¿Cuáles son las principales amenazas contra los polinizadores?
María del Coro Arizmendi
La polinización es un proceso de vital importancia para la conservación de la naturaleza. Mediante este proceso las plantas con flor, que cubren gran parte del planeta, pueden llevar a cabo su reproducción sexual. ¿Cómo es esto? Las plantas no se mueven, por lo tanto para que las células sexuales masculinas puedan llegar a los órganos femeninos requieren algo que los transporte.
Varias soluciones se han dado en la naturaleza a este problema. Por ejemplo, plantas como los pinos que todos conocemos, requieren de la ayuda del viento para resolverlo. Por esta razón, producen grandes cantidades de polen (gameto masculino) que se liberan y el viento los transporta con poca efectividad porque pocos llegan a las estructuras reproductoras femeninas y muchos se pierden.
Una solución más especializada la tienen las plantas que atraen a animales, generalmente voladores, para que transporten su polen. Existen en la naturaleza muchos animales especializados en esta interacción, como las abejas, avispas, abejorros y mariposas entre los insectos diurnos; y los colibríes entre los vertebrados que visitan en el día.
Por la noche no son menos diversos estos animales siendo las polillas, las mariposas nocturnas y los murciélagos los más comunes.
¿Qué hacen estos animales? ¿Por qué ayudan a las plantas? No es altruismo puro, al contrario. Todos se alimentan de recompensas que las plantas producen para ellos. La más importante y común: el néctar, una solución de azúcar en agua, cuya concentración varía dependiendo de la planta y el polinizador (40-60 por ciento abejas, 20 por ciento colibríes y murciélagos). Algunos polinizadores, como las abejas, consumen también polen como fuente de proteína.
Al llevarse a cabo la polinización, las plantas forman frutos que en su interior comúnmente llevan las semillas, donde está incluido el embrión de las plantas.
Se calcula que el 89 por ciento de las plantas con flor requieren un polinizador para poder reproducirse. Esto muestra la importancia del proceso para la conservación de los ecosistemas en la Tierra.
También los seres humanos consumimos frutos y semillas producidos por las plantas como alimento. De ellos provienen prácticamente todas las vitaminas que necesitamos para tener una vida saludable.
Frutos como las fresas, los mangos, la papaya, la vainilla, el cacao o el insuperable café, requieren polinizadores. Y en México, insustituibles el jitomate y los chiles. Y dos más famosos de exportación: el tequila y el mezcal.
Pero ¿qué pasa con nuestros polinizadores?, ¿están en peligro? Lamentablemente la respuesta es sí, están amenazados, a pesar de que de su conservación depende también la permanencia de los humanos en la Tierra.
Estas son sus principales amenazas: a) la deforestación y transformación de los ecosistemas naturales en áreas urbanas, de cultivo, de producción ganadera o turísticas; b) el uso indiscriminado de pesticidas aplicados a los cultivos donde los polinizadores visitan las flores.
Plaguicidas en todas sus denominaciones que generalmente son dirigidos a eliminar las plagas. Pero al hacerlo acaban también con los polinizadores. Los más afectados: abejas, abejorros y avispas; en el mediano plazo colibríes y murciélagos y c) el comercio legal e ilegal de organismos o partes de ellos con fines de ornato. O como los conocidos “amarres”, en donde se usan colibríes momificados para hacer un ritual que promete el amor eterno a quienes lo usan, causando la muerte a muchos organismos.
La deforestación afecta a todos los organismos en la Tierra. La rápida transformación de los ecosistemas naturales para crear asentamientos humanos, sitios agrícolas, ganaderos y turísticos; carreteras y otras vías de comunicación ha ocasionado que muchos organismos no tengan los espacios idóneos para vivir.
Si bien muchos organismos se adaptan a vivir en ambientes perturbados, tenemos la responsabilidad de mejorar sus condiciones. Porque la reproducción de los polinizadores requieren ambientes naturales indispensables de conservar.
El uso de agroquímicos ha causado la muerte de miles de abejas y abejorros, llevando con esto la pérdida de los servicios ecosistémicos asociados a ellos, como la polinización.
Cultivos masivos, como la almendra en el sur de los Estados Unidos, perdieron a su único polinizador: las abejas. Se pierden recursos económicos y se crean muchos problemas tratando de resolver el asunto.
Otros ejemplos: la polinización de jitomate que requiere de la presencia de abejorros; la reproducción de diversas especies de agave para elaborar tequila y mezcal nos hablan de la importancia de conservar este proceso para preservar la vida humana. Por supuesto, no puede dejarse de lado la producción de miel.
El comercio muchas veces ilegal de partes o de organismos enteros para fines de ornato o de rituales es una práctica que también debe ser limitada. Como los “amarres” en los que se utilizan colibríes para asegurar falsamente el amor. Los colibríes son mencionados como portadores de la buena suerte y de los pensamientos amorosos, y esto tiene que ver con su función de animales visitantes de las flores que revolotean a nuestro alrededor.
Pero solo son de buena suerte cuando están libres y polinizando plantas. Muertos, momificados o en una jaula, son recordatorio de nuestra perversidad como especie en el planeta.
¡Conservemos a los polinizadores! ¡Conservémonos nosotros mismos!
María del Coro Arizmendi
Profesora Titular C y directora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, UNAM
Correo-e: [email protected]