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Las comunidades locales, al centro de la protección de las tortugas marinas

Mónica Arciniega Rossano

Hasta hace aproximadamente 500 años, las tortugas marinas en el continente americano se mantenían saludables; sin embargo, diversas presiones tanto naturales como antrópicas han llevado a las poblaciones actuales a niveles críticos de supervivencia.

Entre esas presiones están: saqueo de nidos y comercio ilegal de huevos, consumo de carne y uso de los caparazones y piel utilizadas para joyería y peletería, actividades turísticas en las playas de anidación, captura incidental en pesquerías costeras y pelágicas, contaminación de mares y costas y destrucción de su hábitat de anidación.

México es un país privilegiado, ya que de las siete especies de tortugas marinas que existen en el mundo, en nuestro país se distribuyen seis: tortuga laúd (Dermochelys Coriacea), tortuga golfina (Lepidochelys olivacea), tortuga verde/prieta (Chelonia mydas), tortuga carey (Eretmochelys imbricata), tortuga caguama (Caretta caretta) y tortuga lora (Lepidochelys kempii).

Todas estas especies se distribuyen en ambos litorales del país, exceptuando la especie Lepidochelys kempii, que únicamente se distribuye en el Golfo de México y Mar Caribe.

El territorio mexicano, sin embargo, es impredecible, cambiante y estos cambios frecuentemente se dan en las zonas de alimentación, apareamiento y anidación de las tortugas, lo que afecta sus ciclos de vida.

El tráfico de tortugas

A partir de la década de los años sesenta, la demanda de piel en los mercados internacionales concentró el interés en las tortugas marinas generando una intensa presión de pesca sobre las diversas especies de quelonios, motivando la implantación de medidas de regulación.

Una medida de protección que nació a partir de esta demanda fue el establecimiento de campamentos tortugueros para proteger a las especies durante las fases de reproducción, desove y anidación.

Pero no solo los ejemplares de tortugas están bajo amenaza, sus huevos también: en México, existe una cultura arraigada de consumo de carne y huevos de tortugas marinas; los huevos, además, también son extraídos y consumidos por mapaches, cangrejos, hormigas, zorros, aves marinas y perros ferales, entre otros.

La carne de tortuga también es muy consumida. En los años ochenta del siglo pasado, el tráfico ilegal de tortuga prieta (Chelonia mydas) del estado de Michoacán hacia Sonora y Sinaloa para el consumo humano era frecuente.

De acuerdo con el Manual sobre técnicas de manejo y conservación de las tortugas marinas en playas de anidación de Centroamérica, la principal amenaza de tortuga prieta es la captura intencional de adultos y la recolección de sus nidadas. La carne de esta especie es considerada como un manjar exótico.

Además, la captura incidental en las pesquerías, la degradación del hábitat y las enfermedades son amenazas importantes para esta especie en particular.

Lamentablemente, algunas personas (principalmente hombres) tienen la creencia de que los huevos de tortuga son afrodisiacos y que el consumo de huevos de tortuga ayudaría a fortalecer su virilidad. No hay ningún estudio que sostenga esta creencia.

En el caso de la tortuga carey, la principal amenaza es la comercialización de juveniles y adultos por la belleza del caparazón, con el cual se elaboran artesanías como pulseras, aretes, peinetas, dijes.

Las principales amenazas a las que se enfrentan las tortugas laúd, golfina y caguama son los desarrollos costeros, la contaminación marina y las pesquerías comerciales, principalmente por el uso de redes de arrastre por parte de las flotas camaroneras y la captura directa de las nidadas en las playas donde suelen arribar.

Otras amenazas que las poblaciones de tortugas en general enfrentan en la actualidad son: la destrucción del hábitat, el impacto del desarrollo costero en los sitios de anidación, la depredación de adultos y huevos, la propagación de especies exóticas, las enfermedades, los contaminantes marinos, el cambio climático, los desastres naturales*, redes abandonadas por mencionar algunos, por lo que se considera, que la disminución de las poblaciones de quelonios marinos, es multifactorial.

Si bien la problemática de la disminución de las poblaciones de tortugas marinas en México se observa claramente en todas aquellas playas mexicanas donde arriban las tortugas marinas, se alimentan y se reproducen, la participación de las comunidades locales es fundamental para su conservación.

Marco regulatorio

Para proteger a las tortugas marinas el gobierno federal ha establecido mecanismos legales para proteger, conservar y propiciar la recuperación de sus poblaciones y para cuidar sus áreas de anidación.

Entre estas regulaciones se encuentra la Ley General de Vida Silvestre, en donde de acuerdo con el Artículo 60 bis (1), prohíbe el aprovechamiento extractivo, ya sea de subsistencia o comercial, incluyendo sus partes y derivados.

Además, el Código Penal Federal señala en el Artículo 420 que se impondrá pena de uno a nueve años de prisión y por el equivalente de trescientos a tres mil días de multa, a quien ilícitamente capture, dañe o prive de la vida a algún ejemplar de tortuga marina o recolecte o almacene de cualquier forma, sus productos o subproductos.

Asimismo, las tortugas marinas en nuestro país se encuentran listadas en la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010, bajo la categoría de En Peligro de Extinción y se encuentran en el Apéndice I de la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).

Acciones de la Profepa

La Procuraduría trabaja en coordinación con la SEMAR y la Conanp para proteger a las poblaciones de tortugas marinas. Entre sus principales actividades están la inspección y vigilancia en los litorales mexicanos y en sitios del interior del país donde se distribuyen las especies de tortugas marinas.

Además, también supervisa los procedimientos de certificación y verificación de la correcta instalación y uso de los dispositivos excluidores de tortugas marinas (DET) en las redes de arrastre de la flota camaronera, para evitar la pesca incidental de las tortugas.

Cada año, la Profepa en coordinación con la SEMAR y el Centro Mexicano de la Tortuga, lleva a cabo el “Operativo permanente de protección de tortugas marinas”, para la protección de la tortuga golfina, que se aplica en las playas La Escobilla y Morro Ayuta, en el estado de Oaxaca.

En el marco de ese operativo permanente, de 2020 a 2024 se han realizado 2 mil 582 recorridos de vigilancia, se han protegido 41 arribadas, avistado y protegido 9 millones 495 mil 807 tortugas, asegurado 93 mil 448 huevos y recuperado 129 mil 504 huevos en playa.

Adicionalmente, en ese mismo periodo se realizaron 80 inspecciones, 143 recorridos de vigilancia y 83 operativos implementados con el objeto de evitar el comercio ilegal de productos y subproductos de tortugas marinas, así como para proteger las áreas de anidación y alimentación.

Proteger juntas y juntos a las tortugas

Para proteger de forma efectiva a las tortugas marinas es necesario reconocer y fortalecer el rol de las comunidades locales.

Son ellas quienes en muchas de las zonas costeras del país se organizan como Comités de Vigilancia Ambiental y de los Recursos Naturales, desde los cuales vigilan, previenen y denuncian cualquier amenaza que enfrenten las poblaciones de tortuga.

Su participación es crucial pues son las comunidades quienes están de forma permanente en las zonas costeras. Asegurar que su bienestar provenga del cuidado de los ecosistemas y de las poblaciones de tortugas es fundamental para la conservación.

Asimismo, es importante asumir que la forma más viable de conservar a las tortugas es protegiendo los servicios ecosistémicos esenciales de los mares, costas y playas donde anidan, se alimentan y se reproducen.

* https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S2007-33802019000100109&script=sci_arttext&tlng=es

Mónica Arciniega Rossano
Inspectora federal de Profepa
Correo-e: [email protected]