La pandemia que surgió en México por desidia de las autoridades — ecologica
Usted está aquí: Inicio / Artículos / La pandemia que surgió en México por desidia de las autoridades

La pandemia que surgió en México por desidia de las autoridades

Iván Restrepo

En abril de 2009, México reportó los primeros casos de la gripe A/H1N1. Se detectaron en la región de Perote, Veracruz y su posible origen en las Granjas Carroll, dedicadas a la producción industrial de cerdos. La pandemia pronto se extendió por viajeros a varios estados de nuestro país, Estados Unidos y Canadá, especialmente. Muchos de nuestros lectores no vivieron esa época que obligó en la Ciudad de México al cierre de restaurantes y comercios diversos durante abril. Y en todo el país, las escuelas, hasta mediados de mayo.

Esa epidemia de gripa, también llamada “porcina”, dejó oficialmente 18 mil 500 decesos. Pero la prestigiosa revista médica Lancet calculó que fueron entre 151 mil y 575 mil.

Oportunamente advertimos de las condiciones en que funcionaban las citadas granjas. Las autoridades lo ignoraron. Aprovecho para hacer un resumen de lo que entonces publiqué en La Jornada y mostrar la negligencia que tuvieron los gobiernos de los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón:

Abril 24, 2006, La Jornada

Granjas Carroll, sin control ambiental

Recientemente, un alto funcionario del estado de Veracruz declaró a los medios que el gobierno de dicha entidad dará su apoyo a una poderosa empresa dedicada a la cría masiva de porcinos a fin de que no cierre sus instalaciones. El funcionario es Antonio Ferrari, que cobra como subsecretario de Promoción y Desarrollo Empresarial. La empresa es Granjas Carroll, que desde hace 12 años tiene sus instalaciones en el municipio de Perote y ahora busca ampliarlas a otras localidades. Nada de particular tendría que el gobierno apoyara a una empresa para que realice sus labores dentro de la ley, genere empleo y obtenga utilidades. Sin embargo, las citadas granjas se distinguen por los daños que está causando al ambiente, los recursos naturales y la salud de quienes habitan una amplia región de Veracruz.

Granjas Carroll de México es una de las tres más importantes empresas porcícolas de nuestro país. Obtiene cada año 800 mil unidades en base a un pie de cría de 40 mil vientres. Su producción se destina preferentemente al mercado del área metropolitana de la Ciudad de México. El negocio es tan bueno que esperan llegar al millón de cabezas una vez que concluya la construcción de las nuevas instalaciones en el valle de Perote, mismas que están a cargo de un consorcio estadounidense. También es del vecino país el principal accionista de Carroll, la compañía Smithfield, número uno en la producción de cerdo de todo el continente americano.

Si Carroll decidió asentarse en la región de Perote es por contar con un clima favorable para la porcicultura, está cerca de los principales mercados del país, dispone de mano de obra barata, existe muy poca competencia en dicha actividad y hay cercanía con el puerto de Veracruz, lo que facilita traer del exterior ciertos insumos utilizados en los procesos de cría y alimentación de los cerdos.

La empresa cuenta con su propia planta de alimentos capaz de producir 26 mil toneladas al año. Lo que pagan a la mano de obra como parte del costo de producción es muy bajo comparado con la media nacional. Esto es así por el alto grado de automatización del proceso de alimentación de los miles de cerdos que hoy producen. De todas formas, ocupa a unas 500 personas entre administrativos y trabajadores.

Pero las instalaciones donde se producen estos animales originan un grave problema ambiental y de salud, además de consumir enormes cantidades de agua y de compuestos para “animar” el crecimiento rápido de los cerdos, por ejemplo. A ello se agrega el uso extensivo de antibióticos para evitar enfermedades y mantenerlos en buen estado. Como resultado, los desechos producidos en los criaderos, el agua negra resultante del aseo de las zahúrdas y la mezcla de excrementos, orina, residuos químicos y biológicos forman una mezcla de gran peligrosidad que deteriora la tierra, las corrientes de agua. De que esto es así en distintas partes del mundo ofrece pruebas el gobierno de nuestro socio y vecino: en varias ocasiones ha sancionado a la poderosa Smithfield, la principal socia de Carroll, por contaminar con sus desechos. La multa fue multimillonaria en dólares y uno de sus directivos fue condenado a prisión.

En México, las Granjas Carroll llevan más de 10 años deteriorando el medio y la salud sin que las autoridades hagan algo. Bueno, sí: le ofrecen ayuda para que resuelva sus problemas de contaminación a través de un consorcio español especializado en el tratamiento de desechos. Y es que Carroll amenazó con irse de Veracruz si la obligan a cumplir con la ley. Esto, porque la ciudadanía, en especial la de Perote y Jalacingo, cada vez en mayor número, exige que la empresa realice sus tareas dentro de estrictas normas de control y seguridad, a fin de evitar el deterioro y mal uso de los recursos naturales, en especial el agua, y males a la salud de las poblaciones cercanas a las unidades porcícolas. Tampoco quieren que siga la impunidad y la prepotencia de algunos empleados de las granjas porcícolas, en su intento por privatizar lo que son espacios de la Nación, como los caminos regionales. Kafka jarocho: en vez de obligar a la poderosa empresa a cumplir la ley, se le apapacha con dinero público.

