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Cómo frenar el tráfico de especies desde la educación ambiental

Paola Itzel Sierra Guerrero

¿Sabías que muchos animales silvestres como loros, tortugas, monos o felinos cachorro son capturados y vendidos ilegalmente como mascotas? Esta práctica, conocida como tráfico de especies es un problema grave que afecta a miles de animales cada año.

Muchos mueren en el camino y los que sobreviven los podemos encontrar en condiciones tristes, lejos de su hábitat natural: la mayoría de las aves en jaulas reducidas, felinos en pequeños encierros de traspatio, sin alimentación ni cuidados adecuados.

A pesar de que hay un trabajo arduo de concientización, la demanda por adquirir ejemplares de la vida silvestre persiste. Aún hay algo que podemos hacer para frenar esto: educar a las próximas generaciones.

La educación ambiental implica formar ciudadanas y ciudadanos conscientes, críticos y empáticos con el mundo natural.

Cuando los más jóvenes entienden que un loro o un mono araña no son adornos o mascotas, sino seres vivos que tienen un rol en su hábitat y que tienen derecho a vivir en libertad y con bienestar, estamos sembrando bases para una sociedad más respetuosa.

Las escuelas tienen la clave

Con pláticas, juegos, actividades didácticas al aire libre, visitas a reservas o incluso viendo documentales, niños y niñas pueden conocer mejor a los animales silvestres, entender por qué es importante protegerlos y desarrollar empatía. Reforzando el mensaje de no apoyar espectáculos con animales salvajes, y enseñar a las y los más pequeños que un animal feliz es aquel que vive libre.

La educación ambiental no solo ayuda al planeta, también forma personas más sensibles, informadas y responsables.

Educar desde casa es más poderoso de lo que parece

No hace falta ser experto en fauna: con amor, coherencia y pequeñas acciones diarias, se puede sembrar un profundo respeto por la vida. Algunas de las recomendaciones que se pueden trabajar desde la casa son:

Respeto por la naturaleza y el bienestar animal:

  • No comprar animales exóticos: enseña a tus hijos que no es correcto comprar animales exóticos, ya que esto alimenta el tráfico ilegal. Explícales que los animales deben vivir libres en la naturaleza, no en una jaula o como parte de un espectáculo.
  • Cuidar a los animales domésticos con responsabilidad: si tienes animales en casa, involucra a los niños en su cuidado. Enséñales que los animales no son juguetes sino seres sintientes con necesidades y derechos. Promueve el trato respetuoso y responsable.

Utilizar recursos educativos y jugar a enseñar

  • Libros y cuentos sobre derechos animales: Hay muchos libros infantiles que abordan la importancia de respetar a los animales y la naturaleza.
  • Salir a observar aves o animales pequeños en libertad: Una actividad que parece ser sencilla, pero en realidad en bastante poderosa es salir con un par de binoculares, o una lupa a parques, jardines o zonas naturales cercanas para observar animales en libertad.
  • Muestra a los niños que ese es su verdadero lugar: volando entre los árboles, caminando por el suelo o polinizando flores, y no dentro de jaulas o vitrinas. La observación respetuosa permite disfrutar la belleza de la fauna sin interferir con su libertad ni su bienestar.

Romper los paradigmas antropocentristas

  • A través de actividades interactivas (juegos, historias, actividades en grupo) que ayuden a niñas y niños a conectar emocionalmente con los animales.
  • Concientización: hablar sobre la importancia de crear conciencia sobre el tráfico de especies y su impacto. Los jóvenes pueden convertirse en agentes de cambio.
  • Fomentar el respeto por la naturaleza: Proponer actividades como visitas a reservas naturales, documentales educativos, campañas escolares, etcétera.
  • Es indispensable terminar con la visión antropocentrista: no somos los jefes de la Tierra, somos sus invitados. Si un niño o niña crece pensando que los humanos son superiores y que los animales o la naturaleza están “para usarse”, es más probable que normalice el maltrato animal, la contaminación o la indiferencia hacia la destrucción ambiental.
  • Enseñarles que todos los seres vivos tienen valor. Siembra empatía y responsabilidad.

Paola Itzel Sierra Guerrero
Subdirectora de Vida Silvestre
Correo-e: [email protected]