Neonicotinoides y fipronil: amenaza química para abejas y humanos — ecologica
Usted está aquí: Inicio / Artículos / Neonicotinoides y fipronil: amenaza química para abejas y humanos

Neonicotinoides y fipronil: amenaza química para abejas y humanos

Octavio Gaspar Ramírez y Ulises Magdaleno Magniales

Los plaguicidas son sustancias químicas destinadas a controlar y/o prevenir plagas incluyendo vectores de enfermedades humanas y animales, así como especies de plantas no deseadas; estas sustancias son ampliamente usadas en las actividades agropecuarias, en campañas de salud pública y en entornos domésticos y ocupacionales.

Sin embargo, se estima que la agricultura consume hasta el 85 por ciento de los plaguicidas que existen en el mercado. Desde mitad del siglo XIX, el uso de plaguicidas en México ha ido en aumento; tal es el caso del DDT, un plaguicida organoclorado que se usó intensivamente para erradicar el paludismo.

Posteriormente, otras familias de compuestos se fueron introduciendo, como los organofosforados, carbamatos, piretroides, entre otros de reciente generación como los neonicotinoides y los fenilpirazoles (como el fipronil); que en total suman más de 780 ingredientes activos autorizados por la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) y distribuidos en más de 5 mil formulaciones comerciales.

Plaguicidas y mortandad de abejas

Dentro de toda la gama de clases químicas de plaguicidas que se usan en México, los neonicotinoides (en especial el imidacloprid) y el fipronil se catalogan como los plaguicidas más tóxicos para las abejas.

Al igual que en muchos países, la apicultura en México es la actividad económica que más ha sufrido los estragos por el uso de estas sustancias químicas en la agricultura.

En tan solo un año (entre el 2015 y 2016) las cifras de pérdidas de colmenas de Apis mellifera que arroja el sector apícola para seis estados (Coahuila, Chihuahua, Querétaro, San Luis Potosí, Zacatecas y Jalisco) son arriba de 125 mil, representando entre el 30 y 88 por ciento de pérdida de colmenas, estimando alrededor de 7 mil millones de abejas muertas.

Los estudios que se han llevado a cabo en algunos casos en los que se ha presentado este escenario de mortandad masiva de abejas han corroborado que los neonicotinoides y el fipronil tienen una responsabilidad directa en la muerte de las abejas.

Tal es el caso de los estados de Michoacán, Jalisco y Quintana Roo en los que se encontraron concentraciones letales de imidacloprid y fipronil en cadáveres de abejas, obtenidas de apiarios colapsados y cercanos a cultivos agrícolas.

En los casos de mortandad de abejas por intoxicación por plaguicidas se han observado dos escenarios: 1) las abejas abandonan las colmenas y estas colapsan, en este caso, salen en busca de alimento y ya no regresan puesto que pierden su sentido de orientación, y 2) las abejas mueren masivamente en su propia colmena y por lo tanto se concentran los cadáveres en el mismo apiario.

Los mecanismos de intoxicación que generan dichos efectos en los insectos polinizadores están bien fundamentados por diversos estudios científicos a nivel mundial. Esto ha llevado a que algunos países europeos, Estados Unidos y Canadá estén implementando políticas de regulación de estos tóxicos, incluso su prohibición en la agricultura.

En México ha quedado clara la responsabilidad que estos productos tienen en la muerte masiva de abejas, tanto que se ha comenzado a tomar acciones legislativas en el tema; por ejemplo, el Congreso del estado de Durango en 2020 aprobó una iniciativa de ley para prohibir todo tipo de formulaciones de uso agrícola que contengan neonicotinoides y en 2021 el Congreso del estado de Sinaloa aprobó una iniciativa de ley que incluye la prohibición del fipronil y de los neonicotinoides: imidacloprid, clotianidina y tiametoxam.

Peligros para las abejas y para el ser humano

Cabe resaltar que dentro de la amplia lista de plaguicidas tóxicos existe una categoría especial: los plaguicidas altamente peligrosos (PAP); una clasificación acuñada por the Pesticide Action Network international (PAN, Intl.), la cual considera no solo la toxicidad aguda que la Organización Mundial de la Salud (OMS) le atribuye a cada plaguicida, sino también su toxicidad sobre los ecosistemas, su toxicidad crónica (incluyendo carcinogénesis, disrupción endocrina y mutagénesis), sus persistencia en el ambiente, y si están enlistados en convenios internacionales que rigen políticas de regulación.

En este contexto es importante señalar que tanto el fipronil como los neonicotinoides que se han relacionado a la muerte masiva de abejas entran en esta categoría especial, lo cual representa una amenaza no solo a los ecosistemas de polinizadores, sino también a la salud humana.

Primavera silenciosa: analogía en México

En 1962 la escritora y bióloga marina Rachel Carson inspiró a través de la publicación de su libro Silent Spring (Primavera silenciosa) una movilización ecologista que sentó las bases para un cambio en las políticas ambientales que llevaron a la prohibición del DDT en Estados Unidos en 1972, y concientizó con trascendencia internacional el uso responsable de los plaguicidas.

Sus observaciones atribuían como uno de los principales efectos del DDT una disminución en las poblaciones de aves debido a la fragilidad que el DDT generaba en los cascarones de los huevos impidiendo el desarrollo del embrión.

Es importante destacar que en México ocurre una historia similar de ecologismo gracias a las investigaciones de la doctora Lilia América Albert ya que fue la primera persona en demostrar los impactos ambientales, a los ecosistemas y a la salud humana ocasionados por el DDT, lo que sentó las bases para la prohibición del DDT en México en 1987.

Aunado a ello, la doctora Lilia América Albert es pionera de la toxicología ambiental e impulsora de esta ciencia en México, hasta hoy día ha sido una figura que ha inspirado a muchos para enfocar sus esfuerzos de investigación en beneficio del medio ambiente y la salud.

En analogía con los escenarios de afectación por los plaguicidas que describe Primavera silenciosa y que da inicio a importantes cambios nacionales e internacionales en la política del uso de plaguicidas, nuestro país enfrenta serios daños en los ecosistemas de polinizadores; por lo que las acciones legislativas en torno a la prohibición de plaguicidas como una medida de protección a las abejas que comienzan a implementarse son una puerta de esperanza y posibilidades de migrar al establecimiento de políticas que beneficien al medio ambiente y a la salud humana en México.

Octavio Gaspar Ramírez
Investigador del Ciatej
Toxicólogo ambiental y molecular
Correo-e: [email protected]

Ulises Magdaleno Magniales
Asistente de proyecto de investigación del Ciatej
Correo-e: [email protected]