Naturalia, 30 años dedicados a luchar por la biodiversidad mexicana — ecologica
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Naturalia, 30 años dedicados a luchar por la biodiversidad mexicana

Óscar Moctezuma Orozco

Conservar la flora, fauna y ecosistemas planetarios es una tarea vital y urgente, sin la cual la especie humana no sobrevivirá, pero que requiere un mínimo nivel de conciencia individual para ser valorada y apoyada en forma adecuada.

Lamentablemente, esa conciencia individual es muy baja, casi nula, entre la mayoría de los mexicanos. Para valorar a la conservación se requiere entender la forma en que nuestra vida cotidiana, ya sea que vivamos en ciudades o en el campo, depende de los procesos ecológicos que nos suministran bienes y servicios indispensables para sobrevivir y para desarrollarnos en forma plena.

El ritmo de vida actual, tan acelerado y sobreestimulado, nos ha alejado totalmente del entendimiento de los procesos naturales y de asumirnos no como los seres superiores de la creación, sino como una especia más de las que evolucionaron en este planeta, sometidas a los controles y balances perfectos de la naturaleza.

Es por esta razón que a una inmensa mayoría de personas la naturaleza les parece un elemento irrelevante y alejado de sus vidas. También hay muchos que aún piensan que, en todo caso, la naturaleza es un recurso inagotable, disponible para el desarrollo humano, por lo que asumen que su destrucción y contaminación son una consecuencia normal e inevitable al aprovecharla.

Con base en esta visión, la mayoría de las personas ha definido las prioridades en su vida y en las sociedades a las que pertenecen, poniendo al cuidado del medio ambiente y a la conservación al final de su lista de prioridades.

Esta realidad explica también por qué elegimos gobernantes que responden a esas prioridades y se olvidan por completo de los temas ambientales e, incluso, agravan la problemática ambiental de manera intencional e irresponsable.

Lo que toda persona debiera conocer y entender a cabalidad, es que los servicios ambientales que la naturaleza nos proporciona y sin los cuales no podríamos sobrevivir, requieren que se preserve la biodiversidad en su conjunto (especies y ecosistemas). Es como una máquina perfecta que dejará de funcionar si le estamos quitando piezas constantemente.

Las especies que se extinguen son esas “piezas” indispensables para el funcionamiento de la maquinaria natural perfecta. Y el ritmo al que las actividades humanas están provocando miles de extinciones, provocará el colapso de esa maquinaria única que nos mantiene con vida a los humanos y a millones de otras especies que nos acompañan en el planeta.

Entender que el agua fresca que consumimos a diario proviene de un ciclo que requiere de los bosques y selvas para captarla y hacerla bajar desde la nubes a los ríos, lagos y acuíferos subterráneos; que el suelo fértil para nuestros cultivos se forma a partir de la descomposición de la materia orgánica en los ecosistemas; que la polinización de las plantas y el 75 por ciento de nuestros cultivos la llevan a cabo los insectos, murciélagos, aves y roedores; que la dispersión de semillas que es indispensable para mantener creciendo los bosques y demás ecosistemas la realizan a diario miles de especies de animales. Y que la captura del carbono atmosférico que satura nuestra atmósfera por la quema de combustibles que llevamos a cabo, se logra incorporando ese exceso de carbono al tronco de los árboles que crecen constantemente en los bosques, daría una nueva perspectiva a las personas sobre el valor de la naturaleza y la importancia de conservarla.

Esto debiera ser una prioridad en la enseñanza pública de todos los niveles… pero no lo es. La realidad es que esa ignorancia pública y el desinterés en la conservación que ha alimentado, mantienen a nuestra actividad como una acción casi en el abandono, lo que representa un camino suicida ante la crisis actual de la biodiversidad mundial.

Nos encontramos inmersos en un proceso de extinciones masivas en el planeta, similar por su magnitud a algunos de los que se dieron en el pasado de la Tierra. Como el que provocó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años. Pero que difiere en las causas y ritmo al que se está dando: ésta es la primera vez que la extinción masiva de especies es provocada exclusivamente por las actividades y alteraciones de una sola especie: la humana.

