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Mitigación del impacto ambiental de proyectos de infraestructura

Carlos Rábago Estela

En el mundo actual, el desarrollo de infraestructura es indispensable para el progreso y bienestar de las sociedades y necesario para el crecimiento y modernización de cualquier país.

Este progreso no debe estar reñido con la conservación del medio ambiente, por lo que existe la obligación de gestionar adecuadamente las obras de infraestructura y otras acciones.

La evaluación de impacto ambiental es una herramienta clave para lograr un desarrollo que sea no solo económicamente viable y socialmente beneficioso, sino también respetuoso con el entorno natural.

La evaluación de impacto ambiental busca anticipar, analizar y mitigar los posibles efectos negativos de una obra o actividad sobre el medio ambiente, asegurando que el progreso no sea a costa de la sostenibilidad.

Esta evaluación tiene como fin último que el desarrollo humano sea sostenible, tal como lo expuso el informe Brundtland en 1987, que definió el desarrollo sostenible como aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer sus propias necesidades; implica que las acciones humanas no deben agotar los recursos naturales ni alterar de forma irreversible los ecosistemas que sustentan la vida en el planeta.

La evaluación de impacto ambiental se centra en entender y analizar las interacciones que un proyecto o actividad tendría con el entorno ambiental donde se planea llevar a cabo.

En este proceso, la tarea de los profesionistas y expertos en la materia se concentra en estudiar las interacciones entre las actividades de un proyecto y el entorno donde se llevará a cabo para proponer acciones o medidas que mitiguen cualquier daño que pudiera surgir, evitar la aparición de efectos adversos y, si esto no es posible, reducir, controlar o compensar los impactos mediante medidas o acciones que sean beneficiosas a largo plazo para el medio ambiente.

El primer paso en la evaluación de impacto ambiental es la identificación de los posibles efectos negativos que pueden presentarse de acuerdo a las características específicas del proyecto y del ecosistema en el que se inserta.

Dichos efectos pueden ser de diversa índole; desde la contaminación del aire, agua y suelo, la modificación de paisajes y la afectación a la biodiversidad, hasta la alteración de ecosistemas locales.

En función de la magnitud y naturaleza de estos impactos, se proponen medidas de mitigación, que son herramientas diseñadas para eliminar, o bien reducir, los efectos negativos identificados. Las medidas de mitigación varían dependiendo del tipo de proyecto y del contexto ambiental específico.

Un proyecto de construcción de infraestructura en una zona costera requerirá medidas diferentes a un proyecto de minería en una región montañosa. En proyectos de infraestructura carretera es común la implementación de pasos de fauna, barreras acústicas para reducir el ruido generado por el tránsito vehicular y la plantación de vegetación nativa para restaurar el hábitat de especies locales y evitar la erosión del suelo.

En proyectos hidroeléctricos se pueden aplicar medidas como la creación de reservas de agua para la fauna acuática o el diseño de sistemas de paso para peces, que aseguren la conectividad ecológica en los ríos; también se establecen medidas de manejo de caudal mínimo para evitar la desecación del río aguas abajo.

En proyectos de construcción urbana se pueden incorporar azoteas verdes o jardines verticales, que no solo contribuyen a mejorar la calidad del aire, sino también a mitigar el efecto de “isla de calor” de las ciudades; se pueden crear áreas permeables para recarga de acuíferos, así como el establecimiento de medidas de eficiencia energética.

Existen diversas estrategias de mitigación. Algunas de ellas incluyen la reforestación y restauración de áreas afectadas por las actividades de construcción, el diseño de sistemas de tratamiento de aguas residuales para evitar la contaminación de cuerpos de agua o la implementación de tecnologías que reduzcan las emisiones de gases contaminantes.

Otro ejemplo, cuando los proyectos impliquen una alteración directa de hábitats naturales, es la reubicación de la fauna a lugares más seguros, así como el rescate y reubicación de la flora endémica.

Es común también realizar cambios a la ingeniería originalmente prevista de los proyectos, de manera que se relocalicen ciertos elementos o se haga incluso una redistribución general de éste; se incluyan zonas de restricción o amortiguamiento; o bien se incorporen equipos y procesos que eviten o controlen la contaminación.

También se pueden emplear técnicas de ingeniería para minimizar el impacto visual de las infraestructuras, como el diseño de carreteras que eviten afectar bosques o modificar paisajes montañosos de forma irreversible.

La evaluación de impacto ambiental debe realizarse en la fase de planeación de un proyecto; sin embargo, no se limita únicamente a ésta. Es necesario también que exista un seguimiento y verificación formal a lo largo de la ejecución del proyecto y de su operación.

Esto garantiza que las medidas de mitigación se implementen de manera efectiva y se pueda conocer su eficacia. En muchos casos se establecen mecanismos de monitoreo a mediano y largo plazo, los cuales permiten verificar si los impactos previstos se están materializando y si las acciones correctivas son las adecuadas.

Este monitoreo es esencial para asegurar que el proyecto no genere efectos secundarios no contemplados inicialmente y permitir que se ajusten las estrategias de mitigación según sea necesario a lo largo de las diferentes etapas del proyecto.

Es crucial reconocer que la evaluación de impacto ambiental es una herramienta fundamental de política ambiental. Su uso correcto no solo garantiza la protección del medio ambiente, sino que también promueve un desarrollo sostenible que garantice a las generaciones actuales y futuras disfrutar de un entorno natural saludable y equilibrado.

La evaluación de impacto ambiental es un proceso dinámico y adaptativo. No se trata de un trámite burocrático, sino de una herramienta de política ambiental que debe ser entendida en su justa dimensión.

No solo es cumplir con una obligación legal, sino apostar por un futuro sostenible en el que las infraestructuras y el medio ambiente puedan coexistir armónicamente. Esto es esencial para el desarrollo social de cualquier nación, ya que permite avanzar hacia un modelo de crecimiento que no dependa de la explotación desmedida de los recursos naturales y el territorio, sino de su aprovechamiento racional y sostenible.

Por lo tanto, es necesario valorar en su justa dimensión este instrumento, promoviendo su aplicación rigurosa en todos los proyectos de infraestructura, para que México pueda avanzar hacia un futuro donde el desarrollo y la naturaleza coexistan en armonía.

En conclusión, la evaluación y mitigación del impacto ambiental deben ser elementos esenciales en la planeación y toma de decisiones de los proyectos de infraestructura, no solo por razones ecológicas, sino también porque su implementación correcta representa una inversión en la calidad de vida de las comunidades y en la preservación de la riqueza y activos naturales del país para las futuras generaciones.

Carlos Rábago Estela
Ex presidente de la Academia Mexicana de Impacto Ambiental
Maestro en Ingeniería Ambiental por la UNAM
Correo-e: [email protected]