Así se da la exposición a sustancias químicas en las zonas urbanas — ecologica
Usted está aquí: Inicio / Artículos / Así se da la exposición a sustancias químicas en las zonas urbanas

Así se da la exposición a sustancias químicas en las zonas urbanas

Jaqueline Calderón Hernández, Lizet Jarquín Yáñez, Yelda Leal y José Luis Vázquez Compeán

En las zonas urbanas las sustancias químicas se generan por actividades industriales, comerciales, o de servicios; pueden ser emitidas o transferidas al aire, al agua, al suelo, al polvo al producirse o usarse. Según sus características de toxicidad, persistencia en el ambiente y/o bioacumulación o si no se manipulan o disponen correctamente pueden causar efectos adversos a la salud y/o al medio ambiente.

Una sustancia química tiene propiedades o características específicas que se pueden usar para identificarla; además puede interactuar con otras sustancias y cambiar de forma.

Los niños se exponen a mezclas de sustancias químicas a través del aire, el suelo, el agua, el polvo de los entornos donde realizan sus actividades diarias; en casas, en la escuela o en las áreas de juego; incluso en actividades relacionadas con el trabajo infantil.

La población infantil es especialmente sensible a la contaminación del aire porque sus órganos se están desarrollando y tienen una mayor ingesta de aire o agua por peso corporal.

Por otro lado, algunos patrones de comportamiento, como llevarse objetos o las manos a la boca, jugar en los exteriores, gatear por el suelo, donde se exponen al polvo que puede contener sustancias químicas que se acumulan en pisos y tierra, facilitan el contacto con las sustancias químicas presentes en el aire; a esto se le llama exposición.

La combinación de exposiciones a mezclas de sustancias químicas, adicional a la vulnerabilidad biológica, hace a la población infantil muy susceptible a los efectos causados por sustancias tóxicas presentes en el ambiente.

Si bien todas las comunidades experimentan las consecuencias de los contaminantes químicos presentes en los entornos donde vivimos o realizamos nuestras actividades diarias, los niños que viven en zonas urbanas marginadas o en zonas urbanas industrializadas se ven afectados de manera desproporcionada por la presencia diversas sustancias químicas que son emitidas al aire, al agua o que se depositan en el suelo sin el tratamiento adecuado.

El daño a la salud es proporcional a la cantidad de sustancias químicas que ingresan al organismo, el tiempo de la exposición y el periodo de la vida en el cual se presenta la exposición.

Por ejemplo, el entorno en la vida intrauterina puede vulnerarse debido a las posibles exposiciones a los que puede estar sometida la madre. Algunos metales y metaloides, disruptores endocrinos, disolventes y otros productos químicos industriales, se han asociado con el desarrollo de problemas de salud a largo plazo.

Dependiendo de las características químicas de las sustancias tóxicas, éstas pueden atravesar la placenta o la barrera hematoencefálica y acumularse en el cerebro, como ocurre con algunos agentes neurotóxicos.

En las primeras etapas de la vida, la exposición a sustancias químicas tóxicas que se encuentran en el ambiente puede provocar daños irreversibles a la salud, por ejemplo, a través de cambios epigenéticos que interrumpen los procesos celulares normales y pueden conducir al desarrollo de cánceres en la niñez.

Los lactantes, adicional a la exposición de sustancias químicas a través del aire, también pueden estar expuestos a las sustancias químicas presentes en el agua si se alimentan con fórmula láctea en polvo que se prepara con agua contaminada, por ejemplo, con fluoruros.

En México, hay zonas urbanas y rurales donde los acuíferos tienen concentraciones de arsénico o fluoruros suficientes para afectar la salud de los niños. A pesar de existir normas oficiales mexicanas que establecen valores de seguridad ambiental para estos contaminantes, no se previene la exposición.

Hay evidencia científica que documenta el rol de las exposiciones a las sustancias químicas y la capacidad de éstas para actuar a través de múltiples vías biológicas, incluida la inmunosupresión y la mutagénesis. Esto respalda aun más la posibilidad de que las sustancias y las mezclas químicas comunes en los escenarios urbanos influyen en el desarrollo de enfermedades en los niños.

La exposición a sustancias químicas tóxicas

El aire es una de las principales vías de transporte de las sustancias químicas en los escenarios urbanos.

Las fuentes de emisión pueden dividirse en:

  • Fuentes fijas (actividad industrial), por ejemplo, la generación de energía eléctrica a partir de combustibles fósiles, la producción de cemento, textiles, productos para el cuidado de la salud, la fundición de metales, la producción del acero, entre otras.
  • Las fuentes puntuales en los vecindarios (comercios o servicios), como restaurantes que usan hornos de leña, tintorerías, uso de leña para calefacción, carnes o alimentos asados al carbón, incineradores, crematorios, gasolineras, talleres de laminado y pintura, plantas de reciclado, talleres de carpintería, elaboración artesanal de ladrillos, quema de basura, incendios provocados, entre otras.
  • Las fuentes móviles, como los vehículos automotores de diésel o gasolina que circulan por calles y carreteras.
  • Las fuentes naturales, que incluyen la erosión del suelo, emisiones biogénicas, erupciones volcánicas, incendios forestales, entre otros.

La contaminación del aire exterior es una mezcla compleja de sustancias químicas que varía ampliamente en el espacio y el tiempo, lo que refleja la diversidad de fuentes y la influencia de los procesos atmosféricos.

Se compone de contaminantes primarios generados por la combustión y por contaminantes secundarios formados en la atmósfera a partir de gases precursores. Estos contaminantes pueden ingresar a los edificios (y vehículos) a través de puertas y ventanas abiertas, sistemas de ventilación y grietas en las estructuras, lo que aumenta la carga de contaminantes del aire derivados del interior.

Los contaminantes del aire que se miden comúnmente incluyen material particulado PM2.5, PM10, dióxido de nitrógeno y dióxido de azufre; la concentración de partículas se utiliza a menudo como indicador de los niveles de contaminación del aire.

La Agencia Internacional de Investigaciones sobre Cáncer (International Agency for Research on Cancer) ha clasificado a la contaminación del aire exterior y al material particulado independiente de su composición química como agentes cancerígenos tipo I, es decir que existe evidencia suficiente para atribuirles la capacidad de causar cáncer en humanos.

Esta clasificación como cancerígeno tipo I es la culminación de una serie de análisis que han examinado los efectos de los contaminantes individuales contenidos en las mezclas de contaminantes del aire exterior.

Millones de personas en el mundo están expuestas a la contaminación del aire exterior a niveles que exceden sustancialmente las pautas sanitarias existentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido un valor promedio anual de 5 μg/m3 para PM2.5.

En zonas urbanas de México, a pesar de la operación limitada de los sistemas de monitoreo de calidad del aire, hemos identificado ciudades como Tijuana con valores anuales promedio de PM2.5 de hasta 37 μg/m3 en el año 2019, es decir, siete veces por arriba de valor establecido para la protección de la salud pública.

En otras áreas urbanas como la zona metropolitana del Valle de Toluca se han reportado valores promedio anuales de 21μg/m3 hasta 27 μg/m3 en un periodo de análisis de 11 años; estos valores superan la guía de calidad de aire establecida por la OMS.

Otras zonas metropolitanas con menor densidad poblacional y desarrollo industrial también reportan valores por arriba del nivel de seguridad de protección para la salud. Como en San Luis Potosí desde 13 μg/m3 hasta 21 μg/m3 en el periodo de cinco años (2018-2022).

En la ciudad de Mérida, se reportaron valores anuales promedio de PM 2.5 de 15 μg/m3 a 16 μg/m3 en 2015 y 2016. La NOM-025-SSA1-2014 especifica 12 μg/m3 como límite permitido para promedio anual de PM2.5.

A pesar de la operación de sistemas de monitoreo atmosférico en zonas urbanas de México, el cumplimiento de la norma nacional para la protección de la salud, sigue pendiente.

Hasta aquí hemos analizado solo uno de los contaminantes en el aire. La evidencia para establecer al PM2.5 y a la contaminación del aire como cancerígena se obtuvo a partir de estudios realizados en población adulta.

La evidencia de los impactos del aire contaminado en la salud infantil se ha ampliado considerablemente en los pasados 20 años.

Los niveles actuales de contaminantes atmosféricos están asociados con muchas de las morbilidades pediátricas más importantes, incluida la incidencia y prevalencia del asma, nacimientos prematuros, el desarrollo conductual y cognitivo y los cánceres pediátricos, así como con un mayor riesgo de una variedad de enfermedades crónicas en la vida adulta.

Sustancias químicas contra la salud de los niños

Hay evidencia científica que respalda el papel de las exposiciones en los primeros años de vida (incluyendo exposiciones en el útero) en el desarrollo de asma y alergias enfermedad en la infancia y en la reducción de la función pulmonar.

En múltiples estudios de seguimiento (cohortes) en una variedad de lugares en Europa y América del Norte, se ha investigado la exposición en los primeros años de vida a dióxidos de nitrógenos (NOx), PM10, PM2.5 y contaminantes del aire generados por el tráfico y se han reportado asociaciones consistentes con un mayor riesgo de desarrollo y exacerbación asma.

Exposición residencial o basada en la proximidad de la escuela a vías de alta densidad vehicular. Otros estudios han reportado asociaciones entre medidas de exposición a la contaminación atmosférica y deterioro de la función pulmonar en niños.

Decrementos a largo plazo en la función pulmonar han sido demostrados en estudios de seguimiento realizados en población pediátrica con y sin asma.

En una revisión sistemática de la literatura se concluye que hay efectos adversos sobre el crecimiento de la función pulmonar en menores de 18 años que viven en ambientes altamente contaminados.

Otros efectos asociados a la exposición de las sustancias químicas incluyen al cáncer; por ejemplo, para la leucemia linfoblástica aguda (LLA) uno de los tipos de cáncer más prevalente en la población infantil, postula la hipótesis del origen fetal de la enfermedad en los niños de madres que estuvieron expuestas a sustancias químicas durante el embarazo.

La exposición a plaguicidas es uno de los factores de riesgo ambiental mejor documentados y reconocidos como agentes causales en la etiología de la leucemia en población pediátrica.

Jaqueline Calderón Hernández
UASLP y Programa de Salud Pública Global, Boston College
Lizet Jarquín Yáñez
CONAHCYT y UAZ
Yelda Leal
Coordinación de Investigación en Salud del IMSS
José Luis Vázquez Compeán
Cinvestav, IPN-Tamaulipas
Correos-e respectivos: [email protected], [email protected], [email protected], [email protected]