La ancestral cultura zoque de Oaxaca, amenazada por los megaproyectos — ecologica
Usted está aquí: Inicio / Artículos / La ancestral cultura zoque de Oaxaca, amenazada por los megaproyectos

La ancestral cultura zoque de Oaxaca, amenazada por los megaproyectos

Maderas del Pueblo del Sureste, AC

Dueños y habitantes ancestrales de las invaluables montañas cubiertas de bosques y selvas de la biorregión de Los Chimalapas, los zoques de Oaxaca se concentran en los territorios comunales y municipales de Santa María y San Miguel Chimalapa, ubicados en el corazón del istmo de Tehuantepec.

Entre ambos ocupan una superficie estimada de 594 mil hectáreas, de las cuales 460 mil pertenecen a los bienes comunales de Santa María y 134 mil, a San Miguel.

Este gigantesco territorio, altamente montañoso, alberga una increíble variedad de ecosistemas, entre los que destacan: la selva alta perennifolia, la selva mediana, los bosques de pino y encino, la selva baja caducifolia y el bosque mesófilo de montaña.

La enorme diversidad de nichos ecológicos con que cuenta, hace de Los Chimalapas la región con mayor riqueza biótica de nuestro país; existiendo importantes caudales de agua que nacen en estas sierras, como son el Coatzacoalcos, con todos sus afluentes, que desemboca en el Golfo de México; una de la partes más altas de la cuenca del Grijalva, que va a dar a las costas de Tabasco; así como el Ostuta y el Espíritu Santo, cuyas aguas desembocan en el complejo lagunar ikoots, ayudando a mantener el equilibrio de salinidad y la diversidad acuática de sus aguas.

A pesar de que la importancia ecológica y geoestratégica de Los Chimalapas se reconoce desde el inicio de la Colonia hasta nuestros días, poco se sabe de los orígenes de la población que milenariamente la ha habitado.

La creencia de que, a determinada lengua indígena corresponde un grupo étnico, ha provocado, que durante mucho tiempo la población zoque –quien disfruta y posee milenariamente estas tierras– haya permanecido relativamente anónima.

Sin embargo, la etnografía contemporánea ha logrado diferenciar entre los hablantes de una determinada familia lingüística y los diversos grupos culturales que la conforman.

Así, en la actualidad es común distinguir entre el grupo etno-lingüístico, formado por un número variable de unidades socioculturales emparentadas lingüísticamente, y el étnico, entendido como un conjunto de personas que, además de reconocerse y ser reconocidas como unidad, comparten la certeza de participar de un mismo origen y de ostentar un carácter grupal único, que las diferencia del resto de los grupos humanos.

Por lo tanto, antes de hablar de los zoques de Oaxaca, es necesario contextualizarlos en el marco de su filiación etno-lingüística, para después justificar por qué la tradicional división etnográfica del grupo etno-lingüístico zoque, en los núcleos chiapaneco (mucho más reconocido) y oaxaqueño, no debe considerarse a que responde a los límites entre las dos entidades, sino como una realidad lingüística, histórica y cultural que les da rostro a este grupo étnico minoritario, que ha sabido mantener su identidad, a pesar de la hegemónica presencia zapoteca que ha caracterizado al istmo oaxaqueño.

El universo zoque

Se ha definido que, al parecer, la palabra zoque es de origen náhuatl y significa “lodo”; por lo que los zoques serían los “hombres del lodo”, término despectivo impuesto por los conquistadores meshicas, que hacia finales del siglo XV y principios del XVI, irrumpieron en el sur de Veracruz, Tabasco y el istmo oaxaqueño, hasta Chiapas, con el propósito de controlar la ruta comercial que unía Tenochtitlán con el Soconusco.

De cualquier forma, tanto el etnónimo como los orígenes del grupo etno-lingüístico zoque no son claros. A partir de excavaciones realizadas en la costa del Soconusco y de la comparación de sus materiales con aquellos propios de los olmecas, arqueólogos han postulado la existencia pretérita de una cultura, cuya lengua probablemente era una forma arcaica de la familia mixe-zoque: la cultura mokaya, que se desarrolló hace 3 mil 600 años, siendo la primera en Mesoamérica en domesticar el maíz y, por tanto, en sedentarizarse; de ahí deriva su nombre, que en zoque significa “gente del maíz”.

