¿Qué son los COP, cómo nos afectan y cómo podemos evitarlos? — ecologica
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¿Qué son los COP, cómo nos afectan y cómo podemos evitarlos?

María del Carmen Martínez Valenzuela, Victoria Conde Ávila y Ana Laura Calderón Garcidueñas

Si comparamos la salud de los niños de generaciones de hace 50 o 60 años, con la salud actual de los niños, nos da la sensación de que nuestros pequeños son cada vez más frágiles y enfermizos.

Las enfermedades son el resultado de factores genéticos que interactúan con factores ambientales, es decir, con el aire y agua que respiramos, lo que comemos e incluso lo que vestimos. ¿Han cambiado drásticamente nuestros genes? La respuesta es no. Entonces, ¿qué es lo que ha cambiado para mal? Definitivamente, el ambiente.

Desafortunadamente, los humanos, como habitantes de este planeta, hemos contribuido grandemente a su contaminación (contaminación antropogénica). Los seres humanos han creado, entre otras cosas, un grupo de sustancias químicas sintéticas, es decir, que no existían naturalmente en el ambiente, y que se utilizan con fines industriales, agrícolas o domésticos; entre estas sustancias, están los contaminantes orgánicos persistentes (COP).

Los COP son compuestos químicos sintéticos, extremadamente peligrosos, que permanecen en el ambiente por largos periodos. Su toxicidad (capacidad de causar daño) se relaciona con su forma química. Al ser sustancias orgánicas (compuestas de carbono), son muy parecidas a moléculas que encontramos en la naturaleza y en el cuerpo humano, por lo que pueden ingresar, interactuar o modificar químicamente procesos biológicos naturales.

Por ejemplo, pueden alterar el funcionamiento de las células, hormonas o genes. Además, tienen la capacidad de viajar por el aire, el agua o acumularse en el suelo, así como en grasa de animales y seres humanos.

Por esta definición, diferentes sustancias de diversos grupos químicos han sido consideradas COP. Originalmente, 12 contaminantes llamados “la docena sucia” fueron seleccionadas como los COP de mayor peligro, con base en una investigación a nivel global.

Dichos compuestos son plaguicidas de uso agrícola, productos químicos industriales que encontramos en telas y utensilios de uso común; así como productos generados involuntariamente por reacciones químicas, la mala gestión de los basureros y la quema de material vegetal y chatarra electrónica.

Desde hace años, existe evidencia y un consenso sobre los riesgos que representa la contaminación por COP para todos los seres vivos. La mayoría de los COP pertenecen al grupo de sustancias cloradas (organoclorados), muchas de ellas liberadas al ambiente con la finalidad de actuar como plaguicidas.

Sin embargo, por el mismo principio biocida (que mata a seres vivos), dañan no solo a la plaga, sino que provocan afectaciones a todos los organismos en diferente nivel y proporción. Entre los principales efectos en seres humanos se encuentran la intoxicación, el envenenamiento, el bloqueo de enzimas, la afectación hormonal, la pérdida de la fertilidad, alteraciones en la transmisión de estímulos cerebrales, déficit de atención, formación de tumores, cáncer y muerte.

México fue el primer país latinoamericano en firmar el Convenio de Estocolmo, que es un tratado internacional que entró en vigor en 2004, y en el cual los países participantes se comprometieron a vigilar, eliminar o restringir la producción y el uso de COP en beneficio del planeta.

Actualmente, el convenio ha ampliado la lista de COP a 30 sustancias y sus derivados, tanto plaguicidas como de otros grupos químicos de alto riesgo y de vigilancia obligada, mientras otras sustancias se encuentran en evaluación para ser incluidas en próximas reuniones e implementar medidas de restricción.

Desde entonces, a nivel nacional se han implementado algunas acciones para frenar la producción y disminuir el uso de COP. En cuanto a plaguicidas específicamente, en México se han impuesto restricciones y prohibiciones a COP como el clordano, heptacloro, drinas, lindano, hexa y pentaclorobenceno, el DDT y el endosulfán.

Sin embargo, tras más de 20 de años desde la firma del convenio, los programas de monitoreo de contaminantes dependientes de institutos gubernamentales y los programas nacionales de gestión no suelen contemplar el monitoreo activo de COP para corroborar que estas sustancias no sean liberadas al ambiente o se encuentren en concentraciones elevadas.

