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Bosques de niebla en México, un ecosistema frágil y amenazado

Tarin Toledo Aceves

Si bien no existe una evaluación reciente que permita determinar con exactitud el área que cubre el bosque mesófilo de montaña (BMM) en México, muy probablemente se trata del ecosistema más amenazado en el país (Challenger, 1998), y el ecosistema tropical que ocupa menos superficie a nivel mundial (Bubb y Das, 2005; Mulligan y Burke, 2005).

Se estima que menos del 1 por ciento del territorio nacional está ocupado por vegetación primaria de BMM (8 mil 809 km2; serie III de INEGI 2005) y aproximadamente un 50 por ciento de la superficie original ha sido reemplazada por otros tipos de cobertura (Challenger, 1998).

El BMM se caracteriza principalmente por la presencia frecuente o persistente de nubes a nivel de la vegetación (Hamilton, 1995). Esta definición basada en el clima refleja la importancia de las nubes o niebla para la ecología de este ecosistema.

De ahí que también se le conozca como bosque de niebla, selva nublada, bosque nebuloso y bosque nublado. En inglés los nombres más frecuentes son tropical mountain cloud forest o simplemente cloud forest.

Pese a ocupar una extensión tan reducida, el BMM es el ecosistema que alberga la mayor diversidad de especies de flora y fauna en relación a su área (Challenger 1998); se calcula que alrededor de 2 mil 500 a 3 mil especies de plantas vasculares habitan exclusiva y preferentemente en estos bosques (Rzedowski, 1996).

Algunos elementos característicos de estos bosques son los helechos arborescentes, frecuentemente utilizados para elaborar maquique o xaxim (Alsophila firma, Cyathea fulva, Dicksonia gigantea) y la abundancia de epífitas como bromelias, también conocidas como tencho o ech (Tillandsia eizii, T. ponderosa, T. imperialis), helechos (de los géneros Elaphoglossum, Polypodium, Psilotum), orquídeas (sobresalen las del genero Encyclia) y musgos.

Entre las especies de fauna más emblemáticas cabe mencionar al quetzal (Pharomachrus mocinno) y al pavón (Oreophasis derbianus), que se encuentran en peligro de extinción, el hocofaisán (Crax rubra), que está amenazado, y varias especies de colibríes del género Eupherusa.1

Los BMM son reconocidos también como sistemas prioritarios para la conservación y restauración debido al papel vital que desempeñan en el mantenimiento de los ciclos hidrológicos y de nutrientes (Hamilton, 1995; Brujnzeel, 2001). Dentro del marco de la “Evaluación de los recursos forestales mundiales” (FAO, 2006) el bosque de niebla o BMM ha sido reconocido internacionalmente como un ecosistema que requiere de atención especial debido a su relevancia hidrológica.

Dado su importante papel en los ciclos hidrológicos, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en el esquema de pagos por servicios ambientales hidrológicos reconoce una categoría especial para el bosque mesófilo de montaña.

Desafortunadamente, la distribución naturalmente fragmentada del BMM, el paisaje fuertemente accidentado que ocupan frecuentemente y su lenta capacidad para recuperarse de la perturbación, lo convierte en un sistema particularmente frágil (Ewel, 1980; Arriaga, 2000; Williams-Linera et al., 2002).

Las amenazas, tanto a la permanencia del BMM como a su calidad, son actividades o condiciones que limitan el mantenimiento y la viabilidad del funcionamiento del sistema.

Pueden incluir factores con variación temporal. Por ejemplo, su efecto puede incidir en la condición presente del bosque o tener una alta probabilidad de ocurrir en los próximos años, o haber sido un factor que ocurrió en el pasado y cuyos impactos sigan teniendo efecto sobre el bosque en el presente.

Una de las problemáticas más serias en el país, y particularmente en el BMM, es la tala ilegal de madera, que afecta tanto áreas de propiedad comunal, ejidal y privada como áreas naturales protegidas (Muñoz et al., 2006; Williams-Linera, 2002; ITTO, 2005).

Se considera que en las áreas donde la tala ilegal es frecuente, se encuentran más amenazadas que aquéllas donde no ocurre. Si bien existe una compleja interacción de factores que inciden sobre la desaparición de los bosques, suele ocurrir que la deforestación del BMM se relaciona con su conversión a pastizales y a cultivos agrícolas (Ochoa-Gaona y González-Espinoza, 2000; Muñoz-Villers y López-Blanco, 2007; Echeverría et al., 2007).

De manera que si una alta proporción del área de influencia de los parches de bosque está ocupada por pastizales cultivados e inducidos, se considera como una amenaza de valor alto.2

A pesar de tan grave situación, existen soluciones. La clave quizá pueda estar en trabajar junto a las y los campesinos de las áreas boscosas. Su inclusión, disposición e interés en el manejo de sus recursos juegan un papel determinante en el éxito de las actividades encaminadas a la conservación y manejo sustentable (Bray y Merino, 2004; Boege, 2008).

Notas:
1 Además de la importancia ecológica intrínseca de la biodiversidad, numerosas especies de plantas y animales de los BMM son una fuente importante de productos para usos maderables, medicinales, ceremoniales, alimentarios, y fines comerciales para los habitantes de estas áreas (Ortega-Escalona y Castillo-Campos, 1996; Eleuterio y Pérez-Salicrup 2006; Endress et al., 2006). A partir de una revisión de 80 trabajos botánicos en el BMM, Sánchez- Velázquez y colaboradores (2008) reportan 414 especies de plantas con al menos un uso.
2 La misma lógica utilizada para la ganadería aplica para el área de influencia del BMM ocupada por agricultura. Una alta proporción del área de influencia de los parches de bosque ocupada por agricultura se considera como una gran amenaza debido a las altas probabilidades de avance de la frontera agrícola. En este caso se considera en conjunto la agricultura de temporal, de riego y de humedad (por goteo), aunque el grado de impacto pueda diferir entre éstas.

Tarin Toledo Aceves
El Bosque Mesófilo de Montaña en México,
Conabio, 2010
Correo-e: [email protected]