22 aprobados para su etapa comercial que estén usando semillas transgénicas resistentes al glifosato. Esto es así porque, si no se tiene glifosato para proteger de las malezas a esos cultivos, los costos de eliminarlas subirán enormemente y pondrán en riesgo las importantes ganancias que esperan los grandes agricultores que han optado por esos cultivos.

Ahora que son más evidentes las nefastas consecuencias para la salud y el ambiente del país por el apoyo que, desde 1950, se le ha dado a la agricultura basada en el uso de sustancias tóxicas, es un momento excelente para que las actuales autoridades tomen en cuenta que hace casi 30 años que existe el principio de precaución. Que reconozcan que nuestro país no puede seguir atado al uso irrestricto de sustancias tóxicas de dudosa utilidad. Y que es urgente que México cuente con una Ley de Sustancias Químicas destinada a regular el uso de la enorme cantidad de sustancias tóxicas que, como el glifosato, nos han impuesto los intereses trasnacionales.

Lilia América Albert
Consultora privada en toxicología ambiental
Directora general de Ambiente y Salud, AC
Correo-e: [email protected]