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Cooperativa otomí maneja su territorio aprovechando el agave lechuguilla

Gerardo Suárez

En las regiones áridas y semiáridas también hay una gran diversidad de plantas y arbustos que se aprovechan con fines alimenticios, medicinales o industriales, ya sea para el autoconsumo o para la comercialización. Miles de familias en México dependen del aprovechamiento de estos recursos naturales.

El estado de Hidalgo posee una gran diversidad de ecosistemas forestales. En la región de Pachuca-Tulancingo, el aprovechamiento de la madera es muy importante, mientras que en las regiones más secas, como el municipio de Ixmiquilpan, las familias aprovechan plantas no maderables, como el agave de lechuguilla, para extraer su fibra y elaborar una gran variedad de productos. Por ejemplo, escobetillas, escobas, cepillos, entre otros.

En esta región indígena otomí el conocimiento para el aprovechamiento del agave lechuguilla se ha heredado de generación en generación. Las fechas de corta y reforestación de las plantas tienen que realizarse en días específicos y de acuerdo con el ciclo lunar. “Si uno se mete a cortar cuando no debe, las plantas se secan o la fibra es de mala calidad, eso nos lo enseñaron nuestros padres y abuelos,” explica Eligio Pérez Tepetate, habitante de la comunidad otomí llamada Puerto Dexti, en el mismo Ixmiquilpan.

El señor Eligio Pérez es gerente de la cooperativa Ghosti, que acopia la fibra de lechuguilla que producen las personas de la comunidad para elaborar cepillos, escobas, brochas, escobetas, zacates, entre otros productos.

Esta iniciativa comunitaria, que tiene más de 15 años en operación, obtuvo el Premio Nacional al Mérito Forestal en 2020 por la calidad de sus productos y por el buen manejo del ecosistema que realizan los productores de fibra de lechuguilla de la comunidad de Puerto Dexti.

En esta comunidad se ha aprovechado la lechuguilla desde hace varias generaciones. “Nuestros antepasados ya sabían podar las plantas y extraer la fibra, pero fue hasta hace 15 años que se comenzó a trabajar de forma ordenada la extracción de fibra en Puerto Dexthi”, añade Eligio Pérez.

La cooperativa se dedica al acopio de la fibra para la fabricación de cepillos, escobas, brochas, utensilios para masajes e higiene personal. Está compuesta por 27 socios de la comunidad. Algunos son comuneros y otros no tienen derechos agrarios formales.

La cooperativa es una respuesta “a la necesidad de darle un valor agregado a la producción de fibra, generar más fuentes de empleo en la comunidad y pagar un mejor precio a los productores”.

Antes de conformar la cooperativa, los productores tenían que vender su fibra “en greña”, es decir, sin darle un mayor procesamiento, y los coyotes o intermediarios lo compraban muy barato.

A partir de que un grupo de comuneros y avecindados de Puerto Dexti se organizaron para emprender el proyecto “todo ha cambiado y los socios-productores entregan su producto a la cooperativa y son remunerados de manera inmediata”. Ya no tienen que ir hasta la cabecera municipal ni gastar en transporte para vender.

El agave de lechuguilla es uno de los más de mil productos forestales no maderables que se aprovechan en México. Aunque el país cuenta con una gran diversidad de plantas con aplicaciones alimenticias, medicinales, textiles o industriales, solo unas 20 tienen un mercado formal desarrollado.

De acuerdo con la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable, para aprovechar el agave lechuguilla es necesario notificar a la Semarnat el volumen y la superficie de extracción. Sin embargo, tanto con la lechuguilla como con la mayoría de los productos forestales no maderables, su aprovechamiento se realiza de manera informal. Sin embargo, en los núcleos agrarios se notifica a las autoridades ejidales o comunales y se les solicita autorización para aprovechar pequeños volúmenes para autoconsumo.

De acuerdo con datos de la Semarnat, actualmente hay 173 avisos vigentes para el aprovechamiento de agave lechuguilla. En conjunto representan un volumen de 69 mil toneladas en una superficie de 356 mil hectáreas.

En el caso de la iniciativa de Puerto Dexti, en 2009 un grupo de productores de lechuguilla se organizó para reforestar 350 hectáreas de matorral en su territorio, con el fin de acopiar la fibra de lechuguilla de forma sostenible.

“Con esta reforestación garantizamos el abastecimiento de la planta procesadora de la fibra para la elaboración de los cepillos y le dimos mayor certeza a los productores para vender su cosecha sin necesidad de salir de la comunidad”, apunta Eligio.

El grupo que integra la cooperativa llegó a un acuerdo con la asamblea de comuneros para iniciar este proyecto. La asamblea estuvo de acuerdo. De esta forma se benefician tanto los productores como la cooperativa. “Todos somos de la comunidad y nos conviene que haya fuentes de trabajo”.

Los trabajos de recolección de lechuguilla y su procesamiento para la extracción de la fibra se hacían a mano hasta hace un par de décadas. Este trabajo era la principal fuente de ingresos de las familias de la comunidad.

“En temporada de lluvias acudían al monte a cosechar los agaves. Era la única fuente de empleo. Pero la producción tenía que llevarse a vender al centro de Ixmiquilpan, lo que implicaba más tiempo, esfuerzo y gasto para los productores”.

La lechuguilla es un cultivo que requiere de, al menos, tres años de crecimiento para ser cosechada, y cada planta se puede aprovechar cada dos años. Además, “se requiere del conocimiento de la gente, porque no se puede hacer la cosecha cualquier día, hay que saber en qué momento hacerlo, porque si no la planta se seca”, precisa Eligio Pérez Tepetate.

Aunque la cooperativa se ha logrado consolidar, aún tiene el desafío de encontrar nuevos mercados para vender toda la producción, para que la planta funcione al cien por ciento de su capacidad y se puedan generar más empleos permanentes.

Actualmente, la planta procesadora de la cooperativa Corporativo Gosthi genera alrededor de 10 empleos directos y trabaja al 30 por ciento de su capacidad. “Sabemos que elaboramos productos de alta calidad, totalmente naturales, biodegradables y sustentables con el medio ambiente, pero ha sido difícil hacérselos llegar a la gente”, resalta el representante legal.

En la planta trabajan jóvenes y mujeres de la comunidad. Se combina la experiencia de los mayores con las habilidades y nuevas ideas de los jóvenes. Los jóvenes tienen mayor habilidad para operar las sierras, las computadoras y crear nuevos diseños y productos.

Gerardo Suárez
Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible
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