Se deben tomar medidas urgentes y estrictas en el control y uso de plaguicidas, tanto los incluidos en el CE como de otras sustancias, ya que, aún en bajas concentraciones pueden causar daños permanentes en el ambiente y en la salud.

Finalmente, es importante apoyar la transición hacia una agricultura menos contaminante a través de la generación y aplicación de alternativas para su uso en el control de plagas. Actualmente, existen alternativas menos agresivas y de menor o nula toxicidad, pero aún no tienen la suficiente promoción y apoyo para implementarse a gran escala.

De esa manera se proveería no solo de seguridad ante prácticas y sustancias que ponen en peligro la salud de productores y la población en general, sino que se les brindarían herramientas prácticas indispensables para que la disminución de contaminantes sea una realidad.

Para leer más:

Fiedler H, Kallenborn R, Boer J, Sydnes L. 2019. The Stockholm Convention: A Tool for the Global Regulation of Persistent Organic Pollutants. Chemistry International 41(2): 4-11. https://doi.org/10.1515/ci-2019-0202
UNEP 2021. United Nations Environment Programme (UNEP). 2021. Third regional monitoring report region of Latin America and the Caribbean global Monitoring Plan for Persistent Organic Pollutants. http://chm.pops.int/Implementation/GlobalMonitoringPlan/MonitoringReports/tabid/525/Default.aspx
Convenio de Estocolmo. 2022. Electronic Reporting System of the Stockholm Convention. Mexico profile. http://www.pops.int/Countries/CountryProfiles/tabid/4501/Default.aspx
SEMARNAT. 2016. Plan Nacional de Implementación del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes. México. http://chm.pops.int/Portals/0/download.aspx?d=UNEP-POPS-NIP-Mexico-COP5.Spanish.pdf
SEMARNAT 2022. SEMARNAT. 2022. Programas de gestión para Mejorar la Calidad de Aire (ProAire). https://www.gob.mx/semarnat/acciones-y-programas/programas-de-gestion-para-mejorar-la-calidad-del-aire
Martínez VC, Gavilán GA, Conde AV, Barrientos AD, Apodaca AM, Luna VJG, Castro CG, Masías ALO. 2022. Applying the Global Monitoring Plan and analysis of POPs results in atmospheric air in Mexico (2017–2018). Chemosphere 303(2) 135154. https://doi.org/10.1016/j.chemosphere.2022.135154
Martínez C, Martínez AA, Barrientos Alemán D, Gavilán García A, Caba M, Calderon Garcidueñas AL, Mora A, Zenteno E. 2022. Persistent organic compounds in human milk and evaluation of the effectiveness of the Stockholm convention in Mexico. Environmental Advances. 8. 100190. https://doi.org/10.1016/j.envadv.2022.100190
Romero T, Cortinas C, Gutiérrez V. 2009. Diagnóstico nacional de los contaminantes orgánicos persistentes en México. México, D.F.: Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, INE. 344 pp.
Convenio de Estocolmo. 2011. Stockholm Convention. 2011. Stockholm Convention on Persistent Organic Pollutants (POPs). http://chm.pops.int
Martínez-Valenzuela C, Waliszewski SM, Amador-Muñoz O, Meza E, Calderón-Segura ME, Zenteno, Huichapan-Martínez J, Caba M, Félix-Gastélum R, Longoria-Espinoza R. 2017. Aerial pesticide application causes DNA damage in pilots from Sinaloa, Mexico. Environ Sci Pollut Res Int 24:2412-2420. https://doi.org/10.1007/s11356-016-7974-5
Martínez Valenzuela CM, Casas GR, Berrelleza AAC, Ortega Martínez LD. 2019. Plaguicidas, impacto en salud y medio ambiente en Sinaloa (México): implicaciones y retos en gobernanza ambiental. Trayectorias Humanas Trascontinentales. 4:103-122. https://www.unilim.fr/trahs/1615
Plan de Vigilancia Mundial para Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP)
https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/688883/3_-_Reporte_GMP2_COP_8-12-2021.pdf
Contaminantes Orgánicos Persistentes COP’s
https://www.ambiente.gob.ec/wp-content/uploads/downloads/2012/10/COP.pdf

María del Carmen Martínez Valenzuela y Victoria Conde Ávila
Laboratorio de Genotoxicología,
Unidad de Investigación en Ambiente y Salud, Universidad Autónoma de Occidente
Ana Laura Calderón Garcidueñas
Departamento de Neuropatología y Neurocirugía Manuel Velasco Suárez