Y, además, el ritmo al que se extinguen las especies por nuestra causa no tiene precedentes en la historia del planeta: las estimaciones científicas actuales señalan que en el planeta se extinguen tres especies de seres vivos (plantas, animales y otros organismos) ¡cada hora!

Esto quiere decir que cada año, la Tierra pierde alrededor de 30 mil especies, lo que pone en riesgo los procesos ecológicos y amenaza con hacer colapsar la maquinaria natural que nos mantiene vivos.

El año pasado, un estudio científico solicitado por la ONU reveló que más de un millón de especies en el planeta se encuentran amenazadas de extinción. Esta cifra resulta muy inquietante si consideramos que los humanos “conocemos” (es decir, hemos descubierto y clasificado científicamente) alrededor de dos millones de especies.

Más de la mitad de las especies que hemos descubierto en nuestro paso por la Tierra ¡ya se encuentran amenazadas con desaparecer!, lo que sin duda ya nos ha colocado a nosotros mismos como una más de las especies “en peligro de extinción”.

Es este escenario inquietante el que nos motivó a algunos ciudadanos mexicanos a dejar de ser espectadores de esta tragedia y a pasar a ser actores activos para promover la conservación. Para lograrlo, decidimos crear una asociación civil, Naturalia, AC, en octubre de 1990, un año que sentimos no muy lejano pero que sin duda difiere mucho de lo que hoy en día estamos viviendo.

Hace 30 años, en México había 40 millones menos de personas y 6 millones más de hectáreas de bosques y selvas, que se han perdido ante el crecimiento de nuestra población y el “desarrollo” de nuestra sociedad. También había más fauna que la que sobrevive hoy en día, pues se estima que en ese lapso hemos perdido más o menos la mitad de los animales silvestres que había entonces.

Pero algunos logros en la batalla de la conservación no se habían consumado, como el contar con las leyes e instituciones gubernamentales (Semarnat, Profepa, Conanp, Conafor, INECC) que hoy tenemos para atender los temas ambientales. O el disponer de un sistema formal de áreas naturales protegidas para salvaguardar los rincones silvestres más valiosos de nuestro territorio.

Al crear a Naturalia, reconocimos que era necesario incrementar los esfuerzos por preservar la maravillosa biodiversidad de nuestro país, una de las cinco más importantes a nivel global. Se reconoce que nuestro territorio y mares nacionales albergan prácticamente todos los tipos de ecosistemas conocidos (a excepción de los polares) y una variedad sorprendente de plantas y animales.

Al menos una de cada 10 especies del planeta se encuentra en México, aunque el resultado de los procesos destructivos nos ha colocado, también, como la nación del mundo que más especies tiene en peligro de extinción. Todo un récord vergonzoso.

Para contribuir a la urgente tarea de la conservación, en Naturalia reconocimos que era responsabilidad de toda la sociedad (no solo de los gobiernos), y nos propusimos trabajar desde el sector ciudadano por la educación y concientización de la sociedad, atender casos específicos de especies nativas amenazadas y promover la protección y restauración de zonas silvestres.

Hemos incluso complementado estos objetivos a través de iniciativas para recuperar especies amenazadas. Es el caso del castor (Castor canadensis), el lobo mexicano (Canis lupus baileyi), el perrito de las praderas (Cynomys ludovicianus) y el jaguar (Panthera onca). Eso nos ha permitido establecer algunas reservas privadas que hoy protegen alrededor de 30 mil hectáreas de valiosas tierras en estado silvestre e involucrar a las comunidades locales en su protección y conservación.

A nivel nacional hemos emprendido una campaña anual de reforestaciones que desarrollamos con el apoyo y participación de muchas empresas y miles de ciudadanos, y que llevamos a cabo en 13 estados de la república mexicana. A lo largo de más de 18 años hemos plantado más de un millón de árboles de diversas especies para recuperar bosques en las zonas rurales cercanas a algunas de las principales ciudades del país.

