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Los sobrevivientes de las inundaciones de Libia ahora se enfrentan al trauma

El estrés postraumático y la ansiedad se han convertido en un reto diario para miles de libios que sobrevivieron a la tormenta Daniel en septiembre pasado, advierten las organizaciones humanitarias de la ONU.

Las lluvias torrenciales de la tormenta Daniel el 10 de septiembre reventaron dos presas río arriba de la ciudad costera de Derna. Según la prensa, las inundaciones anegaron hasta una cuarta parte de la ciudad. Miles de personas perdieron la vida y, según los equipos de búsqueda, todavía hay muchos cadáveres bajo los escombros o perdidos en el mar.

La respuesta humanitaria se ha centrado en recoger a los muertos, por temor a la propagación de enfermedades, pero para las decenas de miles de habitantes de Derna que sobrevivieron a la inundación, el trauma y la incertidumbre son también una preocupación acuciante, según la Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria de la ONU (OCHA).

Ayuda psicológica

Proporcionar apoyo psicosocial es una prioridad para quienes viven en el este de Libia, donde la ONU calcula que más de 10 mil personas habrían muerto cuando la tormenta azotó Derna.

Según la ONU, más de 43 mil personas fueron desplazadas por las inundaciones. La mayoría de ellas se alojan con familiares en zonas cercanas, mientras que 2 mil 800 viajaron a Bengasi.

En una visita de dos días a Bengasi, la coordinadora residente y humanitaria, Georgette Gagnon, se reunió con familias que huyeron de sus hogares arrasados por las inundaciones y buscaron seguridad en Bengasi, a 250 kilómetros de distancia. Hablaron de su pérdida y de su preocupación tanto por la educación de sus hijos como por lo desconocido.

“Es desgarrador oír por lo que han pasado las familias y la grave angustia que han padecido”, dijo Gagnon. “El coste mental es muy alto, y se necesita urgentemente apoyo para ayudar a la gente a curarse”.

En un recinto a media hora en coche del centro de Bengasi, conoció a una familia de cinco miembros que había llegado cuatro días antes. Dijeron que se encontraron con el agua hasta la cintura en cuestión de segundos. Todas sus pertenencias fueron arrastradas por el agua y apenas pudieron salir con vida de su casa. Ésta ha desaparecido, al igual que muchas otras de su calle.

Además de la atención médica, el control y la prevención de enfermedades, y las pruebas y análisis de las fuentes de agua, el apoyo psicosocial se ha identificado como una de las necesidades prioritarias para las personas afectadas, según una evaluación de las agencias de la ONU que estuvieron en Albaydha, Derna y Susa.

Las personas que han recuperado e identificado los cadáveres de sus familiares han encontrado cierto consuelo. Al menos han podido darles un entierro digno. Pero con unos 10 mil desaparecidos, el no conocer el destino de esas personas tiene a los residentes de Derna luchando con ansiedad.

Los organismos humanitarios de la ONU, como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se encuentran desde septiembre en Libia prestando ayuda a los supervivientes en las zonas más afectadas.

Aunque la tragedia comenzó con las intensas lluvias causadas por la tormenta Daniel (originada por el aumento del calor del mar) testigos dijeron que la situación se salió de control cuando oyeron la explosión de una gran presa que terminó expulsando un gigantesco torrente de agua que “parecía un tsunami”.

La información disponible hasta ahora señala que las lluvias provocaron el colapso de dos represas en el río Derna, “que arrastraron barriadas enteras con sus residentes hasta el mar”, según explicó Ahmed Mismari, portavoz del Ejército Nacional Libio, que controla el este del país.

Además de Derna, también fueron afectadas las ciudades de Bengasi, Susa y Al Marj, todas ellas en el este, así como Misrata, en el oeste, en medio de las peores inundaciones en las últimas cuatro décadas en el país.

Un país partido en dos

Los esfuerzos de rescate se han visto complicados por el hecho de que Libia, rica en petróleo, está dividida en la práctica desde 2014 entre un gobierno provisional, reconocido internacionalmente, que opera desde la capital, Trípoli, y otro en el este, en cuyo territorio también operan numerosos grupos armados. Las dos partes firmaron un alto el fuego en 2020, pero las rivalidades políticas continúan.

La lucha entre facciones ha llevado al abandono de la infraestructura y dado lugar a una pobreza generalizada en un país con pocos recursos y experiencia para enfrentar este tipo de catástrofes.

Superar el estancamiento político

El jefe de derechos humanos de la ONU, Volker Türk, emitió una declaración el miércoles en la que pedía a todos los actores políticos libios que superaran el estancamiento político y las divisiones, “y actuaran colectivamente para garantizar el acceso a la ayuda”.