Arrecife Alacranes
Emma Alonzo Marrufo
La inmensa mayoría de habitantes de nuestro país desconoce que Alacranes es el sistema de arrecifes de coral más grande e importante del Golfo de México. Está ubicado a más de 100 kilómetros de las costas de Yucatán, frente a Puerto Progreso. Se accede al lugar únicamente por vía marina.
Ese tesoro natural de México y del mundo lo integran cinco islas: Pérez, Chica, Pájaros, Muertos y Desterrada. Tienen una extensión de 333 mil 768 hectáreas. Por su gran importancia ecológica, fue decretado parque marino nacional el 6 de junio de 1994.
Geológicamente es de formación reciente, originado por el depósito paulatino de material calcáreo durante el Pleistoceno y Cretácico y favorecido por la lenta sumersión de la península de Yucatán. El clima tropical y las aguas marinas someras, claras, cálidas y oxigenadas, permiten su formación y lento desarrollo. Un crecimiento que varía entre un milímetro y diez centímetros al año.
La importancia de este lugar radica, entre otras cosas, en su elevada biodiversidad y riqueza de especies únicas, además de su potencial pesquero. Da soporte y albergue a la vida de gran variedad de peces, invertebrados, plantas, aves, y algunos reptiles y mamíferos marinos.
Social y económicamente, tiene una gran relevancia pesquera y turística, además de proteger a la costa de oleajes fuertes en zonas donde se presenten tormentas y huracanes. Es una gran barrera protectora que evita desastres de todo tipo.
Por todo lo anterior, el parque nacional Arrecife Alacranes (PNAA) posee valores de conservación y de aprovechamiento ancestral, que cuenta desde el 2007 con un Programa de Conservación y Manejo. En 2006 se añadió a la Red Mundial de Reservas de Biosfera del Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) de la UNESCO; es sitio Ramsar desde 2008 y se busca que la Organización de las Naciones Unidas lo declare patrimonio de la humanidad.
Por su peligrosidad, siempre ha sido referente para la navegación; por ello seguramente los primeros antecedentes del arrecife Alacranes son cartográficos y datan de los siglos XVI al XIX. Incluso su nombre surge en la época de la colonia y parece ser una analogía entre el naufragio de un barco, y el sufrimiento que tuvieron sus marinos con la picadura de los alacranes. Según el Programa de Conservación y Manejo del Parque Nacional lo relacionaron con peligro, dolor y muerte.
No hay registros de la presencia de pueblos mayas u olmecas, pero sí de distintos encallamientos y naufragios, y de ser refugio para embarcaciones ante el mal tiempo, práctica que continúa hasta la fecha.
Los usuarios del parque son turistas, pescadores comerciales, furtivos o deportivos. O visitantes en plan de recreación o miembros de instituciones del gobierno federal. Y aunque cuenta con un programa de manejo, el sistema arrecifal enfrenta distintas amenazas: desde las derivadas del cambio climático (calentamiento del lecho marino, acidificación e incremento del nivel del mar), hasta una pesca furtiva constante y el crecimiento desmedido del turismo.
Este número especial de La Jornada Ecológica ofrece los resultados de investigación de valiosos estudios realizados principalmente por el Cinvestav, unidad Mérida. Junto con otras instituciones, ha trabajado durante años en esta zona y los frutos de sus estudios han sido fundamentales para el manejo de esta área natural protegida.
La información que el lector tiene ahora oportunidad de conocer destaca la necesidad de continuar realizando estudios integrales y multidisciplinarios que permitan identificar las amenazas de esta joya ecológica del Golfo de México. Generar propuestas que contribuyan a fortalecer la regulación para su conservación, y mitigar los efectos negativos del cambio climático.
Quienes contribuyen con sus textos en este número de La Jornada Ecológica, agradecen a su director, Iván Restrepo, así como a la editora Laura Angulo y a Estela Guevara por su trabajo de revisión de textos y a la mejor comprensión de mapas y gráficas. Todos debemos contribuir a la conservación de esta joya natural de gran belleza que posee México.
Emma Alonzo Marrufo