Impactos en la salud y el ambiente por la extracción y el uso del carbón
Ana Sofía Tamborrel Signoret y Jorge Villarreal Padilla
El uso del carbón como combustible para generar electricidad es una de las prácticas con mayores impactos al medio ambiente y a la salud. En primer lugar, la operación de las plantas termoeléctricas a carbón requiere de grandes volúmenes de agua, tanto para el procesamiento del carbón como para el enfriamiento de las plantas de generación eléctrica.
Una planta típica de unos 500 MW de generación que quema 250 toneladas de carbón por hora (más de 2 toneladas por año) consume más de mil millones de litros de agua por día para enfriamiento. Por este motivo, en la India y algunos otros países asiáticos se ha cerrado un número creciente de plantas de carbón por haber ocasionado fuerte estrés hídrico a las comunidades aledañas.
En segundo lugar, las plantas de carbón constituyen las mayores fuentes puntuales de contaminación del aire por sus emisiones de partículas finas (PM2.5), bióxido de azufre (SO2) y mercurio, entre otros tóxicos.
Los contaminantes emitidos por las chimeneas de las plantas de carbón (y las de combustóleo) afectan la calidad del aire en un radio mayor a 100 kilómetros alrededor de la planta, ocasionando una contaminación regional.
En países como China e India, hace más de una década que se empezaron a modificar los planes y políticas en materia energética para tratar de reducir la contaminación por partículas producida por las plantas de carbón pues se demostró que ocasionan la mortalidad prematura de millones de personas cada año y que muchos millones más presenten enfermedades respiratorias agudas y crónicas.
Además de estos impactos a la salud de millones de personas por la contaminación regional del aire, existe un tercer tipo de impactos aun más graves. Debido a prácticas rudimentarias e insalubres de extracción y manejo del mineral, en países como México miles de trabajadores se ven expuestos al polvo de carbón, lo que ocasiona enfermedades como la “neumoconiosis del trabajador del carbón” (CWP, por sus siglas en inglés) y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Los mineros también se ven expuestos a respirar polvo con cristales de silicio, lo que les ocasiona silicosis. Estas enfermedades ocasionan incapacidad, disminución funcional y la muerte prematura.
Los mineros del carbón en México han trabajado por décadas en condiciones de inseguridad. Con frecuencia se presentan accidentes como explosiones y derrumbes que han ocasionado la muerte a cientos de trabajadores y lesiones graves en muchos más.
Solo a raíz del accidente en la mina Pasta de Conchos en el 2006 donde perdieron la vida 63 mineros, se empezó a dar un poco más de atención a las diferentes modalidades de violaciones a los derechos humanos que se han presentado reiteradamente en esta industria. Por la gravedad de este problema, en este reportaje se dedica una sección al “carbón rojo”.
Además de la inseguridad ocupacional, hace unos años se evidenció trabajo infantil y la incursión del crimen organizado que explota y extorsiona a trabajadores y pequeños productores de carbón en diferentes yacimientos minerales del estado de Coahuila.
El carbón en México
En México, el impacto en el medio ambiente y en la salud causados por la extracción y quema de carbón se ha documentado principalmente desde la recolección de testimonios de las poblaciones impactadas que aportan información valiosa para observar las afectaciones en las personas y comunidades.
Sin embargo, es necesario complementar técnicamente la información generada en los diagnósticos y llevar a cabo estudios técnicos sobre los efectos de la exposición tanto ocupacional como ambiental del carbón. Es decir, estudios del impacto en el ambiente y en la población directa e indirectamente expuesta a los contaminantes y toxinas en toda la cadena de la generación eléctrica con carbón.
Son dos los tipos de estudios que se requieren. Se requieren estudios epidemiológicos y citogenéticos para identificar los impactos en las poblaciones, incluyendo los trabajadores, los efectos en su salud, alteraciones respiratorias, enfermedades asociadas por la exposición, entre otros elementos.
También se necesitan estudios de riesgo e impacto ambiental, con la finalidad de determinar la presencia de material particulado y metales pesados en el aire, las fuentes de agua y el suelo en los territorios de las plantas carboeléctricas y próximos a estas plantas. (Rosa Luxemburgo y Sintracarbón, 2018).
