Movilidad digna y autonomía energética en las periferias — ecologica
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Movilidad digna y autonomía energética en las periferias

Víctor Alvarado

En México, los hogares gastan más en necesidades relacionadas con el transporte que con el consumo doméstico de energía (electricidad y combustible): 14 por ciento contra 4 por ciento de sus ingresos respectivamente (Encuesta nacional de ingresos y gastos de los hogares, 2018).

Específicamente del rubro de transporte, el 9 por ciento del gasto de los hogares mexicanos se asocia con la adquisición y mantenimiento de un vehículo particular y el 5 por ciento con los traslados en transporte público.

Una de las razones de esta distribución del gasto se explica por la problemática de la urbanización y, por consecuencia, de la movilidad en el país, lo que a su vez es resultado de la suma de decisiones provenientes de distintas administraciones, decisiones que se han materializado en desarrollar entornos no planificados, desproporcionados y fragmentados.

En consecuencia, encontramos asentamientos denominados 3D, es decir: 1) distantes entre los domicilios de las personas con sus fuentes de empleo, educación, servicios médicos, actividades recreativas, entre otros; 2) dispersos, resultado de la expansión sin control y de forma constante de la manchas urbana o regional, y 3) desconectados de los servicios básicos que requiere la población por falta de caminos, rutas y sistemas de transporte.

La mayoría de los asentamientos 3D carece de infraestructura directa y de calidad en beneficio de las necesidades de viajes de las personas.

De acuerdo con la Encuesta nacional de calidad e impacto gubernamental (ENCIG, 2015, 2017 y 2019), en promedio, el 69 por ciento de sus usuarios están insatisfechos con los servicios que se ofrecen en las periferias de los centros urbanos, como lo son autobuses, microbuses y vagonetas.

Asimismo, la Encuesta nacional de victimización y percepción sobre seguridad pública (Envipe) indica que entre 2010 y 2020 las personas consideraron el transporte público entre los cuatro lugares más inseguros.

Esta percepción generalizada de que el transporte público es un servicio de baja calidad, ha conllevado a una valoración común entre el público de que la mejor opción para resolver los problemas de movilidad es la adquisición de un vehículo particular.

Una de las formas de revertir esta situación y “el olvido” del transporte público es la implementación de sistemas de transporte estructurado; sin embargo, en el país, solo la Ciudad de México, estado de México, Jalisco y Nuevo León cuentan con servicios de transporte público eléctricos: tales como el metro, suburbano, tren ligero, teleféricos, trolebuses y BRT (autobuses de tránsito rápido), en tanto que en 12 estados (incluyendo los mencionados) apenas se disponen de sistemas de transporte estructurados tipo BRT y BRS (autobuses de servicio rápido, tipo metrobús y corredores que migraron a un esquema de operación empresarial o concesión única).

Asimismo, para implementar acciones que hagan frente a la crisis climática se tiene tanto la necesidad como la oportunidad de sustituir las flotas de transporte público a base de combustibles fósiles por flotas eléctricas.

Dichas flotas no emiten contaminantes criterio ni generan gases de efecto invernadero, siempre y cuando el suministro de electricidad esté basado en renovables, e incluso con una participación fósil en la matriz eléctrica, la electromovilidad es de las formas más eficientes de aprovechar la energía generada; este cambio de paradigma de movilidad contribuye a la reducción de contaminantes climáticos y debe continuar su expansión.

Adicionalmente, es importante subrayar que la electromovilidad no debe limitarse solo a los sistemas de transporte masivos y semimasivos.

Esta tecnología tiene que llegar a las periferias de los entornos urbanos, donde suele existir una oferta de transporte de baja y microcapacidad en condiciones de inseguridad y precariedad tanto para operadores como para usuarios; estos transportes son los que permiten realizar el último y el primer tramo de la cadena de viajes de las personas.

Un ejemplo de servicio de microcapacidad es el ofertado por una agrupación de mototaxis del Frente de Organizaciones de Transporte Colectivo y Alternativo (FOTCA) en los límites de la Ciudad de México, específicamente a las afueras de la, hoy cerrada, estación La Nopalera de la Línea 12 del metro.

Dicha agrupación alimentaba a dicha estación en un 50 por ciento del total de su demanda captada (más de 10 mil viajes al día en 2019), además de que atiende las necesidades de viaje locales (ir de compras a los mercados tradicionales, entre otros varios desplazamientos).

Lo destacable de esta agrupación es que se ha sobrepuesto a la fallida política energética, hoy enfocada en la búsqueda de una soberanía tardía y costosa. El FOTCA ha iniciado un proceso de sustitución gradual de sus mototaxis por ciclotaxis asistidos eléctricamente en su pedaleo; además, está trabajando en la instalación de paneles solares para alimentar su estación de recarga de baterías, bajo el esquema de interconexión conocido como generación distribuida.

A pesar de lo anterior y de la disponibilidad de la agrupación, las autoridades de todos los niveles han mostrado escaso interés por apoyar este tipo de iniciativas que dignifican la movilidad de las periferias.

Lamentablemente, lo que sigue pesando es la política centrada en promover el uso del automóvil. En 2019, el sector autotransporte fue el principal consumidor de energía, alcanzando el 38 por ciento (mil 807 PJ) del consumo energético total del país (Sener-Sistema de Información Energética 2021); energía proveniente, en gran medida, de fuentes y derivados fósiles.

Este sector es responsable de la mayor generación de gases de efecto invernadero (GEI), en el país, con el 23 por ciento de las emisiones totales.

Invertir en consolidar las redes de transporte público estructuradas y eficientes en términos ambientales y que cubran en sus rutas desde los centros económicos hasta las periferias permitirá que las familias destinen un menor porcentaje de sus ingresos para desplazarse y que mejoren su calidad de vida al reducir el tiempo que destinan a la movilidad y hacerlo de manera digna, cómoda y segura.

Víctor Alvarado
Coordinador de la Campaña de Movilidad Eficiente y Calidad de Aire
El Poder del Consumidor
@Ar7ois @elpoderdelc