Nos enfrentaremos a catástrofes planetarias si no viramos el rumbo
Álvaro de Regil Castilla
En los últimos dos años, el informe completo sobre la Mitigación del Cambio Climático elaborado por los científicos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés), así como las investigaciones de otros centros, como el Centro de Resiliencia de Estocolmo, han confirmado que seguimos una trayectoria fatal.
A menos que viremos rápidamente en la dirección contraria, las probabilidades de que nos enfrentemos a catástrofes planetarias que pongan en grave riesgo la existencia de vida en nuestro planeta en los próximos veinte años son realistas y probables.
No es sorprendente que sigamos viendo que tal amenaza existencial –resultado directo de las estructuras socioeconómicas dominantes del capitalismo– continúe cayendo en los oídos sordos de quienes detentan el poder, particularmente en el Norte Global, precursor abrumador de la crisis planetaria a la que nos enfrentamos.
En su lugar, estas élites persisten en una narrativa que hace creer a la mayoría de la gente que todo lo que tenemos que hacer es disminuir nuestras emisiones de CO2 para abordar el cambio climático sin cambiar los sistemas de estilo de vida consumista necesarios para que el capitalismo se sostenga. Impulsan, explícita e implícitamente, la idea de que las proezas tecnológicas resolverán nuestros problemas para que podamos seguir confiadamente persiguiendo nuestros impulsos consumistas en nuestra búsqueda de la felicidad.
Basándonos en el historial de los centros de poder, es evidente que los humanos y los no humanos seguramente llegaremos a nuestra desaparición en las próximas décadas a menos que la gente común se libere de la delirante narrativa avanzada por éstos que ha dominado a la opinión pública. No hay posibilidad de que las generaciones futuras disfruten de una vida sostenible y digna a menos que cambiemos radicalmente nuestra cultura y nuestros hábitos de vida y aprendamos a vivir en armonía con nuestro hogar, el planeta Tierra. El gran reto es provocar la toma de conciencia y el pensamiento crítico entre el ciudadano común.
La fractura planetaria
La fractura planetaria es esencialmente, en marcado contraste con la forma en que viven los no humanos, el resultado de la alienación de los seres humanos del resto de la naturaleza al no vivir en armonía con los procesos naturales de la Tierra. Como resultado directo de los albores de la Revolución Industrial, las sociedades humanas pasaron de pequeñas comunidades rurales a zonas urbanas.
La producción de bienes pasó de las fuentes de energía tradicionales, como los molinos de agua, a la energía de vapor que utilizaba combustibles fósiles mediante la combustión de carbón. Dicho hito produjo las sociedades de consumo esenciales para sostener el capitalismo, invadiendo gradualmente el medio ambiente, contaminando el aire y los ríos, agotando los nutrientes necesarios del suelo para los productos agrícolas, talando los bosques e industrializando la producción de alimentos de origen animal.
El capitalismo, imbuido de un dualismo que separa al ser humano de la naturaleza, consideraba los recursos naturales del planeta como un “don de Dios” que debía utilizarse inexorablemente para la reproducción y la acumulación de riqueza de los dueños de los medios de producción, todo ello en pos de una espiral interminable de producción, consumo y crecimiento de los beneficios.
Con la Segunda Guerra Mundial llegó la gran aceleración del impacto humano sobre el planeta que fue consolidando la fractura planetaria ya detectada en el siglo XIX por Karl Marx y otros. En efecto, siguiendo los trabajos del químico agrícola Justus von Liebig sobre la pérdida de nutrientes del suelo (“nitrógeno, fósforo y potasio”) con la “segunda revolución agrícola” a mediados del siglo XIX, Marx desarrolló el concepto de fractura metabólica.
Marx detectó que las relaciones sociales del capitalismo producían la fractura de los seres humanos en su relación con el metabolismo de la naturaleza. Esta fractura es, desde luego, mucho más compleja y profunda en nuestra época.
Al intensificar la mecanización y la industrialización de los estilos de vida de los consumidores, todo ello anclado en el uso de combustibles fósiles, concretamente petróleo, carbón y gas natural, el capitalismo también produce una miríada de productos y servicios absolutamente innecesarios destinados a satisfacer necesidades creadas artificialmente que no hacen más que exacerbar la fractura ecológica entre los humanos y el planeta, todo ello en aras de una mayor acumulación para los dueños de los medios de producción.
Así, oímos hablar todo el tiempo del calentamiento global y del cambio climático, pero de forma engañosa. Los medios de comunicación corporativos y los gobiernos se centran en los efectos del cambio climático sobre la sostenibilidad de las estructuras que permiten que la producción y el consumo se reproduzcan y acumulen para el capitalismo monopolista y transnacional actual. Empero, nunca cuestionan su sostenibilidad. De aquí que se embarquen en su discurso de prodigios tecnológicos para apaciguar a sus “unidades de consumo”.
Los oímos hablar de los informes deliberadamente censurados del IPCC y de las conferencias de la ONU sobre el cambio climático (COP1 a COP28), despojados de las recomendaciones clave de los científicos, como la imperiosa necesidad de disminuir la producción y el consumo, ya que estos son los principales impulsores de las emisiones de gases de efecto invernadero.1 Nos mantienen deliberadamente ignorantes sobre la causa subyacente del cambio climático.
