Ecatepec: entre inundaciones, falta de agua y hundimientos
Ariana Mendoza Fragoso
El municipio de Ecatepec de Morelos, estado de México, está rodeado por la sierra de Guadalupe. A través de sus escurrimientos, ésta alimentó al lago de Texcoco y otros cuerpos de agua asentados en su planicie. Es así que en este territorio encontramos tres grandes zonas: la de lomeríos en la parte más alta, la zona de lagos en la parte más baja y una zona intermedia entre estas.
La zona de lagos, que ahora es la más grande y poblada del municipio, es la que históricamente más ha padecido inundaciones, pero en los últimos años, colonias de la zona intermedia se han ido sumando a la problemática. Muestra de este riesgo incremental fue la inundación del 6 de septiembre del 2021 que dejó dos personas muertas y decenas lesionadas; un hospital dañado y un promedio de 50 mil personas damnificadas en 15 colonias.
El 15 de septiembre de este año, caudales de agua que bajaron de la sierra arrastraron lodo, árboles, enormes rocas, montones de basura, automóviles, muebles y otras pertenencias de las familias afectadas a su paso.
De forma cada vez más rutinaria, las lluvias provocan que el agua y lodo que bajan de la sierra inunden avenidas primordiales como la José López Portillo y la Vía Morelos, que pasan justamente por las faldas de la sierra.
Esto provoca que el servicio del transporte público como el Mexibús se vea continuamente interrumpido, afectando a miles de usuarios, quienes ya de por sí padecen largos e inseguros trayectos cotidianos.
En sus declaraciones inmediatas a estos desastres, las autoridades municipales y estatales coinciden en señalar la acumulación de basura como la principal causa de éstos. Trasladan a segundo plano la falta de mantenimiento de las barrancas, bordos y presas filtrantes localizados a lo largo de la sierra que se encuentran fracturados y azolvados. Del argumento de la basura no se mueven.
En buen estado, estas tienen la función de controlar deslaves y el flujo de las aguas broncas. Pese a su importancia, no reciben financiamiento desde hace por lo menos 20 años. Los trabajos de restauración de la sierra, que, de hecho, es una área natural protegida, se encuentran obsoletos por parte de las autoridades. Por el contrario se ha permitido la reducción del área de conservación para dar paso a fraccionadores privados.
Por su parte, en la zona de lagos, también conocida como la Quinta Zona, este año las inundaciones alcanzaron hasta 100 centímetros en algunas casas y negocios. Una vez más, las explicaciones de las autoridades, radicaron en la acumulación de basura y en las malas condiciones del sistema de drenaje.
De estos argumentos se apropian otros habitantes de la ciudad. Comentarios de internautas en algunos vídeos publicados en redes sociales donde se documentan las inundaciones del 2024, culpan a las personas afectadas por “invadir” tierras con riesgos “inherentes”. Frases como: “el agua siempre vuelve a su cauce” son usadas con recurrencia para naturalizar y banalizar las tragedias.
Otros acusan la “ignorancia” y “poca cultura” de los habitantes del municipio que tiran basura en las calles o “no construyen bien sus casas”, culpando a las familias de su propia desgracia. “Es Ecatepec, qué se puede esperar”, dice tajante y violentamente uno de estos comentarios.
Mientras tanto, los afectados tienen otras versiones. En Rinconada de Aragón argumentan que las inundaciones se han intensificado a partir de los trabajos de mejoramiento del drenaje de la plaza comercial localizada frente a la colonia, los cuales fueron realizados con el fin de salvar a ésta del hundimiento del terreno, a costa de inundar las calles vecinas.
Por su parte, residentes de Jardines de Morelos, señalan que hace un par de años, obras públicas del municipio les “cambió y mejoró sus drenajes”. No se explican cómo es que entonces las inundaciones persisten “¿no hacen bien su trabajo o solo nos engañan?”, se preguntan.
Debido al crecimiento poblacional del municipio y particularmente el de esta zona que comenzó a urbanizarse intensamente en la década de 1950, la calidad y capacidad del sistema de drenaje hoy han quedado rebasadas.
Pero incluso si la cañería se cambiara por completo, con el gradual hundimiento del suelo, seguramente en muy poco tiempo habría que renovarla de nuevo. La taza de hundimiento de la zona es de 20-25 centímetros al año.
El fenómeno del hundimiento ocurre en toda la cuenca del Valle de México desde mediados del siglo pasado, pero este fenómeno se ha intensificado en las últimas cuatro décadas, sobre todo en las periferias del norte y oriente.
Esto tiene que ver con el hecho de que estas zonas se encuentran asentadas en la planicie de inundación de antiguos cuerpos de agua. El lago salino de Texcoco, al ser desecado a inicios del siglo pasado, dejó un suelo esponjoso, conformado por arcillas con alto contenido de humedad. Al aplicarle presión, fácilmente se compacta.