Cuidando los detalles estratégicos para asegurar la viabilidad de estos árboles, hemos logrado un porcentaje superior al 60 por ciento de supervivencia en nuestras reforestaciones, lo que podríamos equiparar a haber recuperado una superficie aproximada de 5 mil hectáreas de bosques, donde se han capturado más de 10 toneladas de CO2 atmosférico y se han captado miles de litros de agua para consumo humano, para su uso en agricultura y otras actividades productivas.

Nuestras actividades de educación y difusión ambiental nos han llevado a impartir más de 600 pláticas y conferencias a lo largo de nuestros 30 años de existencia. También a participar en múltiples espacios en los medios de comunicación a través de entrevistas y reportajes y a elaborar cientos de materiales didácticos e informativos, que incluyen carteles, folletos, manuales, historietas, videos, libros y, de manera muy relevante, la edición continua, por más de 23 años, de la primera revista mexicana dedicada a la divulgación de temas de conservación y conocimiento de la biodiversidad nacional: la revista Especies.

Hoy en día, la labor de Naturalia, AC, nos ha permitido incidir en políticas públicas y acciones gubernamentales dirigidas a la conservación y a impactar la conciencia de miles de ciudadanos mexicanos que hoy valoran de manera más adecuada nuestra biodiversidad y se preocupan por preservarla.

Sin embargo, por más gratificantes que puedan resultar nuestros logros, debemos reconocer que estamos perdiendo la batalla por preservar la biodiversidad nacional. La mayor parte de nuestras áreas naturales protegidas (parques y reservas) son todavía “de papel” pues, a pesar de estar decretadas, no cuentan con presupuesto y personal suficiente para asegurar que los procesos destructivos y contaminantes que se dan en el campo no las afecten como en realidad lo hacen.

También es expresión del abandono a la conservación, el ser la nación del mundo con mayor cantidad de especies en peligro de extinción. Y, ahora, con una de las menores inversiones públicas en materia ambiental.

El problema principal al estar perdiendo esta batalla, es que el colapso ambiental que presagia la continua extinción de especies y pérdida de ecosistemas terminará por sumir a la especie humana en un escenario insustentable y de enormes conflictos y sufrimiento social.

Nadie sabe a ciencia cierta cuanto tiempo nos queda antes de llegar a ese colapso, pero las estimaciones más realistas de los científicos, señalan que, de seguir por el mismo camino, tenemos no más de 15 o 20 años para resolver tanto la amenaza del cambio climático, como la de la pérdida de biodiversidad mundial, antes de que el colapso sea inevitable e irreversible.

El panorama no se ve alentador. Particularmente en este país que durante la presente administración ha retrocedido aun más en su compromiso de preservar su valioso patrimonio natural, disminuyendo considerablemente los recursos destinados a proteger y restaurar zonas silvestres y a desarrollar proyectos para recuperar especies amenazadas.

Tampoco se ha valorado y estimulado la participación civil en esta tarea. Hoy, en forma por demás increíble y contradictoria, a las asociaciones ambientalistas se nos estigmatiza y ataca desde las más altas esferas gubernamentales que siguen sin entender que luchar por la conservación de nuestro patrimonio natural no es oponernos al desarrollo, sino buscar asegurar nuestra supervivencia como nación y sociedad y un mejor y más justo futuro para las nuevas generaciones.

Contra esa percepción tenemos también que seguir luchando porque sabemos que lo que hacemos es lo correcto. Agradecemos de corazón todo el apoyo que hemos recibido de miles de personas que, a lo largo de estos años se han sumado a la causa de Naturalia y que, confiamos, lo seguirán haciendo en el futuro. Es el caso del suplemento La Jornada Ecológica, otra tribuna en defensa del medio ambiente y de la población. Y con la que ya publicamos una edición especial sobre las tareas que hemos realizado.

Óscar Moctezuma Orozco
Fundador y director general de Naturalia, AC
naturalia.org.mx