Es evidente la interrelación de los impactos en ambas áreas debido a que su origen está en la misma fuente, pero para conocer el detalle es importante diferenciar el estudio técnico. Adicionalmente, el estudio técnico, tanto en salud como en medio ambiente, debe llevarse a cabo en toda la cadena de la generación eléctrica del carbón, que incluye la extracción, transporte y uso del mineral.
Evidencia de los impactos en la salud
La producción del carbón es altamente tóxica, su combustión libera al aire diversos contaminantes y toxinas como el mercurio, plomo, dióxido de azufre, bióxido de carbono, óxidos de nitrógeno, metales pesados y partículas.
La contaminación del aire que ocasionan las carboeléctricas por las emisiones de PM2.5 se encuentra asociada a diversos impactos a la salud de las comunidades, como enfermedades respiratorias, cáncer, enfermedades gastrointestinales, trastornos neurológicos y daño cerebral.
La revisión de algunas investigaciones epidemiológicas en minería a cielo abierto indica que, además de liberar partículas y toxinas, el carbón contiene elementos cancerígenos como el zinc, el cadmio, el níquel y el arsénico, entre otros.
Por ejemplo, estudios demostraron que la alta mortalidad de cáncer de pulmón en la región minera de carbón de los Apalaches puede ser resultado de la exposición de la población a contaminantes asociados con la minería del carbón (Hendryx, 2008).
En la región carbonífera de Kentucky también se encontró mayor incidencia de cáncer de pulmón. (Christian et al., 2011; en Hendryx, 2015). Los trabajadores de las minas se encuentran expuestos a la inhalación de polvo de carbón y rocas, y otros químicos causando una alta incidencia de cáncer pulmonar y otras enfermedades respiratorias como asma, neumoconiosis y la obstrucción pulmonar crónica.
Además, los mineros tienen una mayor ocurrencia de otras formas de cáncer –colon, leucemia y riñón–, padecimientos crónicos de enfermedades cardiacas y renales, hipertensión y depresión.
Estos riesgos se pueden extender también a la población general, ya que los impactos de esta industria se extienden a lo largo de su cadena productiva, desde su minería, procesamiento, almacenaje, transporte y quema. Estudios internacionales han documentado específicamente las consecuencias para comunidades aledañas a esta industria, encontrando efectos severos en la contaminación de aire y agua que pueden resultar en el incremento de cáncer pulmonar (Hendryx, 2008). El riesgo se incrementa en la minería a cielo abierto.
Los altos niveles de extracción y producción minera están asociados con peores condiciones de salud y mayores niveles de enfermedad cardiopulmonar, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hipertensión, enfermedad pulmonar y enfermedad renal.
Es decir que, controlando para otras variables, al incrementar las cantidades de carbón extraído empeoran las condiciones de salud entre residentes de zonas con producción de carbón (Hendryx y Ahern, 2008). En línea con esto se han identificado mayores tasas de hospitalización por hipertensión y enfermedad pulmonar obstructiva crónica en función de las toneladas de carbón extraídas (Hendryx et al., 2007).
Algunos autores (Brabin et al. 1994; Pless-Mulloli et al. 2000; en Hendryx 2015) han estudiado y documentado específicamente los impactos en niñas y niños expuestos a partículas de carbón, encontrando que tienen mayor incidencia de problemas respiratorios que niñas y niños no expuestos.
Además, en la región minera de Virginia Occidental se identificaron niveles más bajos de desarrollo cognitivo en la infancia, mayores riesgos de bebés con bajo peso al nacer, y mayor frecuencia de defectos congénitos de bebés nacidos de madres que durante su embarazo vivían en condados donde se practicaba la minería de carbón a cielo abierto (todo esto controlando para otras variables) (Hendryx, 2015).
Impactos ambientales
En la región carbonífera de Coahuila, donde se concentra la minería de carbón en México, esta actividad ha causado impactos ambientales significativos. Las grandes compañías mineras frecuentemente operan sin manifestación de impacto ambiental y sin la implementación de medidas de gestión ambiental.
En la última década, la minería ilegal a cielo abierto ha aumentado en la región y ha generado la fragmentación de ecosistemas y afectaciones a zonas de interés para la conservación de la biodiversidad.
Estas extracciones son posteriormente abandonadas, contaminando el entorno y los mantos freáticos con residuos y la acidificación por los residuos de carbón.
