El desarrollo del subdesarrollo: Mazapil a manos de minera Peñasquito
Felipe de Jesús Pinedo Hernández
Introducción: 1992 fue un año crucial para extender las reformas neoliberales a la industria minera mexicana. Durante ese año, la administración de Carlos Salinas hizo cambios a la Constitución, a las leyes agraria, minera y del agua para dar un enorme acceso al capital privado, nacional y extranjero a la tierra, los minerales, el agua y otros recursos naturales.
La Ley Minera de 1992, aún vigente, es resultado de ese proceso. Esta ley dispone que la minería prevalecerá sobre cualquier otro uso tierra y amplía las concesiones mineras de 25 a 50 años, prorrogables a 50 más.
La persistencia de los conflictos mineros “socioambientales” tiene que ver con los fuertes impactos ambientales y sociales de la gran minería contemporánea sobre las comunidades rurales, cuyos territorios se encuentran encima o cerca de las reservas subterráneas de minerales y metales. Incluso algunas se encuentran río abajo de las minas y relativamente lejos de ellas (Ibarra y Moreno, 2017).
Peñasquito y sus impactos a través del tiempo
El proyecto minero Peñasquito, propiedad de Newmont, está ubicado en el municipio de Mazapil, Zacatecas. En 2006, el proyecto tenía una vida útil de 30 años.
Consta de dos minas a cielo abierto (Peñasco y Chile Colorado) con reservas estimadas de 17.4 millones de onzas de oro, mil 46 millones de onzas de plata, 15 mil 534 millones de libras de zinc y 7 mil 62 millones libras de plomo (Goldcorp, 2014, citado en Conflictos Mineros en América Latina, 2019).
Cuando se firman los convenios de ocupación temporal entre las comunidades y la minera, las comunidades carecían de información técnica sobre el uso del agua que realizaría la mina y desconocían los efectos de contaminación y daños ambientales y a la salud que podrían generar las operaciones mineras.
“En definitiva, fueron engañados por la promesa de progreso y desarrollo: estaban convencidos de que la mina mejoraría su calidad de vida”, (Uribe, Gómez y Tetreaul, 2020). Pero los impactos sociales y ambientales se manifestaron rápidamente.
El primero de esos impactos fue la reubicación en 2007 del pueblo de El Peñasquito, que estaba encima del yacimiento que la empresa pretendía explotar.
Le siguió el agotamiento del agua; ya para mayo de 2010 se habían secado todas las norias asociadas a la mina Peñasquito, y en 2014 se secó el manantial que abastecía a la comunidad de Cedros y que tenía más de 500 años de existencia.
En 2019, contaminó el acuífero de Cedros con aguas residuales. Esta mina produce además 329 mil toneladas de dióxido de carbono por año (Valadez, 2017, citado en Conflicos Mineros en América Latina, 2019).
La contaminación y los daños ambientales han generado la propagación de enfermedades como cáncer, conjuntivitis, diarrea, dolor de estómago, ojo rojo, dermatitis, piel seca, resfriados, bronquitis.
Un estudio médico realizado a un grupo de 108 habitantes de la región, determinó que 104 tenían niveles de metales pesados en su organismo, como el arsénico, plomo y cadmio, muy por encima de los rangos que marcan las normas (Castro, 2019).
El desarrollo nunca ha llegado a las familias, al contrario, con la Minera Peñasquito llegó la devastación ambiental, la afectación al territorio y el agotamiento de los mantos freáticos, además de las enfermedades crónicas.
De la mano de las promesas de progreso arribó a la región el crimen organizado, utilizado por la minera para someter a los ejidatarios inconformes mediante prácticas violentas, incluso asesinatos crueles, como el de José Ascención Carrillo Vázquez, secretario general de la Unión de Transportistas y Trabajadores de Mazapil, secuestrado y posteriormente encontrado en la carretera de San Tiburcio-Vanegas en junio de 2021, con huellas visibles de tortura y con el tiro de gracia.
Algunos habitantes de Mazapil, al igual que los de otras zonas mineras de Zacatecas, han debido abandonar sus comunidades y esconderse ante las extorsiones, secuestros y amenazas de muerte por parte de la delincuencia.
“Mazapil se vistió de luto y la sangre tiñó el oro que se extrae de esta mina, que por cierto es de las más grandes del mundo”.
La experiencia nos ha enseñado que enfrentar al dinero y al poder es algo peligroso, especialmente en el caso del corporativo Newmont, el más grande del mundo.
La mina desató la destrucción de la naturaleza de la región, acabó con el agua de los ejidos, saqueó los manantiales, destruyó las tierras otrora fértiles, las casas y los pueblos, envenenando animales y cultivos. La mina contamina el aire, el agua, la tierra y siembra la semilla de la muerte en cada habitante.
Lo que la minería dejó
Después de tantos años, a febrero del año 2022, la minera Peñasquito trajo consigo desigualdad social, desabasto de agua, enfermedades, inseguridad y nulo impacto positivo en la economía y en los ingresos de las familias locales.
Estamos en una situación de saqueo, despojo y expoliación donde prevalece la voracidad de este tipo de compañías mineras y donde sobresale que este proyecto que diacrónicamente tiene un valor de alrededor de 70 mil millones de dólares en su periodo de vida, de cada mil dólares que la minera Peñasquito obtiene, solo paga 47 centavos por derecho de uso de la tierra, y el pueblo zacatecano solo recibe 18 centavos de dólar.
Felipe de Jesús Pinedo Hernández
Comisión Política Nacional de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala,
Frente de Comunidades Afectadas por la Minería y Frente Popular de Lucha de Zacatecas
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