Teniendo como epicentro las fértiles tierras del Soconusco, los mokayas se extendieron de manera gradual hacia el istmo de Tehuantepec, Tabasco y Veracruz, lo que propició la lenta separación de las lenguas mixe y zoque, y dio nacimiento en las costas meridionales del Golfo de México, a la cultura madre mesoamericana: la olmeca.

Durante los siglos que siguieron a la decadencia de la cultura olmeca, y luego del impacto de la conquista meshica, las áreas de influencia lingüística de mixes y zoques se fueron definiendo, hasta el punto en que, para la época de la Conquista española, el grupo etno-lingüístico zoque se extendía por el oeste de Chiapas y este de Oaxaca, el sur de Veracruz y parte de Tabasco.

No obstante, el parecido trascendía las fronteras del grupo etno-lingüístico, siendo que, el estrecho parentesco lingüístico del mixe y el zoque, ha provocado que conformen la familia mixe-zoque.

El universo angpøn

A diferencia de los zoques de Chiapas, que se llaman a sí mismos o’de püt, los de Chimalapa se reconocen como angpøn, autodesignación que tiene sus raíces en el pasado prehispánico y nos llega como muestra identitaria que, a lo largo de los siglos han sabido conservar los zoques de Oaxaca, quienes traducen su nombre étnico, angpøn, como “los que hablan la lengua”.

Ahora bien, debido a la carencia de fuentes y a la ausencia de investigaciones arqueológicas en Los Chimalapas, la historia del pueblo angpøn está poco documentada, señalándose la posibilidad de que los grupos étnicos hablantes de zoque tengan como antecedente lejano a los olmecas.

Las sucesivas conquistas mexica, zapoteca y española, en su búsqueda de controlar las rutas de paso desde Tenochtitlan-Nueva España hacia el sur de Veracruz, Tabasco, istmo de Tehuatepec, Soconuso y Centroamérica, provocó la fractura y separación entre los diferentes grupos zoques y mixes, causando que los angpøn, asentados sobre esas rutas, se refugiaran gradualmente hacia las imponentes montañas Chimalapas, por lo que fue cada vez menos frecuente el contacto, no solo con los zoques de Chiapas y los popolucas de Veracruz, sino también con los ikoots de la costa y, del lado occidental, con sus parientes los mixes.

Luego de ello, a lo largo de los siglos posteriores y hasta la fecha, el pueblo zoque de Oaxaca, concentrado originalmente en la porción occidental de su vasto territorio, reconocido por la corona española en 1687, mediante títulos virreinales, obtenidos a través de la compra de su propio territorio ancestral –de donde proviene el nombre Chimalapa, que en zoque significa jícara llena de oro.

La historia oral del pueblo señala que un cura católico llamado Domingo Pintado, cumpliendo los deseos de los ancianos zoques, se trasladó hasta la capital de la Nueva España llevando consigo jícaras llenas de oro para pagar los antedichos títulos virreinales.

De entonces y hasta hoy, el pueblo zoque ha sufrido reiteradas invasiones y embates en su cultura y en su territorio.

En su cultura, principalmente por la expansión comercial del pueblo zapoteco, cuyas expresiones lingüísticas, musicales y de vestuario tradicional han ido transformando a las zoques (amén de las avasallantes mestizas), y territorial con las invasiones en toda su porción oriente, de parte de talamontes, ganaderos y neolatifundistas, auspiciados por sucesivos gobiernos del estado vecino de Chiapas, con la complicidad del gobierno federal y la indiferencia del gobierno de Oaxaca.

De tal suerte que los zoques, dueños originales del territorio, le han dado cabida en su territorio a comunidades de diferentes origen étnico (chinantecos, zapotecos, mixtecos, tsotsiles y mestizos) con la condición de que reconozcan el territorio comunal y que apoyen a los zoques en la defensa de dichos territorios.

Es así como, en base a la defensa pluriétnica de un territorio zoque ancestral, se ha construido el término identatario de los chimas.

Hoy los zoques de Oaxaca, los angpøn, los chimas en su conjunto; su ancestral territorio, con su invaluable riqueza natural y su rica cultura pluriétnica se ven amenazados por una rampante y depredadora amenaza: el Corredor Interoceánico.

Maderas del Pueblo del Sureste, AC
Artículo basado en las investigaciones de Leopoldo Trejo Barrientos, maestro en antropología por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, e investigador de tiempo completo de la Subdirección de Etnografía del Museo Nacional de Antropología y especialista en la cultura zoque de Oaxaca
Correo-e: [email protected]