Mayo 4, 2009, La Jornada

Una alerta que se dio demasiado tarde

Francia sobresale por sus avances científicos. Su Instituto Pasteur goza de renombre internacional. Merecen entonces atención las palabras del director del Instituto Nacional de Vigilancia Sanitaria de ese país, Françoise Weber, quien dijo: la epidemia de gripe humana circuló en México desde hace semanas y se detectó tardíamente, cuando llegaron los casos más graves y los decesos.

Cuidando las formas diplomáticas, la Casa Blanca afirmó que no tiene razones para dudar de que el gobierno mexicano escondiera información sobre el brote de la gripe, previo a la visita del presidente estadounidense Barack Obama. No nos notificaron nada antes del viaje, aclaró Robert Gibbs, portavoz del mandatario. Uno de los integrantes de su comitiva regresó infectado de gripe. Además, fuera de los informes oficiales (que todavía no alcanzan la condición de personas), nadie cree la versión de que el director del Museo Nacional de Antropología, Felipe Solís, murió de todas las enfermedades, menos de la nueva influenza.

Diego Palacio, ministro de Protección Social de Colombia, declaró que a su país le correspondía actuar como si ya tuvieran el virus, no vaya a ser que nos pase lo que a México, que no tuvo las medidas en el momento adecuado o no las creyó necesarias y un par de semanas después emite alerta internacional. Ni a Chespirito quieren ahora en Colombia.

La consultora estadounidense Veratec Corporation, especializada en biovigilancia, informó hace un mes de un caso de influenza humana en Perote, Veracruz. Lo reportó de inmediato a la Organización Panamericana de la Salud y a la Organización Mundial de la Salud (OMS). El director de Veratec, James Wilson, fue acusado de irresponsable por el secretario de Salud, José Ángel Córdoba, porque no avisó al gobierno mexicano oportunamente. Wilson respondió que fue el primero en alertar sobre la presencia de dicha influenza. Y agregó: con quien debe hablar México sobre tardanzas es con la OMS, no conmigo.

El gobierno de Brasil se quejó porque las autoridades mexicanas no informaron a tiempo sobre la presencia creciente de la gripe humana. Agenor Álvarez, director de la Agencia Sanitaria de Brasil, explicó que hubo demora y, en casos como éste, la notificación debe ser inmediata a los demás países.

El doctor Fernando Noble, de la Clínica Londres (Ciudad de México), aseguró que “estábamos alertados del brote de influenza desde inicios de año, cuando ya se manejaba como pandemia. Incluso Enrique Ruelas Barajas, del Consejo de Salubridad General de la Secretaría de Salud, pidió que los hospitales estuvieran preparados para cualquier pandemia. Noble lamenta que las autoridades federales emitieran tarde la alerta.

En las conferencias de prensa que presiden los secretarios de Salud y del Trabajo, los periodistas transmiten las quejas de la población por la mala atención y el trato discriminatorio que reciben en hospitales y centros de salud los posibles infectados. En la radio, denuncian cobros de mil pesos y más por atenderlos, pese a que el gobierno asegura que el servicio es gratuito. En los sanatorios de provincia, en el de la Raza y en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, los empleados protestan por la falta de equipo para protegerse de la gripe.

En algunos noticiarios se acusa de negligente al titular de la Procuraduría Federal del Medio Ambiente (Profepa), quien, en vez de andar clausurando hoteles en Quintana Roo, debió tomar las medidas necesarias para evitar los graves daños que ha ocasionado a la salud pública el funcionamiento de las Granjas Carroll, ubicadas en Perote, Veracruz. Sin embargo, esa negligencia se remonta a los tiempos en que otros dos panistas sin empleo fueron convertidos de la noche a la mañana por el señor Fox en expertos en temas jurídico-ambientales: José Luis Luege e Ignacio Loyola.

Finalmente, tres preguntas: ¿quién ordenó desmantelar los institutos especializados que México tenía desde mediados de los años 50 para estudiar y enfrentar las epidemias? ¿Qué presidente desoyó la recomendación de la OMS (1999), de prepararnos para enfrentar posibles epidemias? ¿Por qué, si el gobierno tenía todo bajo control, en dos semanas murieron tantas personas por influenza humana y por otras?

Envíe sus respuestas a la residencia de Los Pinos, donde todo se resuelve para siempre.

Iván Restrepo