Sin embargo, este hundimiento se ha intensificado a partir de la creciente demanda de suministro de agua potable. La solución que los gobiernos han tomado desde hace varias décadas atrás ha sido la extracción cada vez más intensiva de agua subterránea mediante pozos profundos.
Los 89 pozos que abastecen al municipio se localizan en la zona de lagos. La cual, paradójicamente es la que más problemas tiene con el suministro del líquido. Esta intensiva extracción de agua desestabiliza y comprime aun más el suelo blando de la zona, el cual no se hunde de manera ordenada, sino que en unas partes más que en otras.
Estos movimientos son imperceptibles, suceden debajo de nuestros pies y son relativamente lentos. Por eso no son tan espectaculares como las inundaciones, pero precisamente por su lentitud e invisibilidad, es que de a poco van dejando problemas de todo tipo que se acumulan e intensifican con el tiempo.
En el 2021, la población de la colonia Valle de Ecatepec se enfrentó a una epidemia de hepatitis “A” que dejó decenas de personas fallecidas. Las pocas notas de prensa que cubrieron la terrible situación, así como testimonios de residentes que hemos recopilado en trabajo de campo, plantean que fue a causa de la contaminación del agua potable.
Especulan que la fuente de contaminación pudo ser alguna de las fugas del drenaje sanitario que abundan en esta y colonias vecinas, provocadas por los hundimientos diferenciales del suelo que reiteradamente fracturan tanto los tubos del drenaje como los que transportan agua potable y que corren a escasos centímetros de los primeros. Se estima que el 40 por ciento del agua potable que se distribuye en el municipio se pierde en estas fugas.
El fenómeno del hundimiento se manifiesta en ocasiones de formas más abruptas como grietas y socavones. El agua que sale de las fugas se abre paso entre la tierra, crea pequeños cauces subterráneos que van erosionando el terreno y creando fisuras o huecos. Cuando colapsa el asfalto quedan expuestos, pero la mayoría de las veces transitamos por encima de ellos sin saberlo. Gran parte del presupuesto y los esfuerzos del Organismo Operador del Sistema de Agua Potable Alcantarillado y Saneamiento del Municipio de Ecatepec (SAPASE) se invierten en la reparación de estas fisuras.
No obstante, son muchas más las fugas y socavones que, en el mejor de los casos, son atendidas por las autoridades locales. Es común que los habitantes lo hagan por su propia cuenta, financiando y trabajando ellos mismos en la reparación, improvisando soluciones que pueden ser perjudiciales a largo plazo.
Los distintos gobiernos municipales se han visto rebasados atendiendo este problema tan apremiante en la cotidianidad de estas colonias. Las reparaciones de fugas y socavones se han convertido en una atractiva oportunidad para distintos grupos de poder locales que se disputan la atención de las reparaciones de estas fisuras o la intermediación con el municipio para buscar resolverlas, en aras de sumar capital político creando relaciones clientelares.
Ecatepec muestra de manera ejemplar las contradicciones y la irracionalidad del modelo hidráulico basado en una visión extractiva del agua, el que nos condujo al bucle de problemas entrelazados entre inundaciones, hundimiento y escasez en el que nos encontramos y que dio paso al crecimiento desproporcionado de la ZMVM.
En lugar de captar y controlar en la parte alta la abundante agua de lluvia por medio de reforestaciones y presas que reduzcan el riesgo de inundaciones y deslaves al tiempo que permitan la infiltración del agua que tanto necesitamos al subsuelo; en lugar de impulsar o fortalecer los proyectos de recuperación de cuerpos de agua o vasos reguladores en la planicie, los gobiernos insisten en privilegiar la perforación de más y más pozos profundos en la zona de lagos, lo que potencia el hundimiento de sus suelos blandos.
Todo esto para que finalmente el agua extraída termine desperdiciada o contaminada a causa de las fugas en las tuberías.
Este ciclo autodestructivo no es único de Ecatepec, pero sí se expresa aquí de manera diferenciada y más intensificada que en otras partes de la ZMVM. Aquí hablamos de una crisis ya no solo hídrica sino también geológica que se agrava de cara a otras vulnerabilidades socioeconómicas.
Los habitantes de las colonias populares que habitan en gran medida el municipio, son los que finalmente sufren, reparan y resisten los colapsos localizados de este modelo. No obstante, más que comprender a estos problemas como un incumplimiento del Estado al derecho humano al agua, al saneamiento y a vivir en un medio ambiente saludable, los discursos de las autoridades solo sirven para robustecer el estigma territorial que hay sobre las periferias de la ciudad, el cual culpa a los pobres de su situación y naturaliza las desigualdades urbanas.
Ariana Mendoza Fragoso
Instituto de Investigaciones Sociales, UNAM
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