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Tráfico ilegal de especies: enemigo de la biodiversidad

Mariana Boy Tamborrell

Muchas y enormes son las amenazas que enfrenta nuestra biodiversidad. No en balde las poblaciones de diversos ejemplares de la vida silvestre se han reducido dramáticamente en las décadas recientes, por lo que han sido incluidas en los listados tanto nacionales (la NOM-059-Semarnat) como internacionales (la Convención CITES) de ejemplares en riesgo.

La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente tiene entre sus mandatos el de trabajar para proteger la biodiversidad, lo que incluye a los ejemplares de vida silvestre tanto de animales como de plantas. Uno de los temas en los que más enfocamos nuestros esfuerzos es en el combate al tráfico ilegal de especies, delito que tiene un impacto inmediato e irreversible en las poblaciones de las que se extraen ejemplares y un impacto profundo y de largo plazo en el estado de conservación de la biodiversidad.

Para hablar sobre este problema del que no se sabe mucho (excepto el nombre del delito: tráfico ilegal de especies) es que decidimos proponerle a Iván Restrepo, director de La Jornada Ecológica, dedicar una edición a explicar cuáles son los impactos de este delito, en qué especies se centra, en qué regiones opera, cómo se lleva a cabo, quiénes participan, qué le sucede a los ejemplares sustraídos que terminan viviendo en una jaula o en una caja o en un patio de reducidas dimensiones.

Pero además, cómo son los operativos que hacemos, cuáles los desafíos legales que enfrentamos y qué es lo que hacemos desde la Profepa para combatir este delito furtivo que cala profundamente en los territorios. Y, desde luego, cuáles son los desafíos, las limitaciones, los retos que tenemos en el tema.

¿Por qué hablar del tráfico ilegal de especies en este momento? Porque urge reforzar la atención y las sanciones en este tema. Porque las poblaciones de numerosas especies se han reducido dramáticamente por el tráfico ilegal y por otras amenazas. Porque este delito está rodeado de violencia, de muerte y de dolor. Porque la conciencia, la educación y la empatía que logremos despertar en potenciales consumidores de vida silvestre es crucial para reducir la demanda de este tipo de ejemplares.

Y para profundizar mi respuesta, quiero contarles que en los nueve meses que llevamos en la Profepa hemos visto alacranes y escarabajos traídos de Tailandia en bolsas de plástico; cazadores furtivos intentando cazar venados en el Bosque de Agua; cachorros de felino puestos a la venta en centros comerciales; polluelos de perico atolero extraídos de sus nidos y sin la posibilidad de regresar aunque los hayamos rescatado; tortugas yucatecas en cajas embaladas en canastas de dulces con destino a Laos; decenas de cachorros de grandes felinos reproducidos en cautiverio con fines de lucro; delfines accidentados que regresan a trabajar a los dos días del golpe; ranas, tortugas, aves, insectos, iguanas, entre otros, envueltos en calcetines o pequeñas cajas y transportados por el país o a través de aeropuertos, autobuses, empresas de mensajería.

Además, ejemplares de todo tipo mal alimentados, heridos, tristes, enjaulados; colibríes disecados puestos a la venta en plataformas online; gente que mata a palos o de otras formas a ejemplares de la vida silvestre; pequeñas jaulas con decenas de pericos hacinados, deshidratados, muriéndose y puestos a la venta.

Igualmente, loros y pericos intoxicados porque les pintan la cabeza de amarillo para aumentar su precio en el mercado; tortugas microendémicas y en peligro de extinción sustraídas ilegalmente del lugar donde son cuidadas para enviarlas al mercado asiático; aves y crías de monos aterrorizados y deshidratados, transportados en cajas debajo de la cabina de dormir de los conductores de tráilers, entre muchas infamias más.

Todo esto y mucho más en nueve meses, con sanciones mínimas, casi impune, a pesar de la labor incansable de inspección y vigilancia, de los aseguramientos y los procedimientos que hacemos desde la Profepa. Necesitamos sanciones ejemplares que desincentiven este terrible delito.

Ante tal panorama, es esencial hablar del tráfico ilegal de especies, de los cautiverios que enfrentan los animales silvestres; trabajar para lograr que haya sanciones ejemplares para estos delitos. Y apelar a la empatía y la responsabilidad de los consumidores para no ser parte de la demanda de la vida silvestre.

En este número de La Jornada Ecológica, encontrarán artículos sobre el tráfico de primates; pericos loros y guacamayas; tarántulas; reptiles; jaguares; tortugas; el tráfico internacional de especies; el panorama de este delito a nivel nacional; los retos en el ámbito legal; el tráfico en redes sociales; las acciones que la Profepa hace para enfrentar este tema de manera estratégica y efectiva, incluyendo las campañas Tu casa no es su casa y No son mascotas, con las que le hablamos a la ciudadanía para que no sea cómplice del tráfico, ni de la extinción.

Para la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente o la nueva Profepa, como le decimos quienes trabajamos en ella, es un honor y una oportunidad invaluable el poder escribir y hablar a profundidad de este tema a través de las páginas de La Jornada Ecológica. Muchas gracias a Iván Restrepo y a su equipo: Laura Angulo y Estela Guevara.

Muchas gracias también a autores y lectores de este suplemento; a ustedes, lectoras y lectores, les invitamos a denunciar los ilícitos ambientales ante Profepa y a no ser parte de la cadena del tráfico de especies.

Mariana Boy Tamborrell
Procuradora Federal de Protección al Ambiente