Los nueve límites planetarios de la sostenibilidad
A pesar de lo anterior, el cambio climático es solo uno de los nueve límites planetarios que el capitalismo actual ha transgredido o está a punto de transgredir, con umbrales probablemente irreversibles.
Esto constituye la fractura metabólica ecológica planetaria producida por la humanidad a través de un sistema económico que requiere un crecimiento incesante en la producción y el consumo de productos y servicios que afectan al metabolismo natural de nuestro planeta.
Los científicos han determinado que los nueve límites (el cambio climático, la acidificación de los océanos, el agotamiento del ozono estratosférico, los flujos biogeoquímicos de los ciclos del nitrógeno y el fósforo, el uso del agua dulce, el cambio en el uso de los suelos, la pérdida de integridad de la biosfera, la carga de aerosoles atmosféricos y las nuevas entidades) son indispensables para mantener la estabilidad de la Tierra y permitir a los seres humanos y no humanos vivir de forma sostenible y en armonía con nuestro hogar.
Cinco de los nueve límites planetarios han sido traspasados por la actividad humana, según se informa en el informe de un equipo internacional de dieciocho investigadores publicado en la revista Science. Estos límites son el cambio climático, la pérdida de integridad de la biosfera, el cambio en los sistemas del uso del suelo, la alteración de los ciclos biogeoquímicos (fósforo y nitrógeno) y las nuevas entidades.2
De tal suerte que, a menos que cambiemos radicalmente nuestras estructuras socio-económicas –cómo vivimos (cómo trabajamos, producimos, nos movemos, nos reproducimos, nos comunicamos, viajamos, jugamos, nos entretenemos, etc.)– nos acercamos rápidamente a un riesgo existencial real.
Los científicos consideran que el cambio climático y la integridad de la biosfera son “límites básicos”. Una alteración significativa de cualquiera de ellos “conduciría al Sistema Tierra a un nuevo estado”, lo que implica un estado mucho menos habitable.
En este sentido, el geólogo Will Steffen afirmaba que transgredir un límite aumenta el riesgo de que las actividades humanas lleven inadvertidamente al Sistema Tierra a un estado gravemente inhóspito, perjudicando los esfuerzos por reducir la pobreza y provocando un deterioro del bienestar humano en muchas partes del mundo, incluidos los países ricos.
Los ambientalistas ecosociales Foster, Clark y York explican que los límites del cambio climático, la acidificación de los océanos y el agotamiento del ozono estratosférico pueden considerarse puntos de inflexión en los que, si cruzamos sus umbrales, haremos que la Tierra sea incapaz de sustentar la vida, mientras que los límites de los ciclos del nitrógeno y el fósforo, el uso del agua dulce, el cambio en el uso del suelo y la pérdida de biodiversidad se consideran el inicio de una degradación ambiental irreversible.
Al elegir los humanos vivir alienados del metabolismo del planeta –demandando y consumiendo recursos para satisfacer nuestras necesidades, muchas de las cuales son completamente superfluas– nos convertimos en los impulsores directos del cambio climático y de la fractura planetaria, de ahí el concepto de Antropoceno impulsado por el capitalismo.
El uso actual del término procede del químico atmosférico ganador del premio Nobel Paul J. Crutzen cuando declaró, basándose en una comprensión directa del cambiante Sistema Tierra, que hemos pasado del Holoceno a la época del Antropoceno. Unos años más tarde, Steffen y el historiador medioambiental John McNeill declararon: “El término Antropoceno... sugiere que la Tierra ha abandonado ya su época geológica natural, el actual estado interglacial llamado Holoceno”.
Andreas Malm sostiene que la época del Capitaloceno es un término más adecuado porque no se trata de la geología de la humanidad, sino de la acumulación de capital. La cuestión global de esta reflexión es que la Edad Capitalocéntrica representa una amenaza existencial realista para los humanos y los no humanos. De aquí que, a menos que sustituyamos las estructuras del capital con la máxima urgencia, nos enfrentaremos a nuestra desaparición en las próximas décadas, hasta el punto de que si hay algún superviviente, no reconocerá nuestro planeta tal y como lo conocemos hoy.
Notas
1 Los medios de comunicación corporativos y los gobiernos censuraron el informe del IPCC Mitigation of Climate Change report y difundieron una versión edulcorada, escrita por y para los gobiernos, titulada Summary for Policymakers (IPCC, Climate Change 2022: Mitigation of Climate Change). Este “resumen” eliminaba las conclusiones más importantes de los científicos del informe original. Para más información sobre los informes filtrados, véase también Los Editores de Monthly Review: “Los Informes Filtrados del IPCC,” — La Alianza Global Jus Semper, (enero 2022).
2 Un estudio publicado en 2022 informa de que “se ha superado el espacio operativo seguro del límite planetario de nuevas entidades, ya que la producción y las emisiones anuales aumentan a un ritmo que supera la capacidad mundial de evaluación y vigilancia.” Véase: Linn Persson et al., Fuera del Espacio Operativo Seguro del Límite Planetario para Entidades Noveles — La Alianza Global Jus Semper (marzo 2023).
Álvaro de Regil Castilla
Director ejecutivo de La Alianza Global Jus Semper