Los impactos también alcanzan a otras especies. Estudios ambientales han demostrado que las aguas superficiales y la biota son dañadas por la minería a cielo abierto, que además provoca una disminución de la diversidad biológica en los cuerpos de agua, lo que lleva a consecuencias mucho más allá de los límites de los permisos de explotación (Bernhardt et al., 2012; Hitt y Hendryx, 2010; Pond et al., 2008; en Hendryx, 2015).
Por ejemplo, investigadores (Palmer et al., 2010, en Hendryx, 2015) han documentado la disminución de invertebrados a medida que aumentan las concentraciones de sulfatos procedentes de la minería de carbón, y los aumentos de selenio se han vinculado a deformaciones teratogénicas en los peces y a fallos reproductivos en los peces y en las aves que los consumen (Lemly, 2007; en Hendrix, 2015).
En cuanto a contaminación de agua, en las zonas de minería de carbón de los Apalaches centrales se han documentado (Hendryx, 2008) elevados niveles de arsénico en fuentes de agua para consumo humano.
Estudios elaborados en Yulin, una ciudad minera de carbón en China, identificaron que las concentraciones de cromo (elemento cancerígeno) en el agua excedían los mínimos recomendados por las instituciones internacionales de salud. (Zhou, 2020) En Boyacá, Colombia, se reportaron elevadas concentraciones de metales y metaloides potencialmente tóxicos, plomo, hierro, mercurio y aluminio en los ríos cercanos a las minas de carbón (en comparación con los estándares de calidad del agua establecidos por la normativa colombiana) (Agudelo et al., 2016; en Zhou, 2020).
En México no se tienen identificados estudios en estas materias, pero análisis de agua en otras regiones carboníferas en el mundo han evidenciado la presencia de amonio, fosfato, hidrocarburos aromáticos policíclicos, fenoles, sulfuro de hidrógeno, azufre, sílice, óxido de hierro, sodio, plomo, arsénico, bario, berilio, hierro, aluminio, manganeso, zinc y selenio (Ducatman et al., 2010; McAuley y Kozar, 2006; Stout y Papillo, 2004; Orem et al., 2012; en Hendryx, 2015).
En cuanto a los impactos en la calidad del aire, se documenta contaminación por material particulado en numerosas zonas mineras en las que se han realizado estudios, como la región de los Apalaches, en India (Ghose, 2007; Ghose y Banerjee, 1995; Ghose y Majee, 2000, 2007; Pandey y otros, 2014), Gran Bretaña (Reynolds y otros, 2003), Australia (Higginbotham y otros, 2010) y Colombia (Huertas y otros, 2012a, 2012b) (Hendryx, 2015).
En conclusión, la evidencia demuestra una correlación entre la minería de carbón y problemas de salud. Más allá de esto, refleja claramente que los impactos negativos a la salud incrementan en función del incremento en la extracción, son más severos en minería de cielo abierto, incrementan conforme se reduce la proximidad de la población residente a las minas, y han ido incrementando en tiempo y espacio (Hendryx, 2015).
En México, el deseo de mantener e incluso aumentar el uso del carbón para generación de electricidad, incrementaría aun más los riesgos en materia de salud y ambiental. Como se verá en otras secciones de este reportaje, llevar a cabo una transición socialmente justa para eliminar el uso del carbón no solo es posible sino indispensable.
Referencias:
Hendryx, M. (2015). The public health impacts of surface coal mining. The Extractive Industries and Society, 2(4), 820-826.
Martínez, N., Puga, K., Sierra, L., y Villareal J., (2020). Ruta para la sustitución progresiva y justa del carbón en la generación eléctrica en México. Iniciativa Climática de México: México.
Martínez-Espinoza, E., Saldaña, E., Olvera, R., Navarro, J., y C., Auerbach (2018). El carbón rojo de Coahuila: aquí acaba el silencio. México: Heinrich Böll Stiftung.
(Rosa Luxemburgo and Sintracarbón, 2018) https://rosalux.org.ec/pdfs/FRL_Carbon_toxico_WEB_compressed.pdf
Ana Sofía Tamborrel Signoret
y Jorge Villarreal Padilla
Iniciativa Climática de México AC
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