Infancia y basura electrónica: ¿es la economía circular una solución? — ecologica
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Infancia y basura electrónica: ¿es la economía circular una solución?

Leticia G. Yáñez Estrada

¿Qué haces con tu celular cuando ya no sirve? ¿con tu computadora, secadora de pelo, licuadora, es decir, con cualquier implemento eléctrico o electrónico que tienes en casa? ¿Cuánto tiempo podrían durar todos estos dispositivos y electrodomésticos si no existiera la obsolescencia programada?

Cuando se termina la vida útil de todos estos implementos (en muchas ocasiones, antes de que sean obsoletos), pasan a ser residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), mejor conocidos como basura electrónica.

Se estima que la generación global de RAEE crece a un ritmo de dos millones de toneladas anuales, y son los aparatos electrónicos los que más contribuyen, muy probablemente por la carrera mercantil.

¿Cuántas veces nos bombardean con los nuevos modelos de teléfonos celulares (con un sinnúmero de aplicaciones novedosas), cuando el último ejemplar ofrecido en el mercado no ha cumplido ni siquiera un año?

Lamentablemente, los ciclos de vida útil de los aparatos eléctricos y electrónicos (AEE) cada vez son más cortos, sin opciones de reparación o éstas son muy limitadas.

Algunos datos más: en 2021 se generaron 57.4 millones de toneladas de RAEE en el mundo (que en conjunto pesan más que la muralla China); en el mismo año, México produjo un millón 211 mil 580 toneladas y se espera un crecimiento del 17 por ciento entre el 2020 y el 2025; cada mexicano aporta aproximadamente 9.23 kg/año de basura electrónica.

Los estados que más contribuyen son la Ciudad de México, Jalisco y Nuevo León. Pero lo más crítico, es que apenas el 20 por ciento se recicla adecuadamente. La gran interrogante es, ¿en dónde está el resto?

Nuestra casa es el primer almacén; revisa los cajones del clóset y probablemente encontrarás el que fue tu primer radio, o teléfono o videojuego. No contamos con programas educativos, ni dependencias que se hagan responsables de la disposición final correcta de los RAEE.

Por ejemplo, la misma empresa que nos vendió la TV, debería recolectarla cuando ha finalizado su vida útil y asegurarse de disponer correctamente de la misma.

Todos los AEE, contienen un número importante de compuestos químicos que son tóxicos para nuestra salud, entre ellos, los metales pesados.

Seguramente han escuchado hablar del plomo, metal que produce daño neurológico, razón por la cual fue eliminado de la gasolina y de las soldaduras de latas que contienen alimentos; del cadmio, que daña los riñones; del mercurio que, al igual que el plomo, afecta el sistema nervioso y, cuando las mujeres embarazadas se exponen a él, corren el riesgo de que sus hijos nazcan con malformaciones e incluso con retraso mental; del cromo, que produce anemia y probablemente cáncer.

A los metales se suman los retardantes de flama que, como su nombre lo dice, se agregan a los AEE para protegerlos de un incendio o para que tarden más tiempo en incendiarse.

Respirar estos retardantes puede causarnos daño a la tiroides y al neurodesarrollo, es decir, se disminuye nuestra capacidad para aprender cosas nuevas.

Y ¿cómo o cuándo estamos en riesgo de exposición a estas sustancias tóxicas si están dentro del celular, la TV, la computadora?

Lamentablemente, por desconocimiento, muchas personas tiran los RAEE junto con la basura de su casa, contaminando ríos, campos de cultivo, el aire y después como todo es un ciclo, podríamos exponernos al comer alimentos o beber agua contaminados con estas sustancias tóxicas.

Ante la falta de medidas responsables por parte de las autoridades, surge el trabajador informal. Seguramente ha visto y escuchado a los pepenadores que recorren las calles de las ciudades con un altavoz anunciando que compran colchones, radios, refrigeradores, televisores y toda basura electrónica que ya no nos sirva.

Todo lo que recolectan se lo llevan a sus casas y con técnicas artesanales lo desmantela para tratar de recuperar las materias primas. En este proceso a veces emplean calor y es cuando las sustancias tóxicas antes mencionadas son liberadas al ambiente y ellos las respiran o contaminan sus alimentos y agua poniendo en riesgo su salud y la de su familia porque todo el núcleo familiar se dedica a esta actividad.

Los niños, por ejemplo, aprovechando que tienen manos pequeñas, separan las piezas más finas e inclusive aprenden a identificar los colores porque es la manera en que aíslan los cables, conectores y demás componentes.

Cuando queman los cables para sacar el cobre, los niños se encargan de separar las cenizas, así que constantemente están respirando las sustancias tóxicas, que pueden llegar al cerebro y eso explica el por qué, tristemente, estos niños tienen un bajo aprovechamiento escolar.

Y por si esto no fuese suficiente, con estas técnicas artesanales difícilmente se logra el beneficio económico que podría generar el reciclaje completo de este tipo de residuos.

¿Qué hacer? ¿Prohibir que los pepenadores recolecten los RAEE? No, esta actividad es su sustento económico, lo que se requieren son programas de educación y que tanto los empresarios como las autoridades sean más participativas.

Seguramente están pensando en la economía circular, esa que dice que se pueden generar nuevos productos con los RAEE. Pero, ¿quién garantiza que estos nuevos productos de consumo no contendrán las sustancias tóxicas presentes en los aparatos eléctricos y electrónicos? Tal es el caso de los juguetes que se están elaborando con basura electrónica.

Se ha demostrado que los compuestos químicos siguen presentes y con la manipulación durante el juego, los niños los respiran e inclusive las tragan al chupar el juguete o comer sin lavarse las manos, poniendo una vez más en riesgo su salud. ¿Qué hacer?

Se deben controlar las extensiones del reciclaje, debe haber una responsabilidad extendida del productor, promover el uso y consumo responsable de AEE, establecer cantidades máximas permisibles de sustancias tóxicas presentes en materiales reciclados. La gestión sostenible de los residuos y una economía circular no son compatible con los productos químicos tóxicos que se reciclan en nuevos productos de consumo infantil.

Leticia G. Yáñez Estrada
Profesora investigadora nivel VI
Laboratorio de Género, Salud y Ambiente
Facultad de Medicina, UASLP
Correo